GARGANTA de los INFIERNOS – PUENTE NUEVO
El día lo iniciamos en el Mirador del Madroñal donde obtenemos buenas vistas al Parque Natural de Las Batuecas – Sierra de Francia.
 
Por estas latitudes podréis encontrar las interesantes rutas de ARTE en LA NATURALEZA:
👉 CAMINO de las RAÍCES
👉CAMINO de los PRODIGIOS
Para llegar al Valle del Jerte cruzaremos el Río Alagón -el Jerte es afluente del mismo- un caudal que contiene uno de los meandros más espectaculares de la geografía española: el 👉MEANDRO del MELERO
Ya en la localidad de Jerte emprendemos una de las rutas más famosas de este paraje; nos referimos a la que discurre por la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos.
No hace demasiado tiempo hicimos una corta visita que llegaba a las singulares pozas de 👉LOS PILONES, pero en esta ocasión continuaremos ascendiendo por la garganta para conocer otras que conectan con la de los Infiernos: la Garganta del Collado de las Yeguas y la del Arroyo de los Tres Cerros.
Una preciosa ruta entre arroyos, depresiones de roca granítica, puentes y encantadores bosques de robles y castaños desnudos por su temporada caducifolia.
En esta ocasión tampoco pudimos ver la floración del cerezo, que estaba a punto de iniciar su temporada. Sin embargo, lo tomaremos como la mejor excusa para regresar al lugar en otra ocasión.
Mirador del Madroñal
Hola amig@s!
Estamos en el Mirador del Madroñal, en el Parque Natural de Las Batuecas – Sierra de Francia. Hemos pensado que os gustarían estas estampas que encontramos mientras viajamos al Valle del Jerte desde la localidad de La Alberca.
La Alberca, junto a Miranda del Castañar, esta última localidad divisable desde aquí, albergan interesantes rutas de senderismo de ARTE en la NATURALEZA.
El frío amanecer nos regala bonitas imágenes al este, hacia los valles de Cepeda, Río Alagón y Río Francia todavía despertando entre sábanas de nubes. Un manto que apenas nos deja ver la Sierra de Béjar y Candelario cerrando el horizonte.
Pocos kilómetros después os mostramos también el curso del Río Alagón, caudal en el que podréis encontrar uno de los meandros más pintorescos de la geografía española.
Jerte
Ya en Jerte nos plantamos en un santiamén en la Plaza de la Independencia, llamada así por la negativa de los jerteños a que los franceses ocuparan el valle en 1809. Como represalia las tropas Napoleónicas provocaron un desolador incendio en la villa.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
La Iglesia que aquí se alza es anterior, del siglo XVIII, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción y edificada en estilo barroco. Junto al templo hay una torre medieval exenta con aires defensivos aunque su cuerpo superior es de obra más moderna.
Para encontrar el inicio de la ruta debemos callejear para ir en busca del río que da nombre a la localidad.
Una vez aquí damos con unos interesantes paneles informativos sobre algunas rutas, el Valle del Jerte y de la Garganta de los Infiernos, esta última objetivo de la salida de hoy.
Mientras atravesamos el río para llegar a la otra orilla, nos asomamos por las balaustradas para ver cómo fluye el caudal por la orografía pedregosa.
El Río Jerte nace en la Sierra de Candelario a unos 1800 metros de altura para luego recorrer unos 70 kilómetros hasta descansar el en Río Alagón, que ya conocimos al inicio de este vídeo.
Una vez en la otra orilla debemos decidir el sentido circular que queremos dar a la ruta, bien contrario a las agujas del reloj o a la inversa.
Dirección a Los Pilones
Elegimos la primera opción, ya que parece menos exigente de inicio y la que nos introducirá en Los Pilones al comienzo de la jornada, aunque todavía resten casi 4 kilómetros.
Las vistas al valle mientras ascendemos son bien bonitas. Los mantos de nubes que se veían desde el Mirador del Madroñal parece que se empeñan en seguir acariciando Las Sierras de Béjar y Candelario, y también otras elevaciones como la Sierra de Cruces Altas o los Montes de Tras la Sierra.
La floración de los cerezos
Un día casi, casi perfecto, el único pero es no haber coincidido con la floración de los cerezos ya que el valle se tiñe de un blanco espectacular.
Este lugar es muy famoso por esta explosión natural que suele producirse en los inicios de la primavera, así que si tenéis oportunidad no os lo perdáis.
Nosotros lo reservaremos para otra visita más calmada. Si ahora el valle luce así de espectacular no queremos ni imaginar cómo estará en plena floración.
El Sendero de los Fracazos
Un seductor sendero se abre a nuestra izquierda aunque el nombre ya vaticina una mala elección. El camino desdibujado por las hojas caducas de este bosque de castaños nos hace dudar de su destino.
Así que decidimos no aventurarnos y seguir el track que llevamos.
Continuamos avanzando, por tanto, por la pista de cemento que también empieza a flanquearse de castaño y que, metros más tarde, nos anuncia que estamos en los dominios de la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos.
Este camino que llega a los Pilones encara a media vertiente las elevaciones de la Cuerda de los Lobos y el Cerro de las Uvas y como hemos visto anteriormente, también es accesible para ciclistas y para el disfrute de jinetes.
Ruta a Los Pilones desde el Centro de Interpretación
Sin embargo, hay otro camino que llega al mismo lugar y que parte desde el Centro de Interpretación de la Reserva Natural, complejo situado a muy pocos metros del río Jerte.
Desde aquí podemos apreciar a varios senderistas ascendiendo por este ramal que pronto conectará con el nuestro y que, por cierto, también goza de magníficas vistas a los bancales de cerezos.
El trazado empieza a virar al este al tiempo que vamos rodeando el Cerro de Las Uvas. La tendencia del perfil irá en sentido descendente y ahora serán los robles melojos los que irán ganando terreno sobre los castaños.
Mirador del Chorrero de la Virgen
Al poco, llegamos al Mirador del Chorrero de la Virgen, llamado así porque desde el mismo se puede divisar el Manto de la Virgen, es decir, una cascada que parte del Risco Encinoso situado frente a nosotros.
Desgraciadamente las escasas lluvias nos privarán de disfrutarla, pero al menos podemos otear buenas panorámicas a las cumbres de la Sierra de Tormantos.
También hay paneles informativos en los que podemos aprender algo más sobre la flora y fauna de la zona.
Reanudamos la marcha descendiendo por pista de tierra inmersos ya en plena Garganta de los Infiernos, donde poco a poco comenzamos a ver el accidentado y angosto perfil por donde corre el arroyo.
Alcanzar esta calzada de piedra significa encontrarnos muy cerca del área de los Pilones.
Aquí, para nuestra sorpresa, vemos cómo los cerezos más espabilados empiezan a manifestarse.
Escudriñamos más estas plantaciones para ver si hay alguno más floreciendo, pero no hay suerte.
Por su parte el murmullo del arroyo va in crescendo conforme vamos descendiendo y no tardaremos mucho tiempo en verlo asomarse entre la arboleda.
Los Pilones
Y algunos metros más tarde, Los Pilones, donde la roca muestra una segunda piel cincelada por el desgaste producido por la fuerza del agua.
Para llegar a ellos hay que descender un poco más, primero por pista de tierra para después hacerlo por unos tramos escalonados.
Y mientras alcanzamos el puente que nos permitirá pasar a la otra orilla de la garganta no es difícil percatarse que da igual la época del año en la que uno realice esta visita: con calor o frío este monumento natural es todo un éxito turístico del Valle del Jerte.
No es necesario acercarse aquí solo para darse un baño, la singularidad del enclave ya merece la caminata. Solo hay que mirar las curiosas formaciones horadadas por las que va descendiendo el agua.
Las Marmitas de Gigante
Este líquido elemento ha ido excavando con el tiempo la roca de granito que en muchos de los puntos lo ha hecho a modo de remolinos favoreciendo el movimiento circular creando una sucesión de pozas. Son las llamadas “Marmitas de Gigante”.
Estas formaciones se apreciarán mejor conforme vayamos ascendiendo por la otra orilla, en cuanto podamos salir de este aglomerado puente y la corriente humana en sentido contrario sea algo más llevadera.
La última vez que las vimos estabas atestadas de bañistas. Los más valientes se atrevían a descender de poza en poza, algunos se tiraban a ellas desde algunas rocas a varios metros de altura.
Nosotros hicimos nuestros pinitos pero no llegamos muy lejos, algunas zonas dan un poco de respeto y sí es verdad que la roca, al estar tan pulida es carne de frecuentes resbalones. Cuidado con eso.
Ascenso desde la Fuente de los Pilones
Llegados a la altura de la Fuente de los Pilones la orografía se accidenta lo que hace que el trazado zigzaguee hacia arriba para poder encararla.
Esto nos elevará rápidamente por encima de los pilones ofreciéndonos al mismo tiempo por un lado, el aspecto que presenta la garganta hacia el este, lo que nos espera; y por otro lado, hacia el oeste, al Cerro de las Uvas y al sendero que hemos venido recorriendo.
En este punto de una cresta del Risco Encinoso tomaremos la señal que nos dirige hacia el Puente Nuevo, remontando una Garganta de los Infiernos que parece toparse con el muro del Cerro Carretas.
Mientras tanto, avanzamos colocándonos ahora perpendicularmente a Los Pilones momento que aprovechamos para capturar por última vez su concurrido espacio.
Sin duda, es el lugar más pintoresco en cuanto a las formaciones erosivas producto de la fuerza del agua, pero esta ruta nos va a regalar otras tantas estampas de gran valor paisajístico y natural.
Una garganta con múltiples aportes de agua
En principio, la garganta posa para nosotros de manera espectacular, totalmente expuesta sin el abrigo de su espesura arbórea caduca y con un arroyo que sigue contando con algunos pilones que fluyen de manera más reposada.
Un caudal que aparte de ser alimentado por las lluvias, recibe los aportes del deshielo de las altas cumbres y de otras surgencias acuíferas que descienden de las lomas colindantes.
En este sentido, a lo largo de la ruta veremos cómo se han aprovechado ciertos manantiales para personalizarlos en fuentes, como esta.
Refugio de Pescadores del Puente Sacristán
Por su parte, debajo de nosotros podemos otear una pequeña vivienda a escasos metros de la orilla opuesta. Se trata del Refugio de Pescadores del Puente de Sacristán.
Lo veremos mejor en cuanto nos coloquemos frente a él, una vez que salvemos un par de pendientes empedradas y el serpenteo estimulante del trazado.
Aquí, ambos márgenes del arroyo presentan pequeñas planicies ideales para levantar pequeñas construcciones. Parece que antaño ya se aprovecharon. Es el sitio elegido para el refugio, buen lugar para pequeños retiros en los que contemplar los agradables saltos de agua.
Garganta del Collado de las Yeguas
Nuestra ruta no pasará hoy por allí, nos conformamos con verlo desde la distancia. Debemos continuar hacia el este, al prometedor hito siguiente en el que un coqueto puente de madera ya vaticina el cruce de un curso de agua.
Se trata de la Garganta Chica o también conocida como Collado de las Yeguas. Este segundo nombre le viene dado del puerto homónimo del que descienden sus aguas.
Puente del Vado de los Cantares
Precioso paraje que llega brincando desde las alturas hasta embalsarse en esta poza que empieza bajo el Puente del Vado de los Cantares. Muy seductora también en época estival para darse otro chapuzón.
Hipnotizados por el entorno reanudamos la marcha cruzando el puente, cosa que ya os avisamos de no hacer si queréis seguir nuestra ruta. No obstante, el error nos deja una bonita postal del puente, el valle y los Montes de Tras La Sierra.
La senda que debemos tomar es la que marca un cartel hacia arriba, dirección al Puente Carrascal, que dista de nosotros a unos 2,3 kms.
Hacia el Puente Carrascal remontando la garganta
Iremos, por tanto, remontando la Garganta del Collado de las Yeguas acompañados por el agradable arrullo del agua.
Si el que ha llegado al Puente del Vado de los Cantares para darse un baño, todavía puede caminar un poco más por esta depresión para zambullirse en lugares algo más íntimos.
Las pozas que puedes descubrir por aquí nada tienen que envidiar a las que dejamos más abajo, y si no es época de chapuzones haced como nosotros, sentíos como si todo este paseo fuese un parque de atracciones natural.
Y ya que estamos tan encantados con el lugar, buscamos un espacio inmejorable para realizar el almuerzo. Como siempre, la basura que generamos, la llevaremos con nosotros.
A continuación, toca afrontar la parte más exigente de la ruta, así que hemos acertado con reponer fuerzas previamente. Llegan dos duros kilómetros de subida entre robles y piornales que zigzaguea por firme de roca, piedra y zahorra a medida que flanquea al arroyo.
Sorprenden ciertas áreas donde parecen haberse desprendido grandes bloques de granito. Puede que las fuerzas erosivas hayan tenido algo que ver. Gracias a ellas podemos disfrutar de estos pintorescos lugares aunque a veces no nos faciliten demasiado el tránsito.
Vertiente norte del Risco Encinoso y el Canchal de la Panera
Aquí, en pleno invierno, los rayos del sol llegan con timidez ya que vamos recorriendo la zona de umbría comprendida entre el Risco Encinoso y el Canchal de la Panera, esto es, sus vertientes septentrionales.
La exigente actividad física combinada con una buena ropa de abrigo nos facilita amortiguar las bajas temperaturas. No obstante, hoy no es un día en los que te pelas de frío.
Las fuertes rampas entre el 10 y 30 por ciento de inclinación pesan, pero cuanto más subimos más espectaculares son las panorámicas.
Como se suele decir, el esfuerzo merece la pena, una máxima que casi siempre se cumple.
Desde el Puente del Vado de los Cantares acumularemos unos 250 metros de subida en poco más de 2 kilómetros, alcanzando los 1040 metros de altitud aproximadamente. Una cota en la que ya empezamos a divisar el Puente Carrascal.
Llanearemos unos metros entre encinas y robles hasta que el sendero vuelve serpentear para acometer el tramo final descendente hasta el puente.
Puente Carrascal
A primera vista, el lugar acongoja, sus formaciones rocosas se muestran tan sólidas pero a la vez tan quebradas que el puente nos parece frágil. Sin embargo esta plancha de hierro y cemento parece ser más resistente de lo que aparenta.
Nos deleitamos unos momentos con la bajada del agua por el cañón y reanudamos la marcha por la otra orilla.
Por la vertiente meridional del Cerro Carretas
El inicio por aquí se hace en fuerte subida por la es imposible no tomar conciencia de lo accidentada que es esta garganta que ahora recorremos en sentido contrario.
Las vistas vuelven a ser impresionantes aunque hay que prestar atención al firme pues la el terreno pedregoso es traicionero.
Retamas y helechos pueblan este tramo de la vertiente meridional del Cerro Carretas que se salpica también de encinas y robles y una surgencia de agua adaptada a fuente denominada Fuente de los Zarzalones.
Posiblemente este manantial le venga de perlas al inquilino o inquilinos de la vivienda o refugio que encontraremos a continuación.
Desde luego avituallamiento de agua raramente le faltaría, como tampoco paisajes en los que deleitarse.
Por el lugar de Robledo hermoso
Llegados a este punto, el trazado comenzará a dar la vuelta al relieve que baja desde el cerro para sacarnos de la Garganta del Collado de las Yeguas e introducirnos por la formada por el Arroyo de los Tres Cerros.
A este lugar lo llaman Robledo Hermoso y es fácil adivinar el porqué, aparte de dar nombre a una fuente que encontramos al paso.
La senda hace frente a un sinuoso y precioso descenso donde los verdes del musgo y rojizos de helechos se disputan el dominio de tonalidades del entorno, que se apagan y se encienden en función de la enredadera de sombras proyectadas por la arboleda.
Enfilando el Arroyo de los Tres Cerros
Y cuando la espesura y la orografía lo permiten podemos otear el curso del arroyo en el viaje al oeste, hacia su unión con el del Collado de las Yeguas para formar juntos el de la Garganta de los Infiernos.
Puente Nuevo o de Carlos V
Por su parte, río arriba, no tardaremos en divisar el siguiente objetivo de la ruta, el Puente Nuevo o Puente de Carlos V. Su denominación se debe a la ruta que realizó por aquí el Emperador Carlos V en su viaje de retiro al Monasterio de Yuste, donde finalmente fallecería en el año 1558.
Quizá el firme de baldosas de piedra que observamos en el suelo correspondan a los trabajos realizados en aquella época, aunque hay quien dice que son de procedencia romana o simplemente lo llaman calzada romana por asemejarse a las que se hacían en tiempos de dominio de aquella civilización.
En cualquier caso es el firme que permitirá que lleguemos a las inmediaciones del puente, una edificación de orígenes medievales, también con influencias romanas por esos arcos de medio punto que sustentan la estructura.
Sobre el mismo, una hospitalaria pareja equina da la bienvenida a todo aquel deambule por la zona. No hacen desprecio de carantoñas y atenciones, están más que acostumbrados al paso de senderistas.
Cruzando el puente observamos que este lugar también es ideal para darse un chapuzón pues contiene pozas muy interesantes.
No sabemos si está bien darles comida a la pareja equina, pero lo que sí hay que procurar es mantener el cercado cerrado para evitar llevarlos con nosotros a Jerte.
Nos despedimos de este encantador paraje y continuamos el camino para afrontar el tramo final de la ruta.
Por la vertiente meridional de Los Tres Cerros
Por aquí vamos realizando un ascenso a media vertiente por la ladera meridional del perfil de Los Tres Cerros, elevación que da nombre al arroyo que flanqueamos.
Por su otra orilla hay un sendero que conecta con el Puente del Vado de los Cantares, aquel que casi tomamos erróneamente ¿os acordáis?
Al poco damos con otra fascinante masa forestal de robles almohadillada por sus hojas caducas y otros tantos de helechos.
Pues sí, porque la experiencia de los pilones masificados a veces no se disfruta.
Descenso por el Monte Reboldo
El ascenso finaliza en el Collado de las Losas, y posteriormente, emprendemos un descenso por el Monte Reboldo donde la localidad de Jerte ya comienza a mostrarse bajo nuestra mirada.
Continuamos descendiendo entre robles hasta que los castaños hacen acto de presencia con otro bonito tramo forestal. La alfombra de hojas casi hace desaparecer el dibujo del camino en los tramos donde la senda es más estrecha.
Luego la pista se ensancha y solo tenemos que dejarnos llevar hasta una pista cimentada.
Y de nuevo, el Valle del Jerte, que desde aquí parece sumido en una calma tensa, pues ya espera impaciente su Fiesta del Cerezo en Flor.
La luz del manto blanco que pronto cubrirá las ramas de estos árboles servirá de auténtico reclamo para atraer miles de turistas que cada año quieren disfrutar de uno de los acontecimientos naturales más espectaculares de la geografía española.
Pero, ¿cuándo nos tocará a nosotros? Esperemos que pronto.
¡Hasta la próxima!