Monte Castelo de Lourido
CAMINO DE LOS FAROS,  SENDERISMO

ETAPA 3 · PONTECESO – LAXE

PONTECESO – LAXE (28 KMS)
Los primeros 8 kilómetros transitaremos pegados a la orilla izquierda del Río Anllóns flanqueándolo primeramente por el Monte das Pías para después hacerlo por la senda fluvial.

A continuación nos alejamos de la costa para tomar el precioso sendero del Rego dos Muíños en el sentido ascendente del arroyo hasta llegar al Castro de Borneiro, un asentamiento cuyos milenarios restos no dejan indiferentes.

Como tampoco lo hará el Dolmen de Dombate, un yacimiento megalítico muy bien conservado y que encontramos muy protegido algunos kilómetros después.
Después subiremos al Monte de Castelo de Lourido a 312 metros de altitud para contemplar magníficas vistas de la Ría de Corme y Laxe.

Finalmente realizamos el descenso para reencontrarnos de nuevo con el litoral costero y navegar entre acantilados por las playas de Rebordelo y San Pedro hasta la de Laxe, objetivo final de la jornada.

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Ponteceso

¡Hola amig@s!
Comenzamos la marcha regresando a la Plaza Relleno de Ponteceso, con su crucero, que conocimos en la jornada anterior. Muy cerca hay una zona ajardinada con un monolito levantado aquí en 1981 en honor a Eduardo Pondal, el poeta padre del Himno Gallego. Este peñasco homenajea en cierto modo el sueño del artista en ser sepultado en un dolmen.
 

Monolito homenaje a Eduardo Pondal
Monolito homenaje a Eduardo Pondal
 
Para abandonar esta localidad, nos dirigimos a su puente del siglo XIX para cruzar el río Anllóns, caudal testigo de un pasado industrial dedicado a la madera.
 
 

Ponteceso de Cabanas

Al otro extremo del puente comienza la urbe de Ponteceso de Cabanas con vistas al oeste a las Marismas de O Malecón y al Monte Blanco en estos primeros compases.

Después la carretera AC-429 se empieza a jalonar a ambos flancos por viviendas, algunas de ellas poseedoras de cierto patrimonio de interés.

Tras 1 un kilómetro por el acerado del margen izquierdo debemos cruzar el asfalto para tomar una calle perpendicular. La leve altitud ganada nos deja vistas al Valle del Anllóns, pero pronto quedará oculta al internamos en una frondosa senda.

Pinos, eucaliptos y algún carballo disperso nos dirigen a la ancha pista del Camino Corons que irá descendiendo suavemente a las inmediaciones del Anllóns, en Pozo dos Caldeiros, justo donde el río se abre al estuario.
 

Estuario del Anllóns
Estuario del Anllóns
 
Hoy nos toca afrontar toda esta extensión de llanura costera desde la orilla opuesta a la que recorrimos la jornada anterior. Y aunque el escenario es el mismo, la luz de la mañana y las perspectivas lo hacen bien distinto. Al oeste, a unos 15 km, nos espera la cumbre del Monte Castelo de Lourido. Pero todavía nos queda un fascinante camino antes de llegar allí.

Ascenso por el Monte das Pías

El camino abandona momentaneamente la orilla para salvar el relieve del Monte das Pías. Un corto repecho de unos 500 metros de longitud que nos hará llegar a los 40 metros de alltura. Aunque rápidamente se inicia el descenso entre la espesura hasta un área a cielo abierto donde podemos tomar nuevas fotografías al Anllóns y a sus meandros forzados por los arenales.
 

 

Playa de O Curro

Al sureste las casas de Neaño, pero el trayecto nos dirige al suroeste de nuevo al estuario. En esta ocasión nos recibe su Playa de O Curro, que a falta de personas dadas las horas tempranas ya aprovecha la protegida fauna aviar del entorno.
 

 

Senda Fluvial do Anllóns

Desde aquí se otea el horizonte del estuario bien cobijado por la manga del valioso sistema dunar de la Playa da Barra que asciende suavemente dando color al Monte Blanco. A partir de este punto iniciamos la Senda Fluvial do Anllóns que navegará pegada al río durante algo más de 3 kilómetros y medio.
 

 

Playa de Urixeira

Tras 600 metros de recorrido divisamos cómo unas pequeñas embarcaciones encuentran un lugar ideal para fondear. Se trata de la Playa de Urixeira, un espacio sosegado de unos 100 metros de longitud que se puede disfrutar bien probando sus aguas o bien realizando un agradable paseo. Aquí también hay un pequeño observatorio ornitológico, lo que nos recuerda que este ecosistema es lugar de paso de un gran número de aves migratorias.
 

 
Playa de Urixeira
Playa de Urixeira
 
Continuamos franqueando la Punta de Orexeira para ir descubriendo los siguientes intervalos de ribera, como A Carballa, lugar al que pronto llegaremos.

Tenemos que decir que estos prados húmedos que alternan bancos arenosos con otros de fango están reconocidos como Monumento Natural dentro de la Red Gallega de Espacios Protegidos. Un entorno propicio para el crecimiento del berberecho, especie muy codiciada por las mariscadoras del Río Anllóns, las cuales se dedican fundamentalmente a la extracción de este molusco.
 

Vistas de A Carballa
Vistas de A Carballa
 

A Carballa

A Carballa nos recibe con vistas al meandro de salida al mar del río, y con nuevas embarcaciones de pequeño calado, alguna de ellas esperando quizá a su dueño para entrar en faena.

Metros más tarde, en la Plaza O Pendón encontramos por un lado, unas curiosas figuras que homenajean al percebe y por otro lado, este monolito con piezas de cerámica dedicado a las víctimas japonesas del desastre nuclear de Fukushima del 11 de marzo de 2011. Según el panel explicativo representa un poema de autor japonés que contiene todos los sonidos de la lengua japonesa.
 

 
 

Playa de O Pendón

No conocemos estos sonidos, pero sí los de las pisadas, que son universales, y los de la brisa que nos golpea suavemente mientras flanqueamos la Playa de O Pendón. Sonidos como tantos otros que hablan un lenguaje común y que seamos de la especie o raza que seamos, deben obligarnos a entender cómo vivir en este mundo.
 

 
Una quimera que símbolos como las cruces muchas veces han intentado alcanzar, pero que en ocasiones nos han separado más que unido.

Quizá, algún día, si logramos sentir realmente el lenguaje de la naturaleza nos pueda ir mejor como especie.
 

 
Pero bueno, estas son reflexiones que nos podemos permitir en este entorno, próximos ya a la desembocadura del río entre las Puntas O Real y Taboído.

Antes de afrontar esta subida todavía nos resta bordear la Ensenada de Lodeiro, testigo del auge de la carpintería de rivera del siglo XX encargada de la construcción de veleros y otros tantos pesqueros. Hoy día todavía sobreviven varias de estas carpinterías tradicionales.
 

 

As Grelas

As Grelas marca el punto y final de esta ensenada y de nuestro recorrido por el Estuario. Cruzamos con cuidado la carretera AC-429 para incorporarnos ahora a otra preciosa senda fluvial protagonizada por uno de los afluentes del Río Anllóns. Nos referimos al Rego dos Muíños.

Rego dos Muíños

Este arroyo da nombre a la ruta y este a su vez toma su denominación gracias al valioso conjunto etnográfico que iremos encontrando a nuestro paso, conformado por los molinos harineros.
 

 
En total saldrán al encuentro 24 molinos, unos mejor conservados que otros al poder ser restaurados, que ponen en valor el importante legado económico agrícola que esta arquitectura popular proporcionó antaño a los habitantes de las aldeas colindantes.

Hoy son bonitos vestigios que aderezan este agradable itinerario para disfrutar paseando o realizando alguna práctica deportiva en la que aprovechar para hinchar el pecho de aire puro.

Un rico entorno verde donde el musgo y la hiedra juegan un papel fundamental tapizando la arboleda que delimita el trazado, éste compuesto en sus primeros tramos por una estupenda y acondicionada pasarela de tablones de madera.

Cuando el suelo de madera desaparece se sustituye por una cómoda pista de tierra y grava que nos permite seguir inmersos en este deleite natural.

La senda encara un ascenso remontando el río

La ruta del Rego dos Muíños consta aproximadamente de unos de 3 kilómetros y medio en continuo ascenso, remontando el curso del caudal del arroyo. Se puede decir que la primera mitad del recorrido es la más liviana con un terreno de suave pendiente en la que todavía se dejan ver algunos espacios abiertos de prados y parcelas de cultivo.

Pero estos elementos son escasos ya que rápidamente la espesa vegetación de ribera nos envuelve de nuevo. El Rego dos Muiños dispone de excelentes infraestructuras que salvan el cauce aunque hay ciertos pasos desnudos que hacen el camino más estimulante.
 

 
Abedules, robles y algún castaño disperso nos cobijan por esta preciosa galería que de cuando en cuando nos sorprende con un nuevo molino.
 
 
Poco a poco el sendero se va encajonando entre las faldas de los Montes do Gontón y O Roncadoiro acentuándose la verticalidad del terreno y por ende la caída del río y nuestro esfuerzo por remontarlo.

El murmullo del agua y su brincar alegre por la pequeña garganta nos hacen más llevaderas estas rampas acertadamente escalonadas que oscilan entre el 11 y el 15 por ciento de inclinación.
 

 
Y cómo no, se agradecen estos vestigios de arquitectura popular que nosotros hoy tomamos como excusa para recuperar aire. Antaño los vecinos del lugar los tomaban como lugar de encuentros sociales, además de emplearlos para la molienda del grano.

Hay datos que estiman que en el siglo XIX existían más de 5000 molinos en toda Galicia, y no es de extrañar, ya que la orografía del terreno de la región y sus recursos hídricos permitían el aprovechamiento de la fuerza del agua.
 

 
Y si a estos molinos les acompaña un paraje lleno de bellos rincones tampoco es raro que en el año 2007 las administraciones lucharan por recuperar este trazado y darle el valor que se merece.
 
 
Pues sí, las dos primeras etapas del Camino de los Faros pesan en las piernas, pero todavía hay terreno suficiente para ponerlas a tono.

La señales nos dirigen ahora por la carretera AC-430 durante unos exigentes 500 metros de asfalto en los que habrá que estar atentos al tráfico. Este tramo nos deja en las inmediaciones de otro de los hitos más destacados de esta jornada, el Castro de Borneiro.
 

Llegando al Castro de Borneiro
Llegando al Castro de Borneiro
 
Pero antes de llegar a él debemos ir despidiéndonos de la ruta del Rego dos Muíños que nos brinda aquí una apacible área de descanso en la que poder reponer fuerzas una vez realizada la visita a este enclave.

Castro de Borneiro

Y es que este lugar emana un hechizo ascentral indiscutible. Lo notamos a medida que vamos subiendo las últimas rampas escalonadas hacia el cerro en el que se ubica el Castro de Borneiro, donde se van adivinando los primeros tabiques de viviendas y murallas.
 

Panel informativo del Castro do Borneiro
Panel informativo del Castro do Borneiro
 
El acceso se hace por el Barrio Exterior donde se ubicaba un aljibe y una sauna. Sí sauna, habéis oído bien, que no la usaban solo como balneario sino también para realizar rituales.
 
 
Para conservar todo este patrimonio se recomienda no subir a los muros, mensaje que bien se recuerda en estas lápidas grabadas.
 
Lápidas de advertencia
Lápidas de advertencia
 
Después entramos en la croa, o recinto principal, donde podemos apreciar las moradas en las que se desarrollaba el devenir cotidiano de sus habitantes. En este emplazamiento fortificado podrían llegar a vivir alrededor de unas 400 personas entre los siglos IV a.C. y I. y II, d.C. siendo sus orígenes en la Edad del Hierro.
 
 
En este sentido, aunque sus habitantes vivían de la agricultura y ganadería, la metalurgia también era un sector relevante ya que proporcionaba útiles para la defensa del castro y la labranza de los campos.

Solo se han salvado las bases de los cimientos de los edificios, así que es fácil adivinar la estructura circular de las viviendas domésticas y otras cuadrangulares que podrían corresponder a talleres, cuadras o almacenes.
 

Castro de Borneiro
Castro de Borneiro
 
Se estima que estos edificios podrían llegar a medir los 4 metros de altura incluyendo la techumbre, que conformaban con paja y ramas.

Actualmente pueden verse unas 36 construcciones en todo el complejo, pero se sabe que todavía hay zonas por descubrir. Quién sabe, quizá este fascinante lugar nos depare más sorpresas en el futuro.
 

 
Abandonamos el Castro de Borneiro para continuar el camino por una ancha pista que desembocará unos 500 metros más tarde con la ya conocida AC-430. Con mucho cuidado cruzamos al otro lado para tomar una vía secundaria que nos dirigirá a la aldea de Vilaseco.

Vilaseco

De marcado acento rural esta villa destaca por disponer de buenos ejemplares de hórreos de piedra. Casi podemos decir que casi ganan en número a las viviendas de la localidad.
 

 
Hórreos de Vilaseco
Hórreos de Vilaseco
 
También se deja ver un cruceiro de granito, sin figura, elemento que marca una nueva encrucijada.
 
 
Avanzamos por las calles de la urbe hasta incorporarnos unos metros por una senda que acorta el trazado para desembocar en otra pista de asfalto. Aquí la Galicia agrícola y ganadera no defrauda.

Tras Vilaseco nos acoplamos a la vía DP-1404. En los casi 1000 metros que transitaremos por esta pista daremos primeramente con otro cruceiro, este con una tosca figura de un cristo crucificado. En segundo lugar, y a pocos metros del cruceiro se emplaza otro de los hitos destacados de esta etapa, el Dolmen de Dombate.
 

 

Dolmen de Bombate, la Catedral del Megalitismo

Lo primero que nos llama la atención de este lugar es que el yacimiento arqueológico está altamente protegido por un recinto a modo de vitrina con cubierta de casetones de madera.
 

Recinto acristalado
Recinto acristalado
 
Todo ello producto de un minucioso estudio de conservación de esta estructura de piedra considerada la “Catedral del Megalitismo” en Galicia.
 
Dolmen de Dombate
Dolmen de Dombate
 
Y es que en el interior de sus paredes se hallaron importantes pinturas policromadas y grabados cargados de simbolismo que al quedar al descubierto tras las excavaciones realizadas a finales del siglo XX, se exponían a un fuerte deterioro producido por el agua, luz, temperatura y humedad.
 
 
Realmente el Dolmen de Dombate se compone de dos túmulos, Dombate “antiguo” y Dombate “reciente”, siendo el primero anterior en el tiempo y sepultado tras el levantamiento del más nuevo. Las etapas de su uso abarcan desde los años 3.700 y 2.700 a.C.
 
Dolmen de Dombate
Dolmen de Dombate
 
En el interior de este recinto hay paneles explicativos sobre cómo se las gastaban en la época para trasladar estas moles de piedra. Solo la losa de la cabecera pesa casi 8 toneladas.

La función principal de esta estructura era la de cámara funeraria y lugar de veneración de los antepasados. La orientación al sureste del dolmen no es casual, ya que se sabe que los habitantes del neolítico tenían conocimientos de los ciclos del sol, tomando el solsticio de invierno como el del nacimiento de un nuevo año y con ello el crecimiento de las cosechas y ejecución de rituales para el buen porvenir de su sociedad.
 

 
Algunos escritores como Eduardo Pondal encontraron inspiración en este vestigio para sus creaciones, de hecho este autor publicó en 1885 un poema sobre este elemento megalítico.
 

Fontefría

Último repecho hasta Castelo de Lourido

Reanudamos el viaje tomando de nuevo la carretera DP-1404 que pronto abandonaremos por una vía secundaria dirección norte, hacia la villa de Fontefría. Maizales, viejos molinos, prados de pastos, huertas y hórreos siguen rociando este hermoso entorno rural que ya empieza a despertarnos el gusanillo del hambre.
 

 

Monte Castelo de Lourido

Afrontamos ahora un último repecho para alcanzar el punto más alto de esta etapa y de todo el Camino de los Faros. Un cartel que nos saca del asfalto nos da referencias del lugar: el Monte Castelo de Lourido.
Las rampas de esta subida son buenas para resoplar ya que oscilan entre el 12 y 16 por ciento de inclinación. Afortunadamente este tramo solo consta de 1 kilómetro aproximadamente, así que antes de que nos demos cuenta ya tenemos a la vista el punto geodésico marcando la cota más elevada: 312 metros de altura.
 

 

Un excelente mirador azul

Esta espectacular cima es un auténtico mirador desde el que dominar gran parte de la Ría de Corme y Laxe. Precisamente a esta última localidad tendremos que llegar en la etapa de hoy. Echando la vista más al norte divisamos el Faro Roncudo, Corme y sus arenales, Monte da Facha y Monte Blanco, la Playa da Barra y el Estuario de Anllóns, que flanqueamos en la mañana.
 

 
Tras realizar el almuerzo en este panorámico lugar toca deshacer los metros subidos. Los primeros metros son los más incómodos debido a la verticalidad del terreno y la presencia de piedra.

Arnela

Pero después conecta con una ancha pista forestal entre pinos y eucaliptos que nos hará alcanzar rápidamente las inmediaciones de la aldea de Arnela.
 

 
Lo mejor que hacemos es no mirar los kilómetros que nos restan de etapa y nos dejarnos llevar, por ejemplo, con detalles que nos transportan a Santiago de Compostela. Y mientras nuestros pies navegan entre las huertas de los hacendosos vecinos nuestra mirada lo hace acompañando al Anllóns hacia su desembocadura.
 
 

Canduas

Iglesia de San Martiño

Regresamos al asalto, a otra pista vecinal que nos introduce en la villa de Canduas entre las parcelas residenciales en las que se advierten buenos caserones de piedra. También se adivina una espadaña, la de la Iglesia de San Martiño, cuyos tejados se van dejando ver conforme avanzamos.
 

 
El templo de San Martiño, que tiene la particularidad de estar orientado al norte, fue construido sobre los cimientos de un monasterio benedictino del siglo XIV.
 
Canduas
Canduas
 
Continuamos atravesando la localidad entre los muros de terrenos privados, la presencia de nuevas encrucijadas y las tierras de labor de sus habitantes.
 
Cruceiro de Canduas
Cruceiro de Canduas
 

Taboído

Las señales nos harán cruzar la carretera AC-429 para introducirnos en las casas de Taboído, donde volvemos a ganar altura.
 

 
Salimos rápidamente de la urbe para cambiar el ladrillo de viviendas por la madera del bosque, aunque algunos prefieren combinar ambos conceptos.

Pinos, eucaliptos y un extenso manto de helechos nos acompañan en este intervalo de camino, primero por asfalto para luego hacerlo por pista de tierra, donde el terreno comienza a descender acercándonos de nuevo al litoral.
 

 
Un agradable tramo al cobijo de la sombra y sintiendo cada vez más cerca la brisa del mar y el sonido del golpear de olas.

Regresamos a la senda costera

Finalmente el camino regresa a la orilla entre los salientes de Punta de Escanavada y Punta de Canduas.
 

Punta de Escanavada
Punta de Escanavada
 
La verdad es que ya se echaba de menos volver a estos pasos acantilados, aunque supongan una sucesión de subidas y bajadas que ponen a prueba nuestra resistencia.
El trazado deja impresionantes vistas al litoral de Corme y Punta do Roncudo aunque no dejaros hipnotizar demasiado por estas vistas ya que por aquí se recomienda ser precavidos y no salir del sendero, ya que hay zonas muy verticales.
 
 
Echando la vista atrás apreciamos cómo la Punta de Padrón ya empieza ocultar la Ensenada da Ínsua con la desembocadura del Anllóns.

 

Punta de Padrón y la desembocadura del Anllóns
Punta de Padrón y la desembocadura del Anllóns
 
Seguimos avanzando hacia al oeste, divisando ciertas propiedades emplazadas en lugares privilegiados, como la situada frente al relieve submarino de la Isla do Castelo. Por aquí también flanqueamos entrantes costeros interesantes como la Furna dos Bolos, o la Furnela Mundiña, última concavidad rocosa antes de llegar al extremo desde el que apreciar el romper de olas en la Isla do Castelo.
 
 

Playa de Rebordelo

A continuación el dibujo de la costa hace un giro de 180 grados para abrirnos un bonito panorama aderezado con dos arenales separados por la Punta da Catuxa.
 

Punta da Catuxa separando las Playas de Rebordelo y San Pedro
Punta da Catuxa separando las Playas de Rebordelo y San Pedro
 
El primero de ellos es la Playa de Rebordelo, quizá la más famosa del municipio de Cabana de Bergantiños. Con una longitud de unos 200 metros su fina y blanca arena y aguas turquesas nos atraen como un imán. Además mientras nos vamos acercando a ella sentimos cierta envidia de cómo niños y mayores postran sus extremidades inferiores en la orilla, cosa que a estas alturas de etapa necesitamos como agua de mayo.
 
Playa de Rebordelo
Playa de Rebordelo
 
Si tras 23 kilómetros recorrido tenéis los pies castigados, ellos os agradecerán esta cura termal.
 
Playa de Rebordelo
Playa de Rebordelo
Playa de Rebordelo
Playa de Rebordelo
 
Tras la refrescante parada hay que salvar el relieve de Punta da Catuxa para llegar al siguiente arenal. Por aquí perdemos momentáneamente la referencia de las señales pero enseguida encauzamos la maleza para volver a la senda correcta.
Mientras rodeamos Rebordelo advertimos la presencia de surfistas los cuales aprovechan el tendido romper de olas hasta la orilla para disfrutar de largas cabalgadas.
 
Playa de Rebordelo
Playa de Rebordelo
 
 

Playa de San Pedro

Seguimos avanzando para alcanzar rápidamente el próximo arenal, la Playa de San Pedro la cual se encuentra encajonada entre los salientes de Punta da Catuxa al este y Cormellana al oeste. Esta orilla de unos 150 metros es más inaccesible que la anterior aunque nos parece un precioso anfiteatro con gradas tapizadas por un manto verde.
 

Playa de San Pedro
Playa de San Pedro
 
 
 
La señales nos invitan a pisar la playa pero nosotros decidimos progresar por este trazado que vuelve a acercarse con vértigo a la costa quebrada. Un terreno que especies como gaviotas y cormoranes dominan a la perfección.
 
 

Punta do Cabalo, último repecho de la jornada

Nosotros en cambio debemos enfrentarnos a algunos obstáculos, perfectamente salvables y que dan autenticidad al trazado. En este intervalo los helechos nos cercan con vivos colores con los que quizá pretendan aumentar nuestra presión sanguínea para afrontar el siguiente repecho.
Hay que tomarse con humor esta inesperada subida para que no se haga muy larga.
 

 
Este pequeño ascenso de 300 metros nos permite alcanzar Punta do Cabalo, el saliente costero que ya nos abre el horizonte a Laxe, nuestro objetivo de hoy. Y menos mal, porque ya empezábamos a escasear de agua.

Los pequeños toboganes del perfil flanquean ahora los accidentes del Coído da Cerva y Punta Rubia, donde destaca la silueta dentada de los acantilados.
 

Coído da Cerva
Coído da Cerva
 
 

Coído dos Muíños

Quinientos metros después llegamos al entrante del Coído dos Muíños, concavidad que recibe este nombre gracias a los molinos que se levantaron aquí para aprovechar el cauce del arroyo en su camino hacia la desembocadura mediante un pequeño salto de agua.
 

Coído dos Muíños
Coído dos Muíños
 
Rodeando el coído debemos estar atentos al vadeo del arroyo donde se puede adivinar entre la maleza la presencia del otro molino. Después, atravesamos un pequeño tramo emboscado para salir de nuevo a cielo abierto.
 
 
A partir de aquí tan solo nos dista 1 kilómetro para llegar a a Laxe, cuyo concello se inicia en el saliente de Punta da Area. Esta será la última convexidad que bordearemos antes de ir directos a nuestro objetivo del que ya se obtienen magníficas panorámicas.
 
Ensenada de Laxe
Ensenada de Laxe
 

Laxe

Laxe mira al norte, hacia Punta do Roncudo y su faro, y es el extremo al sur de la Ría que forma junto a Corme, una ría que nos ha cautivado en estas dos etapas. Para nosotros hoy Laxe se convierte en un bálsamo en todos lo sentidos, sobre todo porque entramos en la localidad por su playa, por el roquedo del extremo oriental.
 
 

 
Ensenada de Laxe
Ensenada de Laxe
 

Playa de Laxe

Llegar por aquí significa por un lado resucitar los castigados pies en estas aguas reparadoras, con el permiso de las algas claro. Por otro lado, de intentar compartir con los habitantes del entorno la alegría de poder haber finalizado otra fascinante etapa. Y por último dejarte llevar por la orilla de esta playa de casi kilómetro y medio de longitud en un embaucador paseo para poner el colofón a la jornada.
 

 
Estos del Camino de los Faros saben bien lo que se hacen y algo nos dice que no dejarán de sorprendernos en las siguientes etapas.
Hasta la próxima!

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