
RÍO BOROSA – SALTO de los ÓRGANOS
Comenzamos la jornada desde el Centro de Visitantes del Río Borosa en el que hay una Piscifactoría que rodeamos rápidamente para incorporarnos al sendero que acompaña al Borosa río arriba.
Las primeras cascadas no tardan en llegar, como la de la Poza que viene alimentada por las aguas del arroyo tributario de las Truchas.
Los kilómetros iniciales del camino transcurren por una cómoda y ancha pista de tierra que nos van a permitir avanzar con rapidez y disfrutar del discurrir del río entre varios puentes jalonados de espectaculares pliegues orográficos.
Tras unos 4 kilómetros el sendero se encajona junto al río entre las paredes de un desfiladero cincelado por la fuerza del agua. Es la Cerrada de Elías, cuyo tránsito emplea pasarelas voladizas para poder superar algún tramo permitiendo con ello sentir de cerca toda la viveza del Borosa.
A continuación progresaremos por la Cerrada del Puente de la Piedra hasta alcanzar la Central Eléctrica Salto de los Órganos, construida en la década de los treinta del pasado siglo.
Este complejo supone el inicio del intervalo más duro de la etapa, con firmes empedrados y escalonados cuyo esfuerzo por superarlos se verá recompensado con una sucesión de cascadas como La Parpaya, Tres Colas la Calavera, hasta llegar a la “madre” de todas ellas, El Salto de los Órganos.
Tras contemplar con asombro estos caprichos naturales realizamos un corto pero duro ascenso hasta introducirnos en el interior de la montaña Picón del Haza, que cuenta con túneles por donde corren canalizaciones de agua que descienden a la Central Hidroeléctrica.
Estas canalizaciones parten del Embalse y Presa de los Órganos, infraestructuras a las que llegaremos posteriormente. Muy cerca de ellos podremos visitar el nacimiento del Río Borosa y la tranquila Laguna de Valdeazores, siendo está última el punto final de la ruta.
Centro de Visitantes del Río Borosa
¡Hola amig@s!
Aprovechamos la Ruta 18 de los Pueblos Mágicos de España para acercarnos al Sendero del Río Borosa, en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas.
Comenzamos la jornada desde el Centro de Visitantes del Río Borosa en el que hay una Piscifactoría que rodeamos rápidamente para incorporarnos al camino que acompañará al cauce prácticamente durante toda la jornada.
El panel informativo que aquí encontramos nos indica los primeros 7 kilómetros de recorrido que llevan hasta una Central Hidroeléctrica, aunque nuestro objetivo de hoy es prolongar más la aventura para ver las cascadas que llevan al Salto de los órganos y, finalmente, culminar en las mansas aguas de la Laguna de Valdeazores.
En total nos van a salir cerca de 30 kilómetros de ruta que como veis no tarda demasiado en deleitarnos con sus primeros saltos de agua.
Entre la Loma del Carrascalizo y el Cerro Pesquisidor
Algunas de las pozas que aquí se forman son óptimas para el baño aunque en pleno invierno como ahora nos encontramos, el chapuzón, como que no apetece. No obstante eso no quita el que podamos aproximarnos a la orilla para sentir más cerca el brío con el que desciende el caudal.
Y es que el Borosa, aparte de algunos tramos escarpados que aceleran su paso, también recibe el aporte de diversos arroyos que aumentan su capacidad. En este sentido aquí encontramos las aguas pertenecientes al Barranco del Ruejo, que por un lado se vierten rebosantes por la orografía y por el otro se canalizan a modo de fuente.
El camino avanza embutido entre la Loma del Carrascalizo al oeste y el Cerro Pesquisidor al este, cotas que el sol empieza a vencer a medida que va ganando altura.
Cascada de la Poza
A continuación llegamos a la Cascada de la Poza, un hito natural que encontramos abarrotado de gente. El accidente geográfico está formado por la desembocadura del Arroyo de las Truchas y llaman la atención los pliegues de la corteza terrestre por el que este río conecta con el Borosa.
Seguidamente aparece un puente atravesando el curso del agua. Cuidado con estas pasarelas pues no todas están en condiciones de ser pisadas. Por fortuna, ya se encargan las señales de prohibirnos el paso en aquellas que se muestran defectuosas.

Los siguientes 800 metros transcurren por un bello y serpenteante trazado donde el correr del Borosa no cesa de estimular el ánimo.
Puente de los Caracolillos
Al poco, llegamos al Puente de los Caracolillos, llamado así por encontrarse en un paraje del mismo nombre.
Esta denominación se debe a un pintoresco pliegue que aparece en la pared oriental, donde las capas de roca se muestran en forma semicircular. Esta disposición geológica se debe a las enormes fuerzas que generaron entre sí las placas tectónicas en la era Terciaria cuando tuvo lugar la llamada “Orogenia Alpina”.
Aunque cueste creerlo, todo este bonito paraje que hoy recorremos estaba debajo del agua hace millones de años, concretamente bajo el mar de Tethis. Los restos fósiles de animales marinos encontrados en la roca son prueba de ello.

Puente de Vado Rosales
Tras otros cientos de metros de caminata llegamos al Puente de Vado Rosales infraestructura que utilizaremos para pasar al otro margen del río.
A partir de Vado Rosales nos vamos a despedir de la ancha pista de tierra para incorporarnos a otra un poco más estrecha e irregular. Las paredes de esta depresión que transitamos se estrechan y el sendero se va adaptando a los escarpes de la ladera navegando entre la vegetación de ribera y algunas balaustradas de madera que protegen de las zonas más delicadas.
Y cuando por un lado el avance se complica, ya se encargan los puentes de llevarnos al otro para seguir avanzando.
Serán varios los pasos elevados que cruzaremos en un corto trecho de terreno lo que hará que disfrutemos todavía más de este espectáculo fluvial. Con el día despejado y la hora de luz adecuada donde los rayos de sol logran bañar el río, podremos deleitarnos con la variedad de verdes y turquesas del Borosa.

Cerrada de Elías
Uno de los parajes más pintorescos de esta ruta lo encontraremos a la llegada del siguiente puente, a las puertas del enclave conocido como La Cerrada de Elías.
Aquí el río ha conseguido abrirse paso erosionando la parte inferior de estas paredes de roca caliza y dolomita. El resultado es un abrupto y encajonado cañón en forma de U al que se le ha incorporado una pasarela peatonal para poder atravesarlo.
En la primera parte de este tramo el sendero todavía se vale de la orografía de la orilla del cauce para caminar, ciñéndose con estrechez a la pared. Hay que tener precauciones con los resbalones porque el suelo suele estar húmedo o aparecer anegado con las crecidas.
Después, unos escalones nos elevan varios metros sobre el nivel del río incorporándonos a unas pasarelas dispuestas en voladizo al cauce. Las impresiones son fascinantes, casi podemos sentirnos parte del río. Sin duda es la parte más emocionante de este tramo.
Una vez que salimos del espacio más encajonado del cañón la superficie vuelve a mostrarse más generosa y por tanto regresamos a la senda de tierra y roca abandonando con ello las pasarelas de madera.

Puntal de La Cerrada
Sin embargo, la Cerrada de Elías todavía se prolonga un poco más hasta dar con el Puntal de La Cerrada, donde el camino se incorpora a una pista más ancha y cómoda.
Cruzamos el puente al que le hemos dado el nombre del cerro que jalona por el norte al Borosa y seguimos avanzando.
Puente de la Piedra
La próxima plataforma que se eleva sobre el caudal es el Puente de la Piedra, situado al inicio de una cerrada que va a incrementar la exigencia de nuestros pasos. Por aquí comenzamos a percibir que el río desciende con algo más de empuje debido a que el perfil se muestra más abrupto.
Nosotros también lo notamos en la inclinación de la subida. No podemos olvidar que vamos en sentido contrario al Borosa, remontándolo hasta su nacimiento. En esta parada nos percatamos de que hemos ascendido más que el propio curso del río lo que hace que podamos dominarlo desde las alturas.
Este hecho hace que el camino se asome inevitablemente con vértigo a la caída aunque hay ocasiones en las que nos sentimos a salvo por la acertada infraestructura a base de balaustradas y muros. No obstante, el recorrido también sobrecoge por arriba, con unos metros de farallones calizos que sobrevuelan nuestras cabezas.


Superado este trecho volvemos a ponernos al nivel del Borosa en una pendiente más suave que atraviesa un valle algo más abierto, pero cerrado al fondo con las elevaciones de los cerros Puntal de las Cabras y El Castellón, de 1649 metros y 15223 metros de altitud respectivamente.
Para evitar estos perfiles el trazado se orientará al sur, dejando los escarpes de El Castellón a nuestra izquierda y continuando paralelos a un Borosa cada vez más accidentado.
Si estamos atentos podremos adivinar un antiguo refugio de pastores que se construyó aprovechando el muro natural de la montaña.
Central Hidroeléctrica Salto de los Órganos
Finalmente, concluimos este intervalo de sendero en el puente que da acceso a la vieja Central Hidroeléctrica Salto de los Órganos.
Esta infraestructura terminó de construirse en la década de los años 30 del pasado siglo XX con el fin de suministrar energía a distintas poblaciones de la comarca.
En aquella época el desarrollo industrial provocó la demanda de electricidad. Los ingenieros no tardaron en seleccionar este paraje como el lugar ideal para diseñar una central en la que aprovechar la caída de agua, la cual se podía controlar con un sistema de embalses.
El empuje del caudal combinado con el uso de turbinas permitió generar electricidad y con ello mejorar la calidad de vida de los habitantes de la comarca y el desarrollo de las industrias locales.
Dejar atrás este complejo supone el inicio del intervalo más duro de la jornada, con firmes empedrados y escalonados cuyo esfuerzo por superarlos se verá recompensado con una sucesión de cascadas.

Cascada de la Parpaya
Una de las primeras que se hace visible es la denominada Cascada de la Parpaya. Preciosa.
Las fuertes rampas nos colocarán rápidamente sobre ella aunque la vegetación y las rocas se interponen entre nosotros. Lo que sí apreciamos ya desde las alturas son los tejados de la central hidroeléctrica eléctrica, situada justo a los pies del Cerro El Castellón.
A continuación seguimos progresando por el desfiladero por un firme que alterna cantos rodados, con tierra compacta y roca al tiempo que se nos van abriendo nuevos escenarios naturales.
Al que nos acercamos ahora es conocido como Salto de los Órganos y discurre por las apreturas resultantes entre el Peñón de la Teja, el Picón del Haza de Abajo y el Cerro Poyo Cerezo.
La carta de presentación de este espacio no defrauda con vistas a una orografía en la que el Borosa va escapando de la abrupta y escalonada orografía unas veces saltando sobre ella, otras erosionándola.
Vista desde aquí esta primera precipitación de agua bien puede servir de spa natural con su sistema de chorros relajantes incluidos.
Le precede una rocosa laguna por la que fluyen las aguas que descienden de las angosturas del barranco por medio de sucesivas cascadas. Sin duda, todo un parque de atracciones para nuestros sentidos.
Como vemos, el agua aprovecha cualquier recoveco para abrirse camino, al igual que nuestro sendero, que se adapta a la fuertes y empedradas rampas para continuar el avance.
Cuanto más ascendemos más rocambolesco es el escenario por el que escapa el Borosa.
Cascada de la Caravela
El gasto de energías para llegar hasta aquí nos pide una pausa en la que reponer fuerzas. Un buen lugar para hacerlo es en el siguiente paraje, uno de los más pintorescos de esta ruta y que está protagonizado por la inconfundible Cascada de la Caravela.
Este momento zampándonos un bocadillo de jamón serrano y queso dejándonos cautivar por los sonidos e imágenes de este entorno no tiene precio.
La Cascada de la Caravela debe su nombre a las rocas que abrigan la salida de la cola de agua, que dicen tienen forma del conjunto de huesos de la cabeza humana. Desde luego sí que son singulares y la pequeña laguna verde azulada que se forma debajo de ellas no se queda atrás. Lástima que a finales de febrero todavía no se apetezca el baño.
Reanudamos la marcha por el abrupto y rocoso ascenso que flanquea a un Río Borosa que no cesa en su empeño de regalarnos el intrincado escaparate de su recorrido.
Es curioso, pero el flujo continuo del caudal le da cierto orden y armonía al aspecto caótico y quebradizo de esta superficie rocosa. Y por supuesto, belleza.
Salto de los Órganos
Nuestros siguientes pasos nos llevan a los pies meridionales del cerro Picón del Haza de Abajo, donde nos aguarda el hito natural que da nombre a este tramo.
Con vosotros el Salto de los Órganos, una espectacular cascada de unos 60 metros de altura que otorga todavía más prestigio a esta ruta. El agua salta al vacío producido por las angosturas existentes entre el Picón del Haza y el cerro Poyo Cerezo.
Túnel del Picón del Haza
A continuación, como es complicado trepar por la cascada para seguir avanzando, el camino nos hará encarar una fuerte subida que flanquea el Picón del Haza por su costado occidental para luego alcanzar una galería que discurre por el interior de la montaña.

Este pasadizo se creó para albergar la canalización que desvía parte del caudal del Borosa hacia las instalaciones de la Central Hidroeléctrica.
El recorrido es ante todo, estimulante. La visibilidad va a depender un poco de si os encontráis cerca de las rústicas ventanas horadadas en la roca que dan al exterior.
En caso contrario, haceros con una linterna o con la misma luz de vuestro teléfono móvil para ir con más seguridad porque la vía es estrecha y puede estar anegada, como en este caso.
Después, a disfrutar.
Paso por la segunda galería
La salida de esta primera galería nos coloca sobre la Cascada del Salto de los Órganos que desde aquí apenas llegamos a percibir. A continuación acompañamos al canal en su viaje hasta la segunda galería.
Aquí, ante las dificultades de transitar pegados a la pared, preferimos subirnos a la malla metálica para superar estos metros, aunque sea un poco encogidos.
Embalse de Aguas Negras
A la salida, seguimos progresando junto al canal hasta dirigirnos a su punto de origen, el Embalse de Aguas Negras.
La infraestructura que estanca esta masa de agua junto con la presa se construyeron a mediados del siglo pasado con el fin de controlar el caudal del río. Se ubica en el pintoresco entorno comprendido entre el monte Poyo Cerezo y el Puntal de las Iglesias, este último cerro con 1449 metros de altura.
Nacimiento del Río Borosa
Los Arroyos de Ramblaseca o del Infierno por un lado, y Valdeazores por el otro aportan al embalse sus recursos hídricos, pero también lo hace el Borosa cuyo caudal nace a escasos 250 metros de aquí.
Una senda que dirige hacia el sureste nos llevará al lugar en el que se origina la surgencia acuífera del río.
Laguna de Valdeazores
Por su parte, tomando el camino hacia el suroeste que se inicia tras el puente de la presa nos dirigiremos hacia la Laguna de Valdeazores, último enclave natural de esta ruta.
La senda rodea en un primer momento al embalse por su flanco septentrional desde donde podemos obtener unas vistas fantásticas al Puntal de las Iglesias. Luego nos incorporamos a una pista forestal que irá remontando entre pinares el curso del Arroyo de Valdeazores.
Como comprobaremos tras poco más de un kilómetro recorrido por este tramo, el caudal de este arroyo también se regula por medio de una pequeña presa. Esta infraestructura permite también que la Laguna de Valdeazores luzca esplendorosa.
Nos subiremos a un promontorio rocoso para contemplarla mejor. La biodiversidad de este entorno es de gran interés ecológico ya que alberga una valiosa variedad de flora y fauna.
Con esta estampa concluimos la ruta amigos. Ahora toca el deshacer los pasos que nos llevaron hasta aquí, todos en sentido descendente.
No dar de comer a los zorros
En el regreso tendremos varios encuentros con zorros que parecen estar acostumbrados a recibir comida de los excursionistas. La recomendación es que no le deis porque se acostumbran a la presencia humana y se hacen más vulnerables a los cazadores furtivos, aparte de otros riesgos.
Aparte de estos avistamientos, disfrutamos del viaje de vuelta al contemplar los escenarios con otra luz y sentir que ahora sí fluimos en la dirección de la corriente del Borosa hasta el inicio de esta espectacular ruta.
¡Hasta la próxima!

