
SUBIDA al PICO La TIÑOSA
El Pico la Tiñosa, techo de la provicincia de Córdoba, nos espera con sus 1570 metros de altura que ascenderemos en una exigente pero atractiva jornada.
Una ruta que iniciamos en la localidad de Las Lagunillas, en el Parque Natural de las Sierras Subbéticas, y que no ha estado exenta de polémica debido a que transcurre por propiedades privadas.
La Junta de Andalucía y los dueños de los terrenos no terminan de ponerse de acuerdo para los permisos de tránsito, aunque hoy día los propietarios parecen estar más permisivos.
Es recomendable ponerse en contacto con el Centro de Visitantes Santa Rita para ver en qué estado se encuentran estos permisos de paso. Os dejamos unos enlaces web de contacto:
TURISMO SUBBÉTICA
JUNTA DE ANDALUCÍA
❗❗IMPORTANTE❗❗ Desde la Oficina de Turismo de Priego de Córdoba nos informan que actualmente la subida al Pico la Tiñosa 🌄 se hace solo por un sendero señalizado previa autorización por el Parque Natural de las Sierras Subbéticas.
Os pasamos el enlace 👉 https://www.picotinosa.com/ a la nueva información del mismo con el acceso a la web para los permisos por si queréis ir a descubrir el fantástico techo de Córdoba. Parece que ya no es necesario pasar por el Cortijo Alto de Torres.
Las Lagunillas
Hola amig@s!
Nos encontramos en el Parque Natural de las Sierras Subbéticas, provincia de Córdoba, apunto de subir a ese peñasco que se interpone en el horizonte, el Pico La Tiñosa. Y lo haremos desde Las Lagunillas, uno los pueblos desde donde se puede iniciar la ruta.
Para salir de la localidad cogemos dirección noroeste por la Calle Toledo, que se va despejando poco a poco de viviendas dejándonos ver al oeste las últimas estribaciones de la Sierra de Rute.
Loma de las Chozas y Sierra de Alhucema
Después, frente a nosotros, la cresta kárstica de la Loma de las Chozas perteneciente ya a la Sierra de Alhucema.
Si queréis ahorraros unos kilómetros de ruta, podéis llegar en coche, como ha hecho aquella familia, a las cercanías del Cortijo de Alto de Torres. Nosotros optamos por salir del pueblo para conocer los terrenos colindantes, como los Olivares de los Cortijos El Llano y Petronilo, que nos sorprender con algún almendro disperso.


Por el Camino de Cañatienda
Este tramo es conocido como Camino de Cañatienda, nombre que es tomado del arroyo que por aquí discurre, que en este día luce totalmente seco.
Debemos encontrar su curso, ya que será el que nos dirigirá por la garganta que discurre por las faldas de la Sierra de la Horconera.
El río de cantos rodados nos lleva a una cancela, señal inequívoca de que por aquí frecuenta algún tipo de ganadería.
Flanqueando el Arroyo de Cañatienda
Se acabaron los olivos, nos toca remontar el dibujo del arroyo por una estrecha senda paralela a él entre encinas y alcornoques. Algunos trechos delatan las huellas de ganado que descienden estas latitudes a saciar la sed cuando se forman humedales. La verdad es que aquí se echa en falta ver y oír correr el agua.

Todavía vamos dirección noroeste, donde la barrera caliza de Alhucema copa el horizonte.
Ahora es un vallado el que nos muestra el camino a seguir por un pequeño repecho hasta una nueva cancela. Estas son las propiedades del Cortijo de Alto de Torres y como bien pronosticamos, ya se empiezan a mostrar los primeros miembros de ganadería.
Las cancelas que crucemos a nuestro paso deben permanecer bien cerradas
Salvamos la cancela asegurándonos de mantenerla bien cerrada a nuestro paso y nos dirigimos a las viviendas del complejo del cortijo. En un lugar tan protegido, sosegado y poco acostumbrado a los cambios, es normal que despertemos la curiosidad de sus habitantes.

Además de estos ejemplares de ganado bovino hay otros muchos de ganado ovino deambulando felices por esta depresión del arroyo. Pronto seremos testigos de la fiesta que montan estos seres lanudos cuando socializan con sus semejantes. Pero antes tenemos que averiguar cómo llegar al otro lado de la valla, salvando para ello pequeños hilos de agua que bajan a nutrir las tierras de los olivares.

Cortijo de Alto de Torres
Los dueños del cortijo y sus cánidos guardianes nos indican el paso que tenemos que tomar por el complejo para continuar. Y justo al otro lado presenciamos el devenir cotidiano del rebaño, inmerso en las rutinas diarias y poniéndose al día entre unos y otros en este prado que más bien parece un gran patio de vecinos. Aunque siempre está el rarito, que siente que todo este jolgorio no va con él.
Nos gusta pensar que balan de felicidad aunque quizá nos están diciendo que estamos locos intentando subir ahí arriba, a La Tiñosa con el Pico El Morrión precediendo la cima.

Un sendero no exento de polémica
En cualquier caso, tenemos que decir que este ascenso no está exento de polémica ya que transitamos por propiedades privadas en las que no siempre ha habido consenso para su uso entre los dueños y la Junta de Andalucía, debido sobre todo a los comportamientos incívicos de algunas personas que no respetan el medio ambiente. Hoy por hoy parece que la gente va tomando conciencia y los propietarios se muestran más permisivos.
Superadas las primeras ondulaciones de terreno, obtenemos ya una buena perspectiva de la depresión formada entre las dos sierras, separadas por el collado de Puerto Mahína.
Caserío de Cañatienda
En una de las laderas se emplaza el Caserío de Cañatienda, hoy en ruinas, pero que debido a sus dimensiones y al dibujo empedrado que delatan grandes cercados se dilucide que tuvo que disponer de bastante actividad.

Elección de variante próxima a Puerto Mahína
Hay varias opciones para encarar desde aquí esta subida. Una de ellas es más abrupta y exigente, dejando las ruinas del caserío a la izquierda. La otra, la que nosotros seguiremos continúa por este camino color ocre que luego se perderá entre las piedras y la vegetación, allí donde se adivina este grupo de personas.
Por tanto, en esta variante dejamos las ruinas del caserío a la derecha.
Cruzamos el desaparecido Arroyo de Cañatienda por un paso de piedra e iniciamos la primera zona de exigencia de la jornada.
Fuente de Cañatienda
Nuestras piernas notarán este cambio de terreno y al estar centrados en él es fácil que pasemos desapercibida la Fuente de Cañatienda, que consiste en un pequeño abrevadero que almacena las aguas del manantial del arroyo.

Algunos ejemplares de arboleda terminan por sucumbir ante la dureza de la orografía, hecho que nosotros no podemos permitir.
Y es que por aquí, a parte del terreno pedregoso, tenemos que afrontar desniveles que oscilan entre el 15 a algo más del 30 por ciento de inclinación. Prácticamente subiendo escalones, vamos.

Así que lo más inteligente es ir haciendo pausas para recuperar el aire y recomponer algo de líquidos, como bien hace un simpático grupo, vecinos de la localidad de Priego de Córdoba, que encontramos a nuestro paso.
Con ellos avanzamos al siguiente tramo que comienza al atravesar una alambrada vencida por el trasiego de ganado y personas. Este lugar nos deja en un collado a unos 1200 metros de altitud muy cerca del de Puerto Mahína, que dejamos al oeste.

Nosotros debemos cambiar el rumbo al este para encontrar la vía que nos abra el paso entre ese amasijo de rocas. Esta es la parte más delicada del ascenso, que constará de unos 900 metros bastante verticales en los que habrá que medir bien los pasos.
La verdad es que fue un lujo y toda una lección de superación recorrer estos metros con este grupo, ya que entre ellos había una persona con una operación de rodilla otra con deficiencias respiratorias.
Un ascenso exigente y algo comprometido
No es nada fácil plantar el pie por aquí, lo más normal es que alguna piedra ruede bajo nuestros zapatos en más de una ocasión.

El sendero serpentea mirando una veces al norte dirección a los campos de Priego de Córdoba y otras al sur, para encontrarnos con los farallones rocosos de los que no podremos escapar.
Y mientras tanto, entre pausa y pausa disfrutamos del paisaje. La altura ya dejan asomar tras la Sierra de Alhucema los riscos que descienden del Pico Bermejo.
Ahora un poco de escalada para añadir más diversión al momento… y continuar ascendiendo. Cuidado también aquí porque el sendero se muestra en ocasiones con más gravilla que tierra, lo que puede hacerlo deslizante.
Seguimos ganando altura y con ello ya se muestra la loma de Pico Bermejo e incluso el Pico Sierra Alta, en la Sierra de Rute.
Pico El Morrión
Un esfuerzo más, y alcanzamos la cresta de este farallón rocoso dominado por el risco El Morrión. Desde esta perspectiva podemos apreciar vistas de las vertientes norte y sur de la cresta para hacernos una idea de los dominios del Parque Natural de Las Sierras Subbéticas.
Llegados a los pies del Pico El Morrión tomamos inútilmente la cara norte para llegar a un lugar de difícil acceso. Así que nos dimos la vuelta para continuar por la cara sur. Menos mal, porque nos hubiéramos perdido la cueva que esconde en su interior.
Cueva El Morrión

Dejamos pasar a unos senderistas que vienen de regreso, y nos incorporamos a la estrecha senda que nos lleva a la oquedad. Se dice que la Cueva del Morrión ya estuvo habitada en tiempos de la ocupación islámica de la península, prueba de ello son los enseres de cerámica arabesca encontrados en esta sala. Hoy día hace las veces de refugio para el ganado cabrío.

Es hora de seguir avanzando, con ello le dejamos el sitio a la tropa que viene pisándonos los talones.
Continuamos transitando la vertiente sur del Morrión, una cara que antes podíamos adivinar desde abajo, bien en el Caserío de Cañatienda o bien desde del Cortijo de Alto de Torres.
Remontamos unos metros más para salir de los dominios de este peñasco y empezamos a virar dirección noreste. Una orientación que ahora se nos despeja y para ofrecernos vistas a Sierra Nevada, el Embalse de Iznájar y la Vega de Granada entre sus filas.
Ante nosotros, el Pico la Tiñosa, a tan solo 800 metros de distancia que lo ocupa una cresta caliza de vértigo donde la erosión y las fuerzas tectónicas han esculpido su morfología.
Cima de La Tiñosa
No tardaremos mucho por tanto en lograr ver el punto geodésico entre la maraña de rocas, que a priori podría considerarse una piedra más entre tantas, pero su inconfundible forma cilíncrica lo delata.
Y aquí estamos, a 1570 metros de altitud, en el techo de la Provincia de Córdoba. Cuesta creer que estos terrenos estuvieran bajo el mar hace millones de años.


Ahora los gozamos con estas vistas espectaculares llenas de cumbres y olivares, y echando un buen rato con aquellos que se han aventurado a alcanzar esta meta en el día de la Festividad de Andalucía.

Un regalo inesperado
Alejandro, un simpático malagueño que también logró subir nos regaló una bandera de España ¡Muchas gracias!

Regreso por el Barranco El Morrión
Pero toca regresar a casa. Aunque en principio lo hacemos por donde hemos venido, queremos variar un poco descendiendo al Caserío de Cañatienda a partir de la Cueva del Morrión, por su barranco homónimo.

Desde luego es la forma más directa de llegar, pero hay que andarse con mucho ojo debido a la verticalidad y lo incómodo del terreno. Además, hay que improvisar un poco entre las piedras y la maleza para abrir senda y no llegar a un callejón sin salida.
Superado el Barranco del Morrión vemos que los compañeros de ruta han seguido nuestros pasos.
El barranco descansa en unas lomas que suavizan un poco la pendiente y el firme comprometido y siguiendo el dibujo de la cresta iremos directos a parar a las inmediciones del Caserío en ruinas.
Parece que este lugar es el sitio elegido por el rebaño ovino para realizar la sobremesa. Una bonita estampa que puede hacer honor a los buenos tiempos que tuvo que vivir este complejo rústico levantado a base de piedra de mampostería.
Tenemos que conectar ahora con el sendero de esta mañana y antes de empezar a indagar cuál es el mejor lugar para hacerlo, las ovejas se ponen manos a la obra para mostrarnos el camino.
Este tramo sí coincide con el recorrido que hicimos en la mañana, pero gusta verlo con esta luz que da de manera diferente en el valle del Cañatienda, en sus sierras colindantes, encinas que no pasan desapercibidas y en el privilegiado cortijo, este último al cuidado del fiel rebaño.
Variante por el Cortijo de los Petronilos
A partir del Cortijo de Alto de Torres vamos a tomar otra variante para llegar al pueblo de Las Lagunillas, que ya vemos flotando entre el mar de olivares. Esta variante es bastante cómoda, ya que va por una ancha pista de tierra que permite el paso de vehículos.

Aquí hay varios cortijos, como el de Los Petronilos, que hace las veces de casa rural. Y también numerosas fincas residenciales con pequeñas huertas pero cuyo grueso de terreno está dedicado al cultivo del olivar. Un olivar que envuelve el perímetro de estas cumbres de la subbética que hoy hemos tenido la oportunidad de conocer un poco mejor.
Y con el trabajo bien hecho, nos despedimos hasta la próxima.

