Circular UBRIQUE – VILLALUENGA del R. – BENAOCAZ
Acompañadnos en esta fascinante ruta circular por el magnífico escenario del 📸PARQUE NATURAL de la SIERRA de GRAZALEMA
🚶♀️🚶♂️ 32 Kilómetros
⬆️ 1.400 metros de desnivel
🏡 3 pueblos: Ubrique – Villaluenga del Rosario – Benaocaz
⛰️ 1 Cima: Pico Navazo Alto (1.395 metros de altura)
⚔️1 Calzada Romana: Benaocaz – Ubrique
Desde la Calzada Romana veremos el Salto de la Mora, un cerro en el que se ubican las ruinas de la Ciudad Romana de Ocuri. Para ver este yacimiento arqueológico es necesario Reservar la Visita ya que solo se puede hacer mediante guía.
Os dejamos el enlace en el que podréis realizar esta reserva on-line 👉 RESERVAR VISITAS
Ubrique
¡Hola amigos!
Nos encontramos en la localidad de Ubrique, provincia de Cádiz.
Tras pegarnos un buen desayuno en el Bar el Garaje, partimos sin dilación por las calles de la urbe donde pronto seremos testigos de varios hitos de interés.
Cruz del Tajo
Por un lado, la Cruz del Tajo, colocada en este cerro por un fraile capuchino para proteger al pueblo de posibles desprendimientos de piedras ante los fuertes temporales.
Convento de Capuchinos
Quizá el fraile perteneciera a este Convento de Capuchinos del siglo XVII que sale a nuestro paso, aunque realmente no lo sabemos con certeza.
El Rodezno
Pocos metros después damos con El Rodezno, unas viejas instalaciones de molinos y tenerías que aprovechaban el agua de un arroyo para la industria de la piel. Y es que Ubrique es famoso mundialmente por ser líder de la marroquinería, es decir, en la confección de altísima calidad de sus artículos de cuero.
Ermita de San Antonio
Mientras recorremos la parte oriental de la villa dirigiéndonos al sur nos topamos con la Ermita de San Antonio, un templo construido en el siglo XVI sobre una antigua mezquita, Posteriormente sufrió reformas en el XVII. En su conjunto exterior destaca su espadaña que, aunque la contemplamos de espalda, sí podemos ver cómo se corona con un un cuerpo circular.
Esta zona oriental de la urbe es una amalgama de calles intrincadas que se adaptan a la escarpada orografía que navega pegada a las rocosas peñas de la Sierra de Ubrique.
Peñón de la Becerra
Tal es así que sorprenden algunas soluciones para sacar adelante la arquitectura, como la empleada con el Peñón de la Becerra.
Ubrique también dispone de una buena oferta de miradores. No obstante, nosotros solo aprovecharemos los ventanales existentes entre las paredes encaladas de sus viviendas para otear parte de sus paisajes, como las vistas al Cerro del Torero y los Picos de Adrión y Silla, todos ellos superando los 900 metros de altitud.
Iglesia de Jesús Nazareno
Avanzando un poco más daremos con la Iglesia de Jesús Nazareno, un edificio construido entre los siglos XVI y XVII y cuyo culto original estaba dedicado a San Sebastián. La portada y espadaña son reformas realizadas en el siglo XX.
Una placa reza cómo en 1959 se realiza el cambio de culto bajo la bendición del Arzobispo de Sevilla.
Para salir de Ubrique buscamos la carretera A-373, arteria principal que prácticamente atraviesa toda la urbe. Para los que entran por aquí, se les da la bienvenida con un bonito mosaico de azulejos, donde se dan pistas del existoso proceso artesanal del trabajo de la piel.
Rotonda de la Patacabra
Metros más tarde damos con la Rotonda de la Patacabra, donde se exhibe a gran escala mediante hierro y chapa este instrumento empleado en la marroquinería ubriqueña.
Cañada de los Gamonales
A continuación progresaremos otros 700 metros más hacia el sur siguiendo la carretera A-373 hasta alcanzar el cruce con la Cañada de los Gamonales. Aquí, nuestro camino virará al este precisamente tomando esta cañada.
Y lo hará con una fuerte subida inicial de kilómetro y medio con rampas de desniveles que oscilan entre el 11 y el 18 por ciento de inclinación. Lo bueno es que al tratarse de una pista de cemento los pasos se agarran bien al firme y también agradecemos el buen desayuno que nos dimos antes de comenzar esta jornada, pues habrá que gastar energías.
Poco a poco, mientras ascendemos, van asomando por las capas de terreno las cumbres de la Sierra de Ubrique que nosotros estamos perfilando por su flanco sur.
Una vez finalizado este primer tramo exigente echamos la vista atrás para volver a contemplar las vistas al oeste. Desde aquí divisamos el Cerro Silla Alta, el Cerro del Torero y Pico Andrión y las cumbres en las que se encuentran las ruinas del Castillo de Fátima, una antigua fortaleza musulmana.
A nuestra izquierda, la Sierra de Ubrique, con la impresionante pared rocosa del Algarrobal que nos recuerda un poco al Muro de de la serie Juego de Tronos, aunque aquí sus habitantes parecen vivir en armonía con el entorno, lejos del frío, la nieve y los caminantes blancos de la ficción televisiva.
Y aunque el perfil continúa en ascenso, se hace más llevadero ya que la presencia casi amenazante de este gran mogote no deja de acaparar nuestras miradas.
La senda navega ahora por una especie de meseta a cielo abierto pero pronto comenzará a presentar con intermitencia algunos intervalos más abruptos algo más encajonados en la vegetación.
Y mientras los atravesamos observamos los riscos de esta sierra que conforman el cobijo perfecto para los buitres leonados.
Gracias a la ganancia de altura las siluetas de las sierras de los alrededores comienzan a asomar en el horizonte. No obstante, las panorámicas se pierden en cuanto volvemos a descender unos metros y la vegetación nos encierra por momentos.
Peñón del Berrueco
Uno de los accidentes geográficos que nos llama la atención es el Peñón del Berrueco, un afloramiento kárstico de unos 900 metros de altura donde hay una sima la que se realizan actividades de espeleología.
Tras este pequeño descenso, el perfil se endurece con 1 kilómetro ascendente con inclinaciones que oscilan entre el 11 y 23 por ciento, y con unos metros iniciales algo incómodos por la piedra e irregularidades del terreno.
Luego la cosa mejora progresando por la pendiente, ya en las inmediaciones de Puerto Calvito.
Casa de Barrida
Alcanzamos una vivienda en ruinas que toma el nombre de la garganta que recorre esta depresión. Sin lugar a dudas, sus antiguos residentes pudieron gozar de unas vistas inmejorables al suroeste desde este altozano.
Nuestro viaje, en cambio, continúa hacia el noreste encontrándonos a continuación con el rústico paso de una angarilla. Cuidado con estos pasos porque los que no seáis muy duchos en agilidad y equilibrio, tendréis que tomároslo con más calma para no daros una buena torta.
Tras salvar este acceso abordamos la extensión de Puerto Tirado, donde el perfil se vuelve más generoso tendiendo hacia el descenso. También tendremos que salvar otra angarilla.
Vistas a las Sierras de los Pinos y Líbar
Las siluetas de nuevas y espectaculares cadenas montañosas hacen frontera en el horizonte. Pronto hablaremos de ellas, antes tenemos que superar una concavidad en la orografía para rebasar el cauce seco del Arroyo de Barrida.
Tras este tobogán en el terreno la ruta vuelve a enfilarse hacia los ricos del este que conforman las Sierras de los Pinos y la de Líbar. En esta última resalta el puntiagudo Pico Puntal de La Raya, con unos 1260 metros de altura.
Un vallado a nuestra derecha mantiene el pulso con el trazado durante unos metros y también ayuda a controlar el territorio a los diferentes tipos de ganado que pueblan la campiña.
Luego nos separamos de este vallado para salvar el Cerro Gamonal por su flanco occidental. Al norte, ya con la Sierra de Ubrique prácticamente desaparecida, las siguientes ondulaciones calizas que empiezan a dominar son las de la Sierra de las Viñas.
Justo detrás de esa cordillera se encuentra Villaluenga del Rosario, otro de los destinos de esta jornada. Mientras llegamos allí seguimos disfrutando de este valle que nos aproxima un poco más a las colosales elevaciones de la Sierra de Líbar.
Un valle dominado por la Garganta de Barrida
El sendero sigue una marcada tendencia descendente dirigiéndonos hacia el fondo de esta depresión de terreno protagonizada por la Garganta de Barrida. Una garganta que recibe aportes de diferentes arroyos, como el de su homónimo Barrida, que como vemos se muestra seco por la falta de lluvias.
Alcanzada la garganta, también carente de agua, progresaremos aproximadamente 1 kilómetro paralelos a su cauce. Una cosa está clara, la ruta es bonita, pero el calor de aquí desluce los campos y seca muchos arroyos y eso que el Parque Natural de la Sierra de Grazalema goza de un buen índice de pluviosidad.
Ascenso por el Arroyo de La Higuerela
La garganta finaliza el confluencia de otros dos cauces, el de la Venta y el de la Higuerela. Precisamente a este último es al que tendremos que incorporarnos para continuar el viaje. Por su parte al encararlo en sentido contrario da comienzo a una tendencia ascendente del perfil.
Con el agua corriendo por aquí debe ser bien bonito y alegre ya que se adivinan algunos saltos, sobre todo cuando el terreno se muestra algo más abrupto.
De hecho, encontramos algunos espacios más húmedos que todavía se resisten a secarse pero no dejan de ser meras charcas estancadas.
Ascenso al Cerro El Quejigal
Vadeamos el arroyo para alejarnos del cauce y comenzar uno de los tramos más engorrosos, el que supone ascender al Cerro El Quejigal.
Son unos 800 metros de fuertes pendientes, algunas de más del 20 por ciento de inclinación, en los que hará falta echar mano del gps. El trazado a veces se muestra desdibujado por la vegetación y las piedras y nos hará falta para orientarnos mejor.
Y cuando tenemos oportunidad, realizamos pausas para tomar aire y contemplar unas vistas magníficas de todas las elevaciones que hemos ido dejando atrás.
Cerro de la Jara y el Chorrero
Un último empujón y nos plantamos en la cima. Desde arriba se observa mejor el lapiaz del Cerro de la Jara y el Chorrero, cuarteado por la erosión y por donde el Arroyo de la Higuerela serpentea hasta derramarse en una bonita cascada.
Pero claro, sin agua, no hay cascada y no merece la pena acercarnos. Así que decidimos dejarlo para otra ocasión, cuando las lluvias sean generosas.
Próximo objetivo: el Puerto de las Viñas
Frente al cerro Rincón de Nieto de la Sierra de Líbar se manifiesta el siguiente tramo de ruta que tendremos que sortear, donde primeramente habrá que llegar a un edificio en ruinas para luego continuar por un extenso pinar para alcanzar el Puerto de las Viñas.
Escuela de Barrida
Parece ser que los restos de esta construcción pertenecen a una antigua escuela que estuvo en funcionamiento a principios del siglo XX. En aquella época muchas familias con niños vivían en el campo y este edificio pudo suplir muchas necesidades de enseñanza escolar.
Desde luego el escenario en el que se ubica a nosotros ya nos enseña por lo menos, a admirar la naturaleza.
Cañada Real de Los Bueyes de Ronda
Para continuar atravesamos una verja situada en la parte posterior de las ruinas y tomamos dirección norte para incorporarnos posteriormente a la Cañada Real de Los Bueyes de Ronda.
Este tramo de la cañada se nos hace algo incómodo. Es un repecho exigente, con pedregosas pendientes que navegan paralelas a un murete. Además, el dibujo del camino apenas se adivina, por lo que tendremos que estar atentos para no dejar atrás la próxima angarilla.
Colada de la Plaza de Toros por el Puerto de las Viñas
Justo después comenzaremos a franquear la zona de pinares por el camino conocido como Colada de la Plaza de Toros por el Puerto de las Viñas.
Por las intervenciones que se perciben en ciertos cauces que por aquí discurren, seguramente se formen barrizales en épocas de lluvias. Lo mejor es no desviarse y continuar por la amplia pista que demarcan los pinares.
La exigencia de este tramo va in crescendo conforme nos vamos acercando al Puerto de las Viñas. Su último kilómetro combina inclinaciones de entre el 11 y el 17 por ciento, y si le añadimos las altas temperaturas que empezamos a sufrir y la necesidad de avituallamiento, pasa realmente factura en las fuerzas.
Tras sortear unos metros derruidos por la fuerza del agua alcanzamos la próxima angarilla a cruzar. Desde aquí afrontamos un último repecho por pista de tierra que se nos hace bastante duro. Sin embargo, es volver la vista y el sufrimiento se camufla por segundos ante las panorámicas que dejamos atrás.
Villaluenga del Rosario
Unas estampas que desaparecerán en cuanto lleguemos al Puerto de las Viñas ya que a partir de aquí comenzaremos a descender para ir descubriendo la Sierra del Caíllo y la villa que cobija en su falda sur, Villaluenga del Rosario.
Las cumbres de Navazo Alto, Ahorcado y Peralta despuntan amenazantes. Nos abruma un poco el pensar que dentro de poco tendremos que lidiar por aquellas latitudes.
Se dice que los orígenes de Villaluenga vienen de la época de la ocupación musulmana, allá por el siglo VIII. En el siglo XV pasó a manos de la corona Cristiana por Don Rodrigo Ponce de León.
El Queso de cabra payoya
Situado a unos 870 metros de altitud es el pueblo más elevado de la provincia de Cádiz aunque también uno de los más pequeños. Actualmente, uno de los motores de la economía de la villa es la elaboración del queso de la cabra payoya, es por eso que hicieron esta rotonda con un monumento identitario, que sirve además para regular la velocidad del tráfico.
Hay múltiples negocios dedicados a la producción de este queso. Uno de ellos salta a la vista con sus instalaciones y bajo la marca registrada queso Payoyo.
Ya tendremos ocasión de hacernos con el preciado queso y de visitar un poco más esta villa. Hoy solo tendremos tiempo para avituallarnos y así poder reanudar la marcha.
Flanqueando la Manga de Villaluenga
Para continuar tendremos que subir a la parte alta de la localidad e incorporarnos a una calzada de cemento y piedra que corre paralela a la Manga de Villaluenga y a la carretera A-374. Es la mejor opción para poder acceder al siguiente desvío en la ruta, en el que hay que estar atentos pues es fácil saltárselo.
Un duro ascenso al Puerto de los Navazos
Justo antes de una encina solitaria hay unos peldaños de cemento que suben a la angarilla del cercado de una finca. Nos introducimos en el recinto y continuamos por el dibujo del sendero que irá ascendiendo progresivamente hasta colocarse encima de las instalaciones de la granja.
A partir de aquí habrá que enfilar la fuerte pendiente de frente, buscando el paso que nos ayude a llegar al Puerto de los Navazos.
Una portilla abierta nos indica que vamos por el camino correcto. Un trazado que gana altura rápidamente en estos primeros compases.
Aunque el sendero se identifica por el cambio de tonalidad en el firme pisado, a veces el dominio de la piedra caliza lo camufla. Y si encontramos ganado suelto puede dificultarlo un poco más.
Estos ejemplares vacunos son inofensivos pero mejor buscar alternativas de paso para no añadirles tensión.
Después, entramos en un tramo quebrado calizo espectacular, encajonado entre los cerros y con fuertes pendientes escalonadas. Todo un desfile de formaciones rocosas que amenizan y compensan todo el esfuerzo.
Y cuando ganamos altura y vamos superando capas de orografía se suman al espectáculo buenas panorámicas a las cimas colindantes, como las correspondientes al Pico Fardelejas o a la Cuesta de Fardela.
Llegados a este punto el perfil empieza a mostrarse más generoso, con falsos llanos aunque todavía entre espacios conformados por roca y piedra.
Estamos bordeando la falda nororiental del Pico Peralta que pronto abandonaremos para alcanzar las inmediaciones del Puerto de los Navazos.
Aquí el paisaje cambia, siendo la vegetación la que tome el relevo al dominio kárstico.
Puerto de los Navazos
El camino nos conducirá a una cancela que tendremos que cruzar y nos aseguraremos de dejarla bien cerrada debido a la presencia de ganado.
El Poljé de Navazo Hondo
El rumbo de nuestros pasos virará ahora hacia el suroeste y pronto nos daremos cuenta de que estamos transitando una especie de llanura entre tantas elevaciones calizas. Se trata de un proceso geológico denominado poljé, producido por la descalcificación de la roca caliza y la sedimentación que el agua y el viento han ido depositando en la depresión.
El resultado es una alargada planicie rodeada de elevaciones a modo de anfiteatro. Los suelos de los poljés son muy fértiles por el material arcilloso del que se componen, por lo que no resultará extraño encontrar por aquí ganado pastando.
También en épocas de lluvias el agua acumulada suele drenarse por un sumidero natural subterráneo.
Tras esta agradecida llanura el terreno vuelve a empinarse para acometer las estribaciones occidentales del Pico del Majano. Será un tramo de unos 600 metros con inclinaciones exigentes, que oscilan entre el 11 y el 26 por ciento.
Otro pasito más para alcanzar la cumbre más alta del día de hoya, el Pico Navazo Alto.
El Poljé de Navazo Alto
Tras encumbrar este repecho nos incorporamos a otro bonito poljé que cruzamos de manera transversal. Este nueva planicie nos vendrá de maravilla para dar un respiro a las piernas antes de realizar la última subida de la jornada.
Por aquí sí que se dejan ver algunos ejemplares ovinos que parecen disfrutar tranquilos alejados del mundanal ruido de la civilización.
Ascenso al Pico Navazo Alto
Como decíamos, nos resta una última subida que afrontar para dar con el techo de esta ruta, el Pico Navazo Alto. La encararemos por la vertiente este de la montaña, dejando atrás otra cima de relevancia, como el Pico del Ahorcado, de 1324 metros de altitud.
También veremos con claridad el poljé que acabamos de atravesar.
El panorama calizo que se presenta acongoja un poco, casi laberíntico e indescifrable, pero nos daremos cuenta a medida que avanzamos que el surco de la senda se abre camino entre la roca y que es sencillo de identificar. Otra cosa es seguirlo, porque entre la pendiente y las entrometidas piedras no es raro que demos algún traspiés.
Tras unos 600 metros de fuerte subida ya se empieza a ver el punto geodésico de la cima, colocado a unos 1395 metros de altura. Un último achuchón y alcanzamos el ansiado hito.
Ni que decir tiene las impresionantes vistas que desde aquí se obtienen de las sierras colindantes. Un momento digno de celebrar.
Sin embargo no tenemos mucho tiempo para disfrutarlo ya que cae la tarde y no nos apetece que se nos haga de noche.
Fuerte descenso hasta Benaocaz
Para continuar el viaje vamos a descender por la cara norte de esta cima que como estamos observando se presenta muy escarpada y fracturada. Benaocaz, nuestro próximo objetivo no parece tan lejano, pero este terreno en el tendremos que extremar las precauciones nos hace avanzar con lentitud.
La cosa cambia cuando abandonamos la mole rocosa del Navazo Alto. Aunque el firme presenta piedras ahora hay más opciones para sortearlas. Haciendo un alto, podemos divisar por un lado la localidad de Benaocaz cada vez más cerca, y por otro lado Ubrique asoman entre uno tajos.
Hacia esos cortados tendremos que dirigirnos ya que nuestra ruta discurre entre ellos. No tardaremos mucho en llegar a ellos ya que ahora la fuerte pendiente y un firme algo más generoso nos ayudan a progresar con más rapidez.
Una vez en los cortados encontraremos una nueva angarilla que procuramos dejar cerrada nada más cruzarla. Cuidado en este descenso rocoso porque la sensación de verticalidad aumenta, sobre todo con esta mole elevada pegada a nuestra chepa.
Cuando su influencia kárstica desaparece mejora el avance, aunque no evitamos encontrarnos con otros afloramientos rocosos, algunos de ellos originados por desprendimientos.
Después nos despistamos por unos momentos desviándonos del trazado que va por la depresión, pero rápidamente corregimos el rumbo para volver a conectar con él.
Benaocaz
Finalmente terminamos incorporándonos a una pista de tierra más ancha que entrará en la localidad a través de las instalaciones de un polideportivo.
Recorremos las arterias de la urbe con rapidez pasando frente a su Ayuntamiento situado en la Plaza de las Libertades. Los orígenes de Benaocaz son similares a los de Villaluenga así que no nos detendremos en ellos.
Lo que ahora nos interesa es dar con el sendero de la Calzada Romana que nos llevará hasta Ubrique y que se inicia tras cruzar la carretera A-374.
La Calzada Romana
En los primeros compases de ruta el trazado zigzaguea por la campiña sin apenas dar visos de los restos de la calzada. La anchura no parece ser la adecuada y la pista se muestra con un empedrado muy deteriorado o casi inexistente.
Después este monumento arqueológico empieza a tomar forma. Se muestra un empedrado mejor conservado y delimitado por zanjas y cunetas para aliviar el paso del agua.
Vamos a buen ritmo porque el sentido de la marcha es descendente. Además, la noche también está a punto de caer y no es buena idea andar con tantas piedras sin luz.
Los ingenieros de estos caminos diseñaban el modelo de trazado utilizado por Roma para la vertebración de su Imperio, permitiendo así una auténtica red de comunicaciones.
La calzada que tiene una anchura media de unos 2,5 metros se conforma también de alcantarillas y aliviaderos para evacuar el agua y así evitar el desgaste del firme. En la época nazarí, el recorrido también pasaba por Archite, una población hoy desaparecida.
Acebuches, algarrobos, lentisco y olivos dominan la vegetación reinante de este paraje jalonado por las Sierras Alta y Ubrique.
Ciudad Romana de Ocuri
Muy importante es el cerro del Salto de la Mora, inconfundible promontorio en el que se ubica el yacimiento arqueológico de la Ciudad Romana de Ocuri.
Podéis conocerlo reservando una visita previa, ya que solo se accede a él mediante visita guiada.
Noy hay duda que este cerro era un lugar estratégico desde el que poder controlar el paso por esta calzada.
La llegada a Ubrique ya se siente cerca, con las luces crepusculares de la tarde regalándonos un cierre de jornada redonda.
Aunque se puede pedir más terminando como comenzamos, contemplando una de las cruces que el Fraile Capuchino Buenaventura colocó en los cerros para proteger al pueblo. Y para que quede bien claro que hasta hoy día cumplen su cometido, se iluminan por la noche.
Nos vamos amigos. ¡Hasta la próxima!