SUBIDA al PICO BONALES
En esta jornada ascendemos el Pico Bonales, de 1.055 metros de altitud, y con ello sumamos una cota más al reto de subir la cima más alta de cada provincia andaluza.
Esta en concreto se encuentra en la provincia de Huelva, en el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche haciendo frontera con Badajoz, provincia extremeña.
La ruta nos sorprende con una primavera en plena ebullición floral, entre primitivos caminos de herradura, preciosos valles y un pasado marcado por la reconquista del territorio a los musulmanes.
La repoblación con habitantes venidos de tierras leonesas más la importancia que tuvieron antaño los molinos harineros, dan nombre al pueblo que marca el punto de inicio y final del sendero: Arroyomolinos de León.
Arroyomolinos de León
Hola amig@s!
Nos encontramos en Arroyomolinos de León, en Huelva, dispuestos a iniciar el ascenso al Pico Bonales de esta provincia andaluza.
Para iniciar esta ruta debemos dirigirnos al casco histórico de esta localidad, concretamente a su Iglesia de Santiago el Mayor, que se puede divisar perfectamente desde la carretera A-434.
Concretamente destaca la espadaña del edificio, ya que el templo carece de torre campanario.
Descendemos por la Calle Grande, salvamos primero el Arroyo del Abismo para después continuar hasta la Plaza de la Iglesia.
Iglesia de Santiago el Mayor
Aquí contemplamos esta construcción originaria del siglo XIII que a buen seguro más de una cigüeña ha visto su evolución a lo largo de los años.
La estructura actual de la iglesia es del siglo XVII, aunque conserva la portada mudéjar de los pies, la cual está enmarcada por un alfiz.
La portada sur, en cambio, es neoclásica y destacan sobre ella los símbolos pertenecientes a la Orden de Santiago.
Inicio de sendero por la Calle Cerro
Para iniciar el sendero debemos tomar la Calle Cerro, a la espalda de la iglesia para dirigirnos al norte y empezar a salir de la localidad entre las distintas parcelas vecinales.
En una de ellas, una comitiva porcina viene a saludarnos. Y entre todos sus miembros destaca un pequeño jabato o rayón, perfectamente integrado en la comunidad.
Abandonamos Arroyomolinos de León en ligero ascenso por una calzada empedrada jalonada por muretes de piedra que acotan la campiña.
Detrás, observamos cómo nos vamos elevando sobre la urbe conforme avanzamos, aunque todavía no sobre las sierras que la custodian al sur (Sierra del Búho y Sierra de Paco).
Cuesta de los Olivos
Luego, un pequeño zig zag en el trayecto de derecha a izquierda nos sitúa en las inmediaciones del Cementerio.
Por aquí comenzamos a encarar la denominada Cuesta de los Olivos, aunque así de primeras esta especie de árbol brilla por su ausencia, y el espacio lo ocupan encinas y alcornoques que descansan en una gran alfombra de flores silvestres.
En lugares tan agradables como este es fácil que a sus habitantes no les cueste socializar con los transeúntes.
Y también pueden permitirse el lujo de alargar el sueño para despertar en horas avanzadas de la mañana.
Detalles que evidencian el ritmo pausado del lugar, contrario al ritmo del latido de nuestros corazones, que empieza a acelerarse en cuanto aumenta la exigencia de esta pendiente.
Tras 700 metros dirección noreste, el trazado endereza el rumbo hacia el este, dejando Arroyomolinos de León a nuestra derecha, perfectamente enclavada en el valle.
Ascenso por el camino de herradura
Es en este tramo cuando aparecen las parcelas de olivos y el firme se endurece con un camino de herradura que encara pendientes de hasta el 15 % de inclinación.
Una antigua vía escarpada que en más de una ocasión ha tenido que pelear con las durezas de la orografía para reclamar su paso.
Caminando por tierras cargadas de historia
Quizá por aquí pudieron pasar los leoneses que repoblaron estas tierras una vez que fueron reconquistadas a los musulmanes por la Orden de Santiago en el siglo XIII.
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En cualquier caso estos viejos caminos fueron usados hasta el siglo XIX para comunicar poblaciones y hoy los frecuentamos los senderistas para disfrutar de la naturaleza.
Poco a poco vamos culminando este alto que nos coloca sobre los 800 metros de altura y que vira escasos grados hacia el norte, lo que hará que pronto perdamos de vista la localidad de Arroyomolinos de León.
Ahora la pendiente se estabiliza para regalarnos unos perfiles suaves jalonados por muros de piedra y engalanados por la hermosura del entorno.
El balcón de las miradas se dirige ahora al oeste, al valle que gobiernan los cerros El Pesito y el Milano y en cuya depresión no dejamos escapar agradables estampas.
Tampoco pasan desapercibidas bellos ejemplares de flora, como las peonías silvestres que no quieren dejar escapar la primavera sin mostrar todo su esplendor.
Aunque realmente en esta época la naturaleza rezuma todo su vigor, solamente tenemos que aprovechar nuestro papel de meros espectadores para disfrutar de la exuberancia hasta donde alcanza la vista.
Puerto de la Gila
Pronto llegaremos a una encrucijada conocida como el Puerto de la Gila, donde convenientemente somos redirigidos al camino correcto por medio una baliza.
Aquí nos sorprende la floración de otra especie, la Jara; por un lado con su variante estepa, de pétalos rosáceos; y por otro lado su variante común, blanca y moteada de color carmín. Esta última nos abruma con el tamaño de algunos ejemplares.
Las dos nos acompañarán en el siguiente tramo dando color y alegría al recorrido.
Valle del Arroyo de las Vegas
Por aquí rodearemos al Cerro Milano por sus vertientes sur y este, las cuales miran al valle que recorre el Arroyo de las Vegas. Algunas cumbres que custodian esta depresión son el Alto de Matavaca y los cerros el Gallego y la Encina, este último de 924 metros de altura.
A los olivos no parece importarles distribuirse por la pronunciada pendiente de la ladera mientras el camino dibuja aquí una especie de recodo para continuar perfilando las últimas estribaciones del Cerro Milano.
Este ángulo del terreno asciende escasos metros para salvar el último brazo de este monte y comenzar luego a descender hacia la depresión que forma junto al Cerro de la Encina.
Entre los Cerros de la Encina y Milano
Por aquí ya se divisan algunas cumbres, como la de las Ceborillas, que hacen frontera entre la provincia de Huelva y la de Badajoz y que consigue alcanzar los 1000 metros de altitud.
Por el paisaje se diseminan algunas casas y cortijos, como la Casa de Erita, hito de referencia de este entorno. Unas resisten al paso del tiempo y al duro trabajo que implica la dedicación al campo, otras en cambio no han sufrido la misma suerte y dejan constancia de su existencia en forma de ruinas.
Descendemos y vadeamos casi sin darnos cuenta el Arroyo de las Vegas, que aparenta estar seco. Puede que la falta de regularidad de aporte de agua provocase el abandono de este lugar.
Ascenso por la cara norte del Cerro de la Encina
A partir de aquí, encaramos un precioso ascenso por la cara norte del Cerro de la Encina, dejando el Valle de las Vegas a nuestra izquierda.
Conforme avanzamos apreciamos cómo la variedad arbórea se incrementa. Junto a olivos, encinas y alcornoques, se suman a darnos cobijo los castaños y los robles.
Una umbría que agradecemos puesto que el sol comienza a apretar y el perfil, con pendientes de hasta el 16% de inclinación, también nos hace resoplar de esfuerzo.
Esta subida constará de unos 700 metros que nos llevarán hasta cerca de los 900 metros de altitud, dejando la cima del cerro a nuestra derecha.
Atentos a las encrucijadas
No tardaremos mucho en llegar a varias encrucijadas seguidas. En la primera seguiremos de frente, y en la segunda como bien se indica, hacia Tentudía y Bonales.
Valle de la Mora
Desde este punto iniciamos un descenso por la depresión comprendida entre el Cerro de la Encina y las cumbres de las Ceborillas y los Bonales.
Por ella navega el Arroyo del Valle de la Mora, al que pronto llegaremos.
Pero antes tenemos que atravesar un valioso tramo emboscado entre melojares, que con sus estrechos troncos y hojas lobuladas añaden un nuevo aliciente natural a esta ruta.
Y conforme nos acercamos al arroyo se van sumando aquellas especies arbustivas pertenecientes a la vegetación de ribera que otorgan mayor exuberancia al sendero.
Una vez alcanzado el caudal nos alegra ver que trae agua ya que cientos de metros al sur puede dar un poco más de vida al Arroyo de las Vegas que cruzamos anteriormente, puesto que desemboca en su cauce.
Vadeamos el arroyo e iniciamos la última e ininterrumpida subida al pico Bonales, que nos llevará poco más de 2 kilómetros y medio. Los primeros 400 metros nos dirigen al sur, todavía entre melojares o rebollos y dejando a la derecha el tramo por el que antes habíamos descendido al arroyo.
Cortijo del Portugués
Algunos claros se pueblan de flores de lavanda que nos lo ponen fácil para distraernos. Esta alfombra también se puede disfrutar desde arriba, en cuanto el camino cambie de orientación hacia el noroeste a la altura del Cortijo del Portugués.
Afortunadamente, de momento podemos sobrellevar las alergias para disfrutar de estos momentos. Aunque bueno, también hay que ganárselo con esfuerzo físico. Las pendientes de este tramo pueden llegar al 13 % de inclinación.
Collado de la Majada de la Mora
Al poco llegamos al Collado de la Majada de la Mora, ya en la provincia de Badajoz, aunque seguidamente viraremos al suroeste para continuar ascendiendo y entrar de nuevo en Huelva.
Cuando los robles nos dejan, desde esta posición se pueden ver al noroeste algunas cumbres de la Sierra de Tentudía, como el Alto de la Buitrera o el Cerro de la Fontanilla.
Finalmente, hacemos un nuevo giro al este para caminar entre el ganado y dar con una verja. La cruzamos y nos aseguramos de volver a cerrarla para impedir el paso de los animales.
Pico Bonales
Después estaremos a las puertas de entrada de nuestro objetivo de hoy, el Pico Bonales, que ofrece vistas fantásticas al sur de todo el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche.
Y aquí estamos, a 1.055 metros de altura, en el techo de Huelva, para sumar otra cima a nuestro reto de subir los 8 picos más altos de cada provincia andaluza.
Tomaros un momento para escudriñar las diferentes elevaciones que conforman este conjunto de sierras. También algún embalse, como el de Aracena y poblaciones como Corteconcepción y Puerto Moral.
Descenso por la vertiente sur
Cogemos un poco de energías e iniciamos el descenso tomando ahora la cresta de la Cumbre del Bonales hacia el suroeste.
Bajar por esta variante mantiene el balcón a las panorámicas de sierras circundantes durante un buen número de metros, hasta que los melojares vuelven a escena.
Quizá por aquí la subida sea más dura que por la ladera norte, al menos así nos lo transmiten las pendientes pronunciadas que vamos sorteando.
A la vista otra vacada en el camino que aunque a priori, son totalmente inofensivas, mejor no hacer aspavientos para no asustarlas.
Para relajar este momento de tensión nos acercamos a un afloramiento rocoso que encontramos pocos metros después. Desde aquí oteamos gran parte de las elevaciones que hemos ido dejando atrás en esta ruta, como el Alto de Matavacas, los Cerros de la Encina y Milano o la Cumbre de las Ceborillas.
Hacia la falda sur de esta última tendremos que dirigirnos ahora. Pero antes, debemos volver a conectar con el trazado que recorría la depresión del Arroyo del Valle de la Mora, esta vez en sentido contrario.
De nuevo, volvemos a vadear este curso de agua y atravesar el frondoso rebollar.
En este punto hacemos un alto para divisar las rocas en las que hemos estado encaramados hace un momento.
Ramal por la Casa de Erita
Reanudamos la marcha hasta dar con las dos encrucijadas contiguas. En la segunda de ellas tomamos el ramal hacia el noroeste, dirección Casa de Erita, opción con la que comenzaremos a transitar la falda sur de la Cumbre de las Ceborillas.
Esta falda se derrama al valle del Arroyo de las Vegas que ahora perfilamos desde el otro margen, dejando a la izquierda el Cerro de la Encina y ciertas viviendas, que en el bucólico lugar en el que se ubican, nos provocan una ligera envidia de sus propietarios.
 
 
Las manifestaciones florales no paran de sucederse: lavanda, azafrán, margaritas, jaras…y otras muchas especies nos acompañan para ensalzar a una campiña, que ya de por sí está a reventar de bonita.
Ante este embaucador enclave es fácil que algunos ejemplares vacunos se permitan el lujo de presumir ante las cámaras.
El sendero encara ahora un pequeño tobogán en la orografía para alcanzar un collado que transcurre entre los Cerros Gordo y Milano. Este será el último ascenso que realizaremos en la jornada, con una pendiente al 11 % de inclinación y que a medida que la superamos, nos va regalando vistas hermosas del camino dejado atrás.
La subida finaliza una vez alcanzado el collado, donde se sitúa un complejo rural que flanqueamos sin dilación.
Después, llaneamos unos cientos de metros entre bonitos prados hasta que el perfil comienza a inclinarse cuesta abajo para adentrarse en los dominios del Valle del Arroyo del Abismo.
Por aquí se obtienen buenas vistas de algunas cumbres de la Sierra de Tentudía, estampas que seguro disfrutan diariamente este rebaño de cabras.
Descenso al Arroyo del Abismo
Mucho cuidado en la siguiente encrucijada porque hay que seguir de frente por una pista algo más estrecha y más vertical que la que veníamos recorriendo.
Tras unos 400m el camino sale al encuentro del cauce del Arroyo del Abismo, que en un primer momento pretende esconderse de nosotros entre la maleza. Pero pronto le daremos caza, ya que tendremos que vadearlo.
El curso de agua navega ahora paralelo a nuestra derecha mientras nosotros avanzamos por una estrecha senda que en ocasiones se entorpece con algún brote rocoso.
El sendero es precioso, encajonado entre suaves lomas cargadas de exuberante vegetación.
Unos 500 metros después damos con una alberca o estanque que a buen seguro aprovechan los propietarios de las fincas colindantes para abastecer de agua a sus pequeñas huertas.
Varios metros más abajo tendremos que volver a vadear el arroyo para dejarlo a nuestra derecha e incorporarnos a una pista de tierra más cómoda.
Por aquí advertiremos algunas intervenciones del hombre para sacar provecho al paso del agua como represas y a acequias que permitían almacenar y distribuir el agua respectivamente.
Encinares majestuosos
Ahora continuamos por esta sucesión de parcelas acotadas por la piedra y que se desvía unos metros del arroyo para mostrarnos un encinar con majestuosos ejemplares.
Después, serán los olivares los que acaparen el protagonismo hasta que el camino vuelve a aproximarse al margen derecho del arroyo.
El sendero nos introduce ahora por la Colada del Arroyo, encajonándonos literalmente entre muros de piedra, y con animales domésticos haciendo de espectadores desde las gradas.
Los Molinos de Rodezno
Poco después el paraje cambia, ofreciéndonos una visión más generosa de las vegas del Abismo.
Por aquí podremos ser testigos de las ruinas de algunos molinos de rodezno o harineros, que aprovechaban la fuerza del agua para la molienda.
Entre ellos divisamos perfectamente el conocido con el nombre Tía Valentina, llamado así probablemente por ser el nombre de su última propietaria.
De sus ruinas solo se conserva el cubo, que se llenaba de agua para luego usarla como fuerza para mover el rodezno.
Estos molinos tienen su origen en el siglo XV, aunque la época de mayor esplendor se dio en el siglo XVIII. Se dice que a finales del XIX existían más de 100 molinos en funcionamiento y solo en el término municipal de Arroyomolinos de León hay identificados unos 32. Si tenéis interés, varias rutas en la zona os permitirán descubrirlos.
Regreso a Arroyomolinos de León
Desde aquí solo nos resta un kilómetro para llegar finalizar la ruta, y mientras disfrutamos de las últimas instantáneas rurales, es sencillo hacer cábalas para descubrir el origen del nombre de la localidad. Por un lado, la importancia económica que tuvieron antaño los molinos harineros repartidos por distintos arroyos, y por otro lado, la repoblación con habitantes traídos de tierras leonesas tras la reconquista.
Resultado, Arroyomolinos de León.
Y nada más amig@s. Hasta la próxima!
2 Comentarios
Carlos A. Morales
¡Qué maravillosos paisajes y relatos! Es un privilegio acompañarlos en cada ruta.
Muchas gracias por el trabajo (envidiable) que nos acercan a lugares tan hermosos.
DRYS
Muchas gracias a ti Carlos! La belleza de la ruta lo hace todo más fácil. Saludos! 👋