Faro Roncudo
CAMINO DE LOS FAROS,  SENDERISMO

ETAPA 2 · NIÑÓNS – PONTECESO

NIÑÓNS – PONTECESO (28 KMS)
El camino nos dirige por un perfil de acantilado bajo entre playas y calas hasta el pequeño Puerto de Santa Mariña. Después tendremos que superar el desnivel del Monte da Arbosa para embelesarnos con la recogida Ensenada da Barda. La niebla se resiste a dejarnos hasta que volvemos a cotas más altas, las del macizo de O Roncudo, nombre que toma la aldea que franquearemos y el siguiente faro de la travesía que nos ocupa.
A continuación nos adentramos en la Ría de Corme-Laxe en la que volveremos a pisar estupendos arenales antes de regresar a un trazado más agreste, como es afrontar el perfil del Monte da Facha.
Un merecido descanso en la Playa de Balarés nos permitirá afrontar los kilómetros finales de la etapa protagonizados por el importante sistema dunar de la Playa de Barra y el Estuario del Río Anllóns.

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Playa de Niñóns

Hola amig@s!
Regresamos a la Playa de Niñóns para reanudar la segunda etapa del Camino de los Faros.
 

 
Playa de Niñóns
Playa de Niñóns
 
Tras rodear un afloramiento rocoso dentro de su arenal la senda se interna en la espesura para salvar una pequeña loma antes de volver a la costa. Cambiamos el océano por un pequeño arroyo cuyo caudal aprovecha un antiguo molino por medio de una acequia.
 
 
Eucaliptos, pinos y multitud de helechos nos escoltan hacia la siguiente orilla, la Playa do Morro.
 
 
Llegando a Playa do Morro
Llegando a Playa do Morro
 

Playa do Morro

Este arenal de unos 120 metros de longitud se une al de Niñóns cuando la marea está en horas bajas, momento que las gaviotas parecen esperar con ansias.
 

 
A continuación ascendemos un pequeño relieve en el que podemos obtener mejores vistas de esta lengua de tierra que une las dos orillas. Al norte, el Monte da Lagoa, que flanqueamos la jornada anterior.

Este perfil de inicio nos viene bien para calentar las piernas en las horas tempranas de la mañana. Unas horas que unos aprovechan para socializar, otros para continuar con la actividad pesquera y están aquellos, como nosotros, que quieren disfrutar de esta bonita ruta de senderismo sin perderse ni un detalle.
 

Playa do Morro y Niñóns
Playa do Morro y Niñóns
 
Pero claro, los detalles también los encontramos en la verticalidad de algunos tramos, como éste que rodea el saliente de la Punta do Niño do Corvo, donde habrá que estar atentos.
Superada esta angulación se abre un nuevo intervalo de litoral en el que es fácil adivinar el dibujo que describe la senda entre las inclinaciones.

Playa do Niño do Corvo

La siguiente orilla a la que nos acerca es la de Niño do Corvo, de unos 200 metros de longitud aproximadamente que no suelen estar muy concurridos ya que están algo escondidos.
 

Playa do Niño do Corvo
Playa do Niño do Corvo
 
Para acceder a la playa hay que seguir estos senderos que aunque no entrañan dificultad alguna, sí suponen un esfuerzo para los más acomodados.

El sol sale tímidamente mientras terminamos de rodear Niño do Corvo. Aquí descendemos para llegar a la altura del Rego Costoia, caudal que vierte sus aguas al Atlántico.
 

 
Después volvemos a ganar varios metros de altura y echamos la vista hacia la Ensenada de Niñóns, que parece haber quedado dormida entre algodones. Quizá la actividad del Parque Eólico que sobresale de los Picos dos Nabás le ayude a desperezarse.
 
Playa do Niño do Corvo
Playa do Niño do Corvo
 

Playa y Puerto de Santa Mariña

Poco a poco nos vamos despidiendo de esta ensenada para llegar al siguiente intervalo de litoral, que luce bien distinto, como sabiendo de nuestra llegada para mostrarnos su mejor cara, para que disfrutemos de aguas tranquilas y azules turquesa, y de un pequeño puerto, el de Santa Mariña, ubicado en su saliente homónimo.
 

Hacia la Playa y Puerto de Santa Mariña
Hacia la Playa y Puerto de Santa Mariña
 
Y ya puestos, nos deja bellas delicatesen a modo de pequeñas calas, algunas que nos llegan al corazón y a las que nos atrevemos a ponerles nombre.
 
 
Escasos metros más tarde nos saluda la Playa de Santa Mariña, pequeño arenal de unos 30 metros de longitud al que le han añadido en esta ocasión un rústico banco de madera en el que, a buen seguro, más de una persona ha plantado sus posaderas para contemplar magníficas estampas.
 
Playa de Santa Mariña
Playa de Santa Mariña
 
Nosotros debemos continuar para flanquear el hito del Puerto de Santa Mariña, un complejo destinado a la pesca tradicional. Desde aquí deberíamos poder divisar el faro de Punta Nariga, hito que visitamos en la jornada anterior, pero la niebla se empeña en mostrarse perezosa.
 
Puerto de Santa Mariña
Puerto de Santa Mariña
 

La niebla cobra protagonismo

Así que continuamos avanzando por este entramado de acantilado bajo compuesto principalmente por roca granítica, quebrada y moldeada por el agua, dando como fruto verdaderos cantos rodados. Entre los que caen al mar, algunos aprovechan para realizar labores de pesca submarina.
 

 
Caminamos pasando ahora pasando la Punta A Eiroa y volviendo la vista de cuando en cuando con la esperanza de ver Punta Nariga. Pero no hay manera, esta costa puede ser traicionera, prueba de ello son las cruces que encontraremos a nuestro paso las cuales homenajean a los numerosos naufragios acontecidos en las proximidades.
 
Cruces en el Camino
Cruces en el Camino
 
No veremos el faro de Punta Nariga pero hay que admitir que la niebla nos regala imágenes llenas de misticismo.

Ascenso hacia el Monte A Arbosa

A la altura del saliente de O Pichón toca cambiar de rumbo para empezar a afrontar el primer ascenso de la jornada. Abandonaremos la costa para adentrarnos entre los Montes de Meán y da Barda y subir al Monte A Arbosa.
 

Saliente O Pichón
Saliente O Pichón
 
 
Cruzaremos un cercado y transitaremos entre pinos y eucaliptos, primero entre pistas de tierra para luego hacerlo por asfalto, y volver definitivamente a la tierra. Encontraremos ciertos muros de piedra, reductos de viejas parcelas dedicadas a pastos para el ganado hoy dominadas por el matorral costero.

Ensenada da Barda

 
En total acometemos 1.100 metros de ascenso en el que ganamos unos 80 metros de altura.

Ensenada da Barda
Ensenada da Barda
 
Desde lo alto de el Monte A Arbosa se adivinan al oeste las cotas de O Caliñeiro y As Ribimbas, ambas con más de 190 metros de altitud. Estos collados al igual que A Arbosa sirven de barrera protectora de la tranquila Ensenada da Barda, donde se resguarda su playa del mismo nombre.

Desde esta posición oteamos los extremos de Punta Espiñeira y Punta de Eiras, y descendiendo unos metros más ya conseguimos ver los dos mantos blancos de esta playa en forma de anfiteatro.
 

 
Tendremos que llegar a este lugar realizando una bajada en la que encontraremos algunas pendientes pronunciadas y ciertos metros para ser cautos con las piedras.
 
 
Cuando lo vemos más o menos claro preferimos ir al trote ya que notamos que las rodillas sufren menos. Lo que no vemos claro es el entorno, que empieza a velarse.
 
Playa da Barda
Playa da Barda
 
La niebla ha conseguido darnos caza para intentar empañar nuestro paso por esta zona, pero afortunadamente la cortina blanca no llega a cubrir la orilla lo que nos permite seguir disfrutando de bonitas estampas.
 
 
Tras una pasarela de muro y arbustos llegamos a la bajada del primer arenal, el de mayores dimensiones, con unos 80 metros de longitud aproximadamente. Los límites de esta encajonada ensenada se aprecian perfectamente con la Punta Espiñeira a occidente y Punta A Arbosa al oriente.
 
Playa da Barda
Playa da Barda
 
Ascendemos el peñón que separa los dos arenales para continuar y rodear así el de menor tamaño, este de unos 50 metros de longitud.
 
 

Inicio del ascenso al macizo O Roncudo

Comienza aquí el tramo más exigente de la etapa, encarando el escarpado macizo de O Roncudo, con unos primeros metros que presentan un firme un tanto húmedo debido a las emanaciones hídricas del entorno.
 

Ascenso al Macizo O Roncudo
Ascenso al Macizo O Roncudo
 
Un terreno que puede meternos en algún apuro, como meter los pies en un barrizal. Pero que todo sea eso ¿no?

Estos humedales desaparecen conforme progresamos ascendiendo por la ladera de As Ribimbas, dejando a nuestra derecha la Ensenada da Barda, la cual se va difuminando poco a poco entre la niebla baja.

Variante por el Parque Eólico de Corme

Esta primera subida constará de unos 1200 metros que nos llevarán a alcanzar los 96 metros de altitud, próximos a la Punta Espiñeira, final de la ensenada, al menos esa es la referencia visual que la niebla nos ver.
 

 
Es un recorrido exigente en el que habrá que emplearse a fondo aunque existe otra variante más sencilla por pista de tierra que llega hasta el Parque Eólico de Corme.
Pero sinceramente, la opción pegada a la costa es más espectacular… y emocionante, ya que añade unas dosis de verticalidad que pueden acongojar a más de uno.

Superado este primer repecho arrancamos una franja con tendencia descendente que nos conducirá a Punta de Eiras, que logramos ver gracias a que se abre algún cerco al oeste entre la marea de la niebla, algo que le cuesta hacer al este.
 

Panorámicas hacia Punta Nariga
Panorámicas hacia Punta Nariga
 

Las cruces del camino homenajean a los marineros fallecidos

Mientras continuamos reparamos en cómo ciertas rocas eligen los mejores miradores para pasar largas temporadas, Otras en cambio, aunque bien situadas, cargan con las cruces, símbolos de tristes acontecimientos como la que vemos coronando la cresta que viene de Punta Espiñeira, y unos 300 metros después, próximos al saliente de As Rozas encontramos otra. Precisamente sobre esta última convexidad pararemos para realizar un tentempié.
 

 
Punta do Castro será el último saliente a flanquear antes de culminar el descenso en Punta de Eiras.
Y aunque el sentido es descendente, el accidentado litoral no da tregua con un nuevo tobogán rompepiernas de bajadas y subidas. Por unos instantes sentimos cierta envidia del relax de algunos, pero volviendo a la realidad, esta aventura nos está fascinando y queremos seguir completándola.
 
 

Un abrupto litoral donde reinan los mejores percebes

Tras estos vaivenes en el perfil llegamos a la Ensenada da Grixoa, antesala de Punta de Eiras donde zanjaremos este descenso.
 

Ensenada da Grixoa
Ensenada da Grixoa
 
Tenemos que decir que la abrupta orografía de todo este tramo de litoral reúne las condiciones ideales para realizar una de las actividades de marisqueo mejor valoradas de la Costa da Morte: hablamos de la recogida de percebes.
 
 
A partir de aquí el perfil vuelve a inclinarse hacia arriba, momento en el que tendremos que afrontar el ascenso más prolongado de la jornada, con cerca de 3 kilómetros y medio de recorrido aunque con algún descanso entre medio.
 
 
La niebla sigue acechándonos, aunque deja que todavía podamos apreciar un nuevo saliente llamado Punta Percebellosa, nombre dado quizá al protagonismo que cobra aquí este singular marisco. Al menos se aprecia que es un puntal muy concurrido.

O Roncudo

La ganancia de altura va dejando la niebla en cotas más bajas para darnos paso al cielo abierto donde asoman al suroeste las cumbres del Petón do Lume.
 

 
El camino va a evitar la superficie escarpada de aquellos montes cuyas laderas asoman a la Ensenada do Zarrateira y nos va a llevar por el interior del Macizo de O Roncudo, donde existe una aldea con el mismo nombre.
 
Vistas a la Ensenada de Zarrateira
Vistas a la Ensenada de Zarrateira
 
De hecho, las viviendas de esta localidad ya se aprecian en la distancia. Para llegar allí todavía restan algo más de 500 metros que siendo sinceros, se nos atragantaron un poco, sobre todo en las pendientes finales en las que los tejados de la aldea se resistían a aparecer.
 
 
Una vez alcanzada encontramos una población con claras señas de identidad rural gallega, con numerosos hórreos y distintas parcelas de cultivo, sobre todo dedicadas al maíz. Franqueamos O Roncudo por su única calle siempre en contínuo ascenso hasta dar con la cara sur del Petón do Lume. Mientras continuamos por asfalto valoramos cómo estamos llevando la etapa.
 
 
Por el Petón do Lume
Por el Petón do Lume
 
Pero en estos terrenos no debemos confiarnos y estudiarnos mejor los perfiles ya que podemos llevarnos una sorpresa. En este sentido una vez abandonamos el asfalto para regresar al camino desbrozado y recorrer un falso llano, vemos que la senda se hunde de nuevo para volver a subir.
 
 
Son los últimos 400 metros de esta subida, no demasiado exigentes y que nos llevan a la vertiente oeste del Macizo de O Roncudo, donde afloramientos rocosos como Pedra dos Frades nos dan la bienvenida. Y ahora sí, ya sin niebla, divisamos Punta Nariga y su faro e incluso las Islas Sisargas con el Faro de San Adrián.
 
 

Descenso vertical hasta el siguiente tramo costero

Y desde aquí iniciamos un descenso muy vertical de tan solo 500 metros de recorrido en el que descenderemos unos 120 metros de altitud. Así que preparad rodillas y apretad bien el abdomen para afrontarlo con paciencia.
 

Descenso pronunciado
Descenso pronunciado
 
Por delante advertimos a Chemi y Marisa, que acertadamente hoy han cambiado la bicicleta por el senderismo. La verdad es que apreciando el terreno solo los muy expertos en mountain bike podrían atreverse a realizar este tramo en dos ruedas.

Terminado el duro descenso tan solo nos resta algo más de kilómetro y medio hasta llegar a nuestro próximo hito, el Faro Roncudo. Un intervalo con nuevos y variopintos salientes como el de las Puntas do Mouzón.
 

 
Y cómo no, el espectáculo de las olas saliendo al encuentro de los acantilados y relieves submarinos.

Una vez pasadas las Puntas do Mouzón ya tenemos al alcance de la vista el Faro Roncudo, que se planta en el extremo de su saliente homónimo.
 

Vistas desde Puntas do Mouzón
Vistas desde Puntas do Mouzón
Hacia el Faro Roncudo
Hacia el Faro Roncudo
 
Aparte de los salientes (Punta Baixa da Rúa) los entrantes costeros también cobran protagonismo, incluso galerías que se adentran en las profundidades como la Furna de Fuxisaca.
 
 
Nos elevamos ahora unos metros para superar este recodo. Un subida que nos permite disfrutar de una bonita estampa del litoral recorrido a nuestra espalda… y del que nos resta para llegar al faro.
 
Bonitas estampas del litoral
Bonitas estampas del litoral
 

Faro Roncudo

Se dice que el faro debe su nombre al ruido que provoca la fuerza del mar sobre la roca, una violencia que se ha cobrado numerosas víctimas en esta costa y que como ya hemos comentado, se recuerdan con cruces repartidas por todo el litoral.
 

 
El faro Roncudo es un sencillo fuste de unos 11 metros de altura construido en el año 1920 a modo de baliza costera. Un bastión que goza de la fama de sus percebes y por tener vistas privilegiadas, entre ellas a la Ría de Corme y Laxe.

Recorrido de 3 kilómetros por asfalto hasta Corme

Tendremos que llegar a Corme por el asfalto de esta carretera, que transitaremos durante poco más de 3 kilómetros. (Pozo do Aguillón)

La espesura de la vegetación y la inclinación de la línea costera impide que veamos la Playa da Insua que se oculta en el entrante del Pozo do Aguillón, que acabamos de pasar.
 

 
Miramos atrás para ir despidiéndonos del faro, ya que vamos virando al este, internándonos en la Ría de Corme y Laxe, lo que significa que iremos perdiéndolo de vista entre los recodos.

De hecho, desde Punta de Aguillón será la última vez que lo divisemos en esta etapa.
 

 
El espigón del Puerto de Corme ya empieza a verse tras el saliente de Posta Ancil. El asfalto no es muy amigo de los senderistas así que se agradece como el paisaje, la fauna y la flora consiguen hacer este trayecto muy entretenido.

Corme

El dique de Corme ya anuncia el puerto, que recorreremos por su parte posterior al doblar la última curva, donde la talla de un percebeiro presenta claras credenciales de esta cultura marisquera fuertemente arraigada en la población.
 

Escultura homenaje al percebeiro
Escultura homenaje al percebeiro
 
En la década de los 90 la explotación sostenible del percebe, el cultivo del mejillón y la remodelación y ampliación de su muelle pesquero y paseo marítimo dieron un importante impulso económico a la localidad.
 
 
Una recuperación bien merecida ya que Corme tuvo su época dorada a principios del siglo XX, cuando fue reconocida como el primer puerto de España en exportación maderera y dispuso de una importante industria conservera, cetáreas y flota pesquera. Una época esplendorosa que se vio estrepitosamente frenada con la guerra civil y la postguerra.
 
 
Hoy día el turismo acaparado por un entorno costero de playas, acantilados y la Punta O Roncudo también cumplen su función en el crecimiento económico. Y a quien le interese, el primer sábado del mes de julio se celebra la Fiesta del Percebe del Roncudo, un acto que tiene sus orígenes en el año 1992.
 
 

Playa de Arnela

Nosotros vamos a cambiar los percebes por otros manjares en el Restaurante Miramar que, teniendo un poco de suerte la mesa puede caer en un balcón a la Playa de Arnela.
 

 
Playa de Arnela
Playa de Arnela
 
Precisamente reanudamos el camino rodeando esta orilla por el estupendo paseo marítimo que parte de su arenal. La longitud es de unos 100 metros y al estar rodeada de los edificios de la localidad se puede decir que es una playa urbana.

Playa de Osmo

No ocurre lo mismo en Playa de Osmo, ya semiurbana, y que encontraremos unos 300 metros más adelante, donde su extremo oriental ya lo ocupa la loma que termina en la Punta da Furna, desapareciendo las viviendas. Justo en ese saliente hay una concavidad en el que se celebran conciertos en el mes de agosto.
 

 
Para salvar esta loma debemos rondar algunas calles de la localidad y conectar posteriormente con un camino que en primer lugar, rodeará la playa y en segundo lugar ascenderá por el monte para superar el desnivel.

Playa da Ermida e Isla da Estrela

La altura ganada deja entrever la siguiente línea de costa ocupada en su mayoría por la Playa da Ermida. Un paraje natural al que accedemos por una pasarela jalonada de un valioso complejo de dunas.
 

Playa da Ermida
Playa da Ermida
 
A Ermida tiene una longitud aproximada de 500 metros. En su extremo sur se obtienen vistas estupendas de Corme y su puerto y además es el lugar en el que se ubica la Isla Da Estrela, un peñón separado del litoral del que se dice antaño estuvo unido él por medio de un brazo de tierra.

La arqueología nos revela que en ella hubo un castro celta y una ermita dedicada a la Virgen de la Estrella.
 

 
Sentados frente a esta isla será el momento de realizar un descanso para dar un respiro a nuestros pies y ya de paso retener las últimas panorámicas de lo que vamos dejando atrás, antes de perderlas de vista definitivamente.

Será aquí también donde Chemi y Marisa nos den caza para acompañarnos algunos tramos del siguiente intervalo de etapa.

Playa de Río Covo

El camino nos dirige al sur recorriendo la ría por su litoral quebrado manifiesto en nuevos salientes como Punta dos Prados y Punta Verdillo. En la concavidad existente entre los dos se forma la Playa de Río Covo, ideal para todo aquel que quiera pasar una jornada totalmente desapercibido.
 

Concavidad entre Punta dos Prados y Punta Verdillo
Concavidad entre Punta dos Prados y Punta Verdillo
 
Llegar a ella no es tarea sencilla, ya que requiere de un descenso técnico pero la precaución bien merece la pena. Salir de ella por el otro flanco tampoco es que sea un camino de rosas, pero es necesario para poder continuar.
 
 
Con la nueva elevación del terreno es fácil otear el dibujo del sendero en el que Chemi y Marisa, nuestros momentáneos compañeros de ruta ya nos sacan una ligera ventaja. Pero esta aventura no es ninguna carrera, cualquier elemento que te llame la atención de este espectacular entorno bien merece su parada. Así que los reencuentros aquí no son extraños.
 
 

Ascenso al Monte da Facha

La repentina aparición de Punta da Facha significa prepararnos para la siguiente subida a su monte homónimo, bien diferenciado por las crestas rocosas que sobresalen del perfil.
 

Vistas del Monte da Facha
Vistas del Monte da Facha
 
Mientras llegamos allí es inevitable no sobrecogernos con esta orilla quebradiza y ese sonido incesante de golpear de olas sobre ella que nos sumerge en el ambiente.

Paralelos al saliente de A Parece ya podemos adivinar la subida que nos resta para alcanzar el Monte da Facha. Es un corto pero exigente repecho de poco más de 200 metros que en estos momentos de la etapa se pueden atragantar un poco. Lo que nosotros subimos despacio, otros lo deshacen rápidamente corriendo.
 

 

Ensenada da Ínsua

Una vez alcanzada la cima comenzamos a obtener magníficas vistas de la desembocadura del Río Anllóns a la Ría y la punta del arenal da Barra.

Navegamos ahora entre los afloramientos graníticos de la cresta del monte mientras intentamos descubrir otras localizaciones de esta Ría, como la Playa de Balarés.
 

Ascenso al Monte da Facha
Ascenso al Monte da Facha
 
Pronto descenderemos para pisar su fina arena, pero antes debemos abrir el campo de visión a este fascinante paraje dominado por la desembocadura del Anllóns, con la Isla Tiñosa marcando el pistoletazo de salida de su caudal al mar, y la Playa da Barra dibujando un meandro. Un paisaje para enmarcar.
 
Vistas a la Ensenada de Insua
Vistas a la Ensenada de Insua
 

Playa de Balarés

Descendemos ahora a la Playa de Balarés situada a los pies del denominado Monte Blanco y como se observa su arenal se encuentra dividido en dos debido a un saliente. El sendero desemboca en una infraestructura que pudo pertenecer a un antiguo muelle utilizado en la segunda guerra mundial para exportar wolframio, material muy codiciado por los alemanes en esta época.

En la actualidad el muelle hace las veces de aparcamiento y de paseo marítimo.

Nuestros intermitentes compañeros de ruta se tomarán aquí un respiro, en esta estupenda orilla jalonada de pinares, perfectamente preparados para realizar almuerzos a la sombra.
 

Descenso a Playa de Balarés
Descenso a Playa de Balarés
 
Nosotros seguimos avanzando superando ahora el saliente que divide la playa en dos y con una plataforma de madera con vistas privilegiadas.
 
 
Pasear por estos arenales es toda una delicia después de tanto terreno irregular aunque debemos volver a la senda, que para retomarla tenemos que hundir las pisadas por una de sus dunas.

Perfilando el Monte Blanco

Comenzamos ahora a perfilar las faldas del Monte Blanco afrontando el tramo más liviano de la etapa, lo cual se agradece.
 

Ensenada da Insua es Isla Tiñosa
Ensenada da Insua es Isla Tiñosa
 
Llegados al saliente que recibe el mismo nombre que este collado (Punta do Monte Branco) comenzamos a divisar mejor los bancales de la Playa da Barra.

Y ante las espectaculares vistas que nos acompañan es normal reparar en los numerosos transeúntes que utilizan este trazado para acceder a las playas.
 

 
Con marea baja el extremo norte de la playa casi se une con la orilla de Isla Tiñosa, a la que algunos se atreven a llegar. Nosotros mejor la contemplamos desde esta distancia.

Playa da Barra

Pocos metros después obtenemos una panorámica inmejorable de esta lengua arenosa de algo más de kilómetro y medio de longitud por otros 400 anchura.
 

Playa da Barra
Playa da Barra
 
Conforma un rico y sensible complejo dunar en continuo movimiento debido a las fuerzas del viento. Debido a su alto valor medioambiental el área se encuentra protegida y para salvaguardar su flora y fauna se recomienda no salirse de los senderos establecidos.
 
 
Con el tiempo algunas de estas dunas han ido trepando tierra adentro dando el color al Monte Blanco.

Estuario del Río Anllóns

La Playa da Barra y sus dunas forman el meandro de salida del río Anllóns al océano, pero antes, el caudal viaja por un fantástico estuario, importante también por su riqueza ecológica ya que es lugar de tránsito de aves migratorias. Es por esto que está catalogado como Zona de Especial Protección para las Aves, aparte de ser declarado Lugar de Importancia Comunitaria y formar parte de la Red Natura 2000.
 

 
Aquí hay una caseta para la observación de las especies ornitológicas, pero de poco nos sirve si no disponemos de unos buenos prismáticos. Y con el zoom de la cámara apenas logramos alcanzar a los grupos que se advierten. Nos conformaremos con ver el aspecto que presenta la otra orilla que tendremos que transitar la jornada siguiente, incluido el Monte Castelo de Lourido, punto más alto de este camino, con unos 312 metros de altitud.

Paseo do Malecón

Al llegar a las inmediaciones de A Matigueira torceremos a la derecha para tomar una pasarela de madera entre matorral de rivera. Después la madera se sustituye por un carril de asfalto que nos conducirá por el Paseo do Malecón, un recorrido fluvial a modo de dique de contención entre las aguas de las marismas a nuestra izquierda y las del río, a la derecha.
 

 
Desde aquí hay buenas vistas del estuario y de los Montes de Gontón y Lourido, que salvaguardan el río por su cara sur.

El Paseo do Malecón permite la coexistencia del hábitat de la marisma junto con la del río y su agradable recorrido nos dirigirá a las puertas de Ponteceso.

Ponteceso

Esta localidad nos recibe con la estampa de su puente de orígenes romanos, aunque el actual es una construcción del siglo XIX. Antiguamente al río Anllóns se le llamaba Zeso, de ahí el nombre histórico de la urbe.
 

 
Ponteceso fue antaño un puerto de tránsito de mercancías y en la postguerra también vivió su época dorada con la explotación de la madera.
 
Puente de Ponteceso
Puente de Ponteceso
 
En este caserón junto al río nació en 1835 Eduardo Pondal, importante poeta gallego del que se tomaron estrofas de su poema “Os Pinos” para la creación del Himno de Galicia. Muy cerca, en la Plaza Relleno se planta esta encrucijada, testigo del paso de miles de caminantes que hoy como nosotros, terminan esta fascinante segunda etapa del Camino de los Faros.
 
 
Hasta la próxima.

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