Salimos de Almograve acompañando al río Barranquinho hacia su desembocadura en la Praia da Foz dos Ouriços.
Próximos a este arenal se ubican las orillas de Praia de Nossa Senhora y Praia de Almograve. Rodeamos los 500 metros de longitud de la última de ellas por una cómoda pista de tierra.
Después, tras flanquear la bonita Praia da Barca Grande y el Porto de Pesca de Lapa de Pombas accedemos a un perfil acantilado que va sobrecogiendo más conforme avanzamos.
Las ensenadas de Entrada do Pau y Palheirões do Pulo ponen a prueba el vértigo antes de introducirnos en un pinar que rodea un complejo dunar.
Área de descanso en el Albergue da Juventude de Almograve Posteriormente, las señales nos devuelven al litoral para disfrutar de la espectacular Praia do Cavaleiro. Más tarde tendremos que dar un rodeo para salvar la depresión del Barranco do Cavaleiro y llegar al fascinante entorno de Cabo Sardão.
Este saliente y sus alrededores está salpicado de nidos de cigüeñas que desafían a la gravedad. Por su parte, el faro que aquí se planta también desafía a los temporales durante el día y la noche.
A continuación, seguimos perfilando la línea acantilada sumando alicientes al trazado a modo de furnas, arcos naturales y formaciones que ponen a prueba nuestra imaginación.
Tras la Ponta da Cerva contemplamos varios entrantes de interés para luego atravesar un pasillo de acacias que desembocará a las puertas de la casi inaccesible Praia do Tonel.
En los siguientes kilómetros afrontamos el desnivel de la Ensenada da Barca rodeando su pequeño complejo portuario. Después nos incorporamos a la pista peatonal contigua a la carretera CM-1158 que llega directa a Zambujeira do Mar.
No obstante, antes de llegar al objetivo de hoy las señales no quieren que nos perdamos los accidentes costeros previos, recomendaciones que llevamos a cabo para dar por zanjada una completísima etapa.
Almograve amanece en un día espléndido para caminar, con simpáticas criaturas que también quieren aportar buena cara a este inicio de la tercera etapa del Camino de los Pescadores.
Igreja Matriz de Almograve
Torcemos al noroeste por la calle Largo do Comercio para llegar a la Praça dos Fuzileiros donde convive un arabesco baño público junto a la cristiana Igreja Matriz de Almograve, ambos edificios unidos por el aderezo del color azul alentejano en alguno de sus perfiles.
Por el margen meridional el Río Barranquinho
Debido a la tradición pesquera de esta pequeña comunidad el templo está advocado a Nossa Senhora dos Navegantes. Su arquitectura es de líneas simples, con planta en forma de T sobre la que se alza una pequeña espadaña en la zona central del transepto.
A continuación las señales nos sacan de Almograve por su flanco septentrional para llegar a la Estación de Tratamiento de Aguas de la localidad. La verdad es que este no es el hábitat de agua que estamos deseando ver en el día de hoy, así que vamos a rodearlo rápidamente para seguir avanzando por la orilla meridional del Río Barranquinho.
Este curso de agua nos dirigirá por fin al litoral desembocando en la Praia da Foz dos Ouriços. Salimos de esta depresión tomando un sendero que remonta el acantilado sur de la playa.
Praia da Foz dos Ouriços
Si hacemos memoria, Foz dos Ouriços la conocimos en la etapa anterior pero llegando por el otro margen para luego ir hacia el interior y llegar posteriormente a Almograve.
Pegada do Boi
Esta playa se extiende hacia el sur unos metros más hasta que el saliente quebradizo de Pegada do Boi se interpone en la arena.
A simple vista, el resalte se conforma de un conjunto de rocas sin orden aparente. Sin embargo, colocándonos a su altura observamos cómo estas formaciones son pliegues que se alinean siguiendo la curvatura originada por fuerzas de presión y desfases de temperatura a lo largo de los siglos.
Pegada do Boi
La naturaleza no deja de sorprendernos dentro de su caos ordenado.
Además de servir de escenarios con los que recrearnos la vista, estas plataformas también se aprovechan para pasar buenas jornadas de pesca.
Ponta dos Azulejos
Aquí, el paisaje no puede ser más seductor dominando la franja acantilada que flanquea las Playas de Nossa Senhora y de Almograve con el saliente Ponta dos Azulejos interponiéndose entre ambos arenales.
Vistas a la Ponta dos Azulejos y Playas de Nossa Senhora y de Almograve
Praia da Nossa Senhora
El primero de ellos es el más pequeño, al abrigo de las dentelladas rocosas de la orografía y accesible por medio de una pasarela de madera con escaleras que salvan el acantilado.
Praia da Nossa Senhora
Praia do Almograve
El segundo es el más espacioso y familiar, y está seccionado en dos de manera natural por un torreón pétreo. El límite meridional de esta playa lo protagoniza la Ponta da Ilha desde donde también se puede bajar por medio de unas escaleras.
Las señales azul y verde de la ruta continúan bordeando este arenal para llevarnos ahora a otra de sus entradas, concretamente la que se acerca al mogote aislado que divide este espacio.
Praia do Almograve
En total, entre la zona sur y la norte suman casi 600 metros de orilla de dorada y fina arena, siendo la playa más extensa que veremos en toda la franja de litoral que recorreremos hoy.
Nos despedimos de la Praia do Almograve para seguir avanzando por esta cómoda pista de tierra que nos propone una serie de ejercicios tonificantes por si nos encontramos algo oxidados.
Pedra dos Corvos
Praia da Poça do Buraco, Praia dos Carriços y Pedra dos Corvos serán los entrantes de interés que iremos divisando en este intervalo de costa, además de los fascinantes caprichos naturales que la aderezan.
En Pedra dos Corvos, por ejemplo, escudriñamos una plataforma en la que un dedo gigante parece haber dejado rastro mientras dibujaba sobre ella.
Pedra dos Corvos
Praia da Barca Grande
El camino asciende ahora varios metros para mostrarnos el siguiente espacio arenoso: la Praia da Barca Grande.
Esta coqueta orilla está protegida al sur de los vientos de poniente gracias a los muros de losas que se adentran en el océano. Precisamente en ese flanco en por donde se realiza el difícil acceso que merecerá la pena si lo que buscas es aislarte del turismo masificado y estar en comunión con la naturaleza.
Sin duda una piscina de aguas turquesas y cristalinas que invitan al placer.
Praia da Barca Grande Praia da Barca Grande
Nos asomamos al saliente de su extremo meridional para otear el decorado y ser testigos de un fascinante paisaje cargado de filones de roca intentando atrapar al mismísimo Atlántico.
Puerto de Pesca de Lapa de Pombas
Al sur advertimos el varadero del cercano Puerto de Pesca de Lapa de Pombas, zona que en marea baja puede aprovecharse para tener más accesible la Praia da Barca Grande.
Puerto de Pesca de Lapa de Pombas
Solo unos pocos pescadores sacan provecho del puerto más pequeño del municipio de Odemira, aportando con ello su granito de arena dentro de la economía de la freguesía Longueira / Almograve.
La senda prosigue bordeando las inmediaciones de este complejo a medida que ganamos altura adentrándonos en un paisaje menos alterado por la mano del hombre. Se acabaron las infraestructuras artificiales y las pistas peatonales por un tiempo.
A partir del pequeño coído encajonado por el saliente de Escadinhas no encontraremos más espacios apetecibles para el baño hasta pasados los próximos 4 kilómetros de ruta.
La arena fina desaparece y todo el trabajo para impresionar a los senderistas recae ahora en la imponente caída de estas paredes verticales y al paisaje fragmentado fruto de batallas perdidas contra de la erosión durante milenios.
Pero la sucesión de entrantes y salientes no defrauda y a ellos se añaden los ingredientes del firme rojizo rico en óxido de hierro, la rica avifauna y flora e incluso la aparición de algún espontáneo con ganas de probar suerte con alguna actividad de pesca o de marisqueo en estas ajetreadas aguas.
Importante asunto el de la crema protectora solar, nunca salgáis a caminar sin ella por el Trilho dos Pescadores.
Cambio de Freguesía
En este punto de la ruta pasamos de la freguesía de Longueira / Almograve a la de São Teotónio, todavía perteneciente al municipio de Odemira en el Distrito de Beja.
Entrada do Pau
Luego remontamos una zona dunar casi marciana para ir introduciéndonos poco a poco en la espectacular Entrada do Pau. Merece la pena detenerse unos pasos antes para no perder la sucesión de salientes que se divisan al sur, incluido el Cabo Sardão y su faro homónimo.
Entrada do Pau
Después, a meternos de lleno en los dominios de esta ensenada que acongoja con una impresionante cornisa voladiza de roca. Tomaros vuestro tiempo en recorrerla porque la verdad, se mire donde se mire el espectáculo está servido.
Como si de un teatro se tratase, disfrutamos de la obra desde la grada más alta. Eso sí, sin balaustrada de protección, así que si sufrís de vértigo evitad exponeros demasiado en los bordes.
Palheirões do Pulo
Palheirões do Pulo
La siguiente ensenada, conocida como Palheirões do Pulo repite el mismo esquema orográfico que su antecesora, aunque las señales del camino impedirán rodearla en su totalidad pues no tardarán en dirigirnos hacia el interior, al monte Medo Amarelo.
Por el monte Medo Amarelo
Este cambio de dirección permitirá proteger un valioso ecosistema dunar rodeándolo por su cara oriental donde iremos internándonos en un bosque de pinares que agradecemos por la intermitencia del cobijo de la sombra.
En las zonas más frondosas se dejan ver especies de acacias y algún eucalipto disperso, que al igual que los pinos también son especialistas en crecer en terrenos áridos.
Praia do Cão
Tras poco más de 1 kilómetro dejamos atrás el pinar y nos acercamos de nuevo a la línea costera, a la vera de la Praia do Cão. Las orillas de fina arena regresan a las retinas, así como las configuraciones de formaciones pétreas y las irresistibles plataformas acantiladas a las que asomarse.
Praia do Cão
Por delante asoma el bastión lumínico del Faro de Cabo Sardão, que nos aguarda en un paraje que nos dejará sin aliento. Pero detrás el paisaje también nos roba bocanadas de aire pues al rodear la zona dunar no habíamos tenido oportunidad de descubrir estas pirámides naturales.
Parece que esta zona tiene más de una referencia a Egipto porque avanzando un poco más, en la sobrecogedora Praia do Cavaleiro, un cocodrilo, de esos que deambulan por el Nilo parece emerger desde la mediana de este arenal.
Praia do Cavaleiro
No sabemos si los bañistas de aquí temen a esta especie de saurópsido o a las gélidas aguas del Atlántico. Más bien lo segundo, aunque hace calor, en el mes de abril todavía las temperaturas no acompañan demasiado, pero bueno, se pueden aprovechar para darse un bronceado.
Detalle de roca con forma de cabeza cocodrilo
Por el sur de Praia do Cavaleiro vemos la Ensenada dos Mouros, entrante en el que desemboca el arroyo del Barranco do Cavaleiro. Al otro lado de esta depresión nos espera el Faro de Cabo Sardão y su fascinante paraje, pero para llegar allí tendremos que realizar un pequeño rodeo que evita riesgos por escarpadas pendientes.
En este sentido las señales nos llevan tierra adentro hacia la localidad de Cavaleiro remontando el barranco de su arroyo homónimo.
Una confortable pista de tierra que discurre por terrenos parcelarios nos hará llegar rápidamente a esta población. Aquí repondremos fuerzas en el Bar Adélia.
Menú en Bar Adélia
Desde este establecimiento empezamos a regresar a la costa tomando primero la carretera CM1124 para 400 metros más tarde incorporarnos a otra pista de zahorra y arena.
Ensenada dos Mouros
Pasillos de uñas de león y de acacias nos abren luego el acceso al litoral, al otro margen del Barranco do Cavaleiro, a la estriada Ensenada dos Mouros.
Ensenada dos Mouros
La desembocadura del arroyo se aprecia en el verdín que tiñe la orilla septentrional. Al sur las paredes se interponen impidiéndonos ver el formidable escenario que nos espera: Cabo Sardão
El acantilado que antecede al cabo parece un buen lugar para asomarse y tener una buena posición en la que dominar este paraje. Mientras llegamos allí, no pasa inadvertida una pequeña cala encajonada en el vértice del relieve. A ver quién es la guapa o el guapo que se atreve a enfrentarse a la escarpada pendiente para llegar allí.
Cabo Sardão
Alcanzado el saliente obtenemos al norte una preciosa vista al entrante de la Ensenada dos Mouros. Al sur Cabo Sardão y su Farol. Vamos a acercarnos más a este hito para deleitarnos con sus paneles de piedra, sobre todo aquellos que han elegido las cigüeñas para construir sus hogares.
Empeñadas en compartir esta arista cueste lo que cueste, parece que aquí compiten por ver quién nidifica en el sitio más difícil. Se nos hace difícil imaginar todo el ejercicio de malabarismo para ir ramita a ramita levantando cada nido.
Pese a las complicaciones seguramente estas cigüeñas encuentren aquí un lugar confortable, incluso iluminado por la noche por las ráfagas del cercano Farol de Cabo Sardão.
Este edificio se construyó a inicios del siglo XX empezando a funcionar en 1915 con una luz producida por la incandescencia por el vapor de petróleo. Luego se electrificó en 1950 y se incorporó a la red eléctrica pública en 1984.
Su torre junto con la linterna tienen unos 17 metros de altura y el haz de luz alcanza unos 42,5 km o 23 millas náuticas. El complejo y nosotros estamos situados a casi 70 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Farol do Cabo Sardão
Y es que estos acantilados estremecen al más osado, cada metro cuadrado es sensible de ser capturado por las cámaras y cada cornisa se antoja a ser explorada.
Pero tenemos que avanzar y para ello hay que elegir dónde queremos invertir o no el tiempo. El camino no siempre se asoma a los bordes pues se recomienda no salir del sendero, aunque la decisión final es de los senderistas.
Furna das Pombas
Aquí por ejemplo, merece la pena desafiar un poco al vértigo para divisar mejor la Furna das Pombas.
Furna das Pombas
Praia do Creleizão
Si no das unos pasitos más allá quizá también te pierdas la Praia do Creleizão compuesta de cantos rodados, aunque el afloramiento roqueño que asemeja a un submarino sí que se aprecia bien desde el propio camino.
Praia do Creleizão
Ensenada da Santoleira
La siguiente concavidad geológica la encontramos en la Ensenada da Santoleira que dispone también de otro rompiente con cantos rodados.
Ensenada da Santoleira
Ponta da Cerva
Al sur, el límite fronterizo de este entrante corre a cargo de la Ponta da Cerva, otro lugar elegido por las cigüeñas para nidificar, como también lo es este resalte en el relieve antes de pasar al otro lado de la ensenada.
Avanzando un poco más se descubre un pintoresco arco natural, otro antojo de la artesanía erosiva.
Arco natural
Y dado que la pista que transitamos es bastante cómoda no es extraño que por aquí veamos circular a ciclistas hasta la propia Ponta de Cerva, aunque si quieren asomarse a este extremo, mejor hacer a pie los últimos metros pues el sendero y la tierra se estrechan cada vez más.
Ponta da Cerva
Entre la escalofriante sensación de que podemos inclinarnos a cualquier lado de la caída y que no queremos importunar a las cigüeñas más de lo necesario, guardamos una posición de seguridad para otear el panorama que acabamos de bordear.
Vistas al norte desde Ponta da Cerva
Tras superar la Ponta da Cerva las capas de acantilados nos van abriendo vistas a buena parte de la costa que nos aguarda. Los tejados de nuestro destino de hoy, Zambujeira do Mar, empiezan a asomar entre los perfiles.
Vitas al sur
Ponta da Percebeira
La espesura vegetal por estas cornisas nos devuelve al trazado oficial situado varios metros apartado de la caída, pero no tarda demasiado en dirigirnos de nuevo al acantilado, al saliente de Ponta da Percebeira.
El juego de sombras y el desgaste de la roca parece ofrecernos una furna entre sus particularidades.
Ponta da Percebeira
Praia da Lavagueira
Una planicie dominada por jaras, brezos y acacias se vislumbra en el trazado. El calor aprieta, por ello se agradece este pequeño pasaje arbóreo hasta el siguiente entrante, la Praia da Lavagueira.
Posee una orilla compuesta de guijarros, pero no la vemos, puesto que no queremos arriesgarnos más a la hora de asomarnos al borde.
Por su parte, entre la vegetación que resiste a este clima de contrastes también vemos cactus, alguno de ellos muy mermado pero con simpáticos hijuelos que luchan por salir adelante.
A continuación, disfrutamos de un largo pasillo de acacias que hace evadirnos del litoral por momentos hasta que nos despertamos del letargo en un espacio acantilado espectacular.
Praia do Tonel
Las primeras angosturas apenas dejan espacio para divisar el arenal que esconde, pero avanzando algo más al oeste rodeando el borde se descubre la Praia do Tonel.
Su difícil acceso hace que sea un arenal poco concurrido por eso es ideal para los que buscan tranquilidad arriesgando un poco.
Espigão
Praia do Tonel está protegida al sur por el accidentado resalte de Espigão desde donde también podemos disfrutar mirando al norte de un buen desfile salientes que hemos ido dejando atrás.
Espigão
Hacia el lado meridional las señales apuntan hacia el lugar de Entrada da Barca, un reducido núcleo de casas que pronto atravesaremos. Antes de eso, nos quedan un par de hogares de cigüeñas con los que deleitarnos.
El segundo de ellos casi podemos tocarlo con las manos.
Entrada da Barca
Para llegar a Entrada da Barca hay que salvar el desnivel de la depresión conformada por su ensenada homónima. En la creta de este lugar en cuya cresta alguien ha construido una curiosa residencia con vistas a grandes atardeceres.
Puerto da Barca
Descendemos por la orografía haciendo uso de un paso escalonado. Abajo nos espera el pequeño Puerto da Barca dedicado a la pesca tradicional y embarcaciones de recreo. A la derecha corre un decente muelle de piedra para la carga y descarga de mercancías o pasajeros.
Puerto da Barca
A continuación, ascendemos por una fuerte rampa a la cima del otro margen de la ensenada. Nada más coronar hay un mirador pero sinceramente, las vistas a este escenario se dominan mejor varios pasos más tarde.
Por aquí accedemos también al núcleo de casas de Entrada da Barca que nos recibe con un habitante algo perezoso, quizá sea porque la vida aquí parece ir a otro ritmo.
Viviendas en Entrada da Barca
Desde esta población nos incorporamos a una pista peatonal contigua a la carretera CM1158 que va directa a Zambujeira do Mar. No obstante, tras poco más de 2 kilómetros recorridos las señales nos desvían de nuevo a la línea costera.
Praias da Pedra da Bica y de Nossa Senhora
Por aquí, el camino nos dirige a un par de arenales al norte de Zambujeira do Mar. El primero de ellos es la Praia da Pedra da Bica, un área de difícil acceso por la ladera sur. De hecho, se recomienda llegar a ella desde la segunda playa que divisaremos, la de Nossa Senhora.
Praia da Pedra da Bica
Avanzando un poco más podremos apreciar toda su longitud. Aquí sí se ha instalado una vertical pasarela de madera para bajar. Como se observa, el espacio de arena se ve reducido en cuanto sube un poco la marea.
Junto al acceso de madera hay carteles de advertencia sobre posibles desprendimientos lo que hace necesario mantener una cierta distancia de seguridad entre la sombrilla y el acantilado.
Praia de Nossa Senhora
Nos desplazamos ahora al extremo meridional de esta ensenada para dar un vistazo general al entorno y deleitarnos con el dorado que tiñe la luz del atardecer.
La curiosidad nos invita finalmente a asomarnos, por un lado, a un coído imposible de alcanzar, y por otro lado, a dejarnos llevar por esta pasarela peatonal hacia un mirador. Este último balcón natural nos hará un poco de spoiler sobre la costa inicial que nos espera al día siguiente.
Zambujeira do Mar</h2>
Sobre estas líneas oteamos parte de la orilla de la Praia de Zambujeira do Mar y algo más al sur, de la correspondiente a la Praia dos Alteirinhos. Seguro que nos impactan cuando las estemos rondando.
Vistas a las Praias do Zambujeira do Mar y de Alteirinhos
Pero eso será en la siguiente etapa. Ahora a descansar.