2 · SANTARÉM – TOMAR
En la segunda etapa de nuestro camino portugués de nuevo atravesaremos grandes extensiones agrarias que hacen alarde de un rico sistema de regadío; descubriremos algunos pueblos que nos seducirán con su patrimonio e historia, y finalizaremos dando trabajo a las piernas en un último tramo rompepiernas que no nos detendrá a la hora de llegar a nuestro objetivo final: Tomar, ciudad Templaria.
Santarém
Santarém se resiste a despedirse de nosotros sin mostrarnos antes un poco de su patrimonio. En la etapa anterior apenas tuvimos oportunidad de hacer turismo, pero ahora las señales del camino nos quitan en parte ese pesar.
Iglesia de San Juan de Alporâo
En primer lugar, dirigiéndonos a la Iglesia de San Juan de Alporâo, un templo de una sola nave construido entre los siglos XII y XIII mezclando los dos estilos característicos de la época: el románico y el gótico. Antiguamente poseía una torre románica circular que flanqueaba el edificio, pero tuvo que ser destruida para permitir el paso de una comitiva real. Esta torre junto con la robustez de la estructura del templo confería al conjunto un aspecto de fortaleza.
Jardim das Portas do Sol y Castillo
En segundo lugar, las flechas amarillas nos transportan al Jardim das Portas do Sol, un recinto amurallado perteneciente a lo que queda del Castillo de Santarém, el cual se construyó sobre una Alcazaba musulmana una vez que don Alfonso Henriques reconquistó el lugar en el año 1147.
Actualmente es un fantástico mirador en el que contemplar el Río Tajo y su Lezíria. También, es nuestra última oportunidad de observar Santarém al mismo nivel de altura, lo que nos permite divisar claros elementos arquitectónicos pertenecientes a otros templos que no pudimos visitar.
Puerta de Santiago
Al noroeste, la dirección que tendremos que seguir, y para ello, habrá que salir primero del recinto amurallado. Lo hacemos por su Puerta de Santiago que accede a un camino en descenso en cuyos inicios no hay que dejarse. Su inclinación se endurece y el firme se torna a pedregoso. Nosotros decidimos ser precavidos y realizar algunos tramos paseando.
Santa Iria
Iglesia de Santa Iria
El corto sendero culmina a las puertas de Santa Iria, en la que resalta la torre campanario de su Iglesia barroca, y a la que le hace falta, por qué no decirlo, una manita de pintura.
Seguimos descendiendo hasta introducirnos en esta localidad para después cruzar la línea de ferrocarril que la atraviesa.
No tardamos mucho en salir de la urbe. Santa Iria y las murallas de Santarém ya quedan atrás, aunque el terreno llano de los próximos kilómetros nos va a permitir tenerlas todavía a la vista a medida que nos alejamos.
Llaneamos por asfalto entre la campiña
Una distancia que se cubre por esta cómoda pista asfaltada, sin apenas tráfico, que va atravesando grandes extensiones agrícolas, en las que predominan, en principio, los viñedos y algunos maizales. Ciclistas y peregrinos aderezan todavía más este agradable paseo en el que el color verde pronto perderá su hegemonía.
El amarillo de los girasoles se añade a la paleta de colores de estos campos que gozan de buena salud transmitiéndonos toda su vitalidad.
Con el adiós definitivo a una lejana Santarém afrontamos las primeras rampas de la etapa para llegar a la siguiente población: Vale de Figueira.
Vale de Figueira
La señalización nos conduce por sus calles donde pronto, en una de ellas, cogeremos un carril de tierra descendente entre una vegetación de monte que se va sustituyendo por otra más de ribera conforme nos vamos acercando al Río Alviela.
Entre girasoles, viñedos y maizales
Al cruzar este caudal vuelven a abordarnos extensas plantaciones agrícolas que van definiendo el patrón del paisaje. Girasoles, viñedos, maizales… toda un alarde de tierras fértiles que bien deben su poderío al cuidadoso sistema de regadío que las bañan.
Y ya puestos, que nos bañen también a nosotros que hace un poquito de calor. Que nadie diga que estos cultivos pasan hambre.
Continuamos el periplo agrícola por unas pistas bien señalizadas, aunque carentes de sombras salvo algún tramo arbolado disperso cercano al río Almonda.
Los microclimas improvisados frutos del regadío pueden sofocar la sensación de calor a medias, pero no la sed, y si no que se lo digan a este peregrino en apuros.
Reanudada la marcha, tomaremos una variante que evita el desviarse a la localidad de Pombalinho para seguir directos a Azinhaga.
Azinhaga
En este pequeño y apacible pueblo advertimos distintas personalidades que tuvieron su trascendencia a lo largo de la historia de la localidad.
Homenajes a los pescadores y a José Saramago
Por un lado, los pescadores, al que rinden homenaje en esta placa que encontramos a la entrada junto a esta reproducción de embarcación avieira. Y por otro lado, si seguimos hacia el interior, daremos con una encantadora placita con una reproducción del escritor José Saramago.
Este famoso autor nació en esta localidad en 1922, y aunque al año y medio emigró con sus padres a Lisboa volvía para pasar los veranos de su juventud.
“A Aldeia chamam-lhe Azinhaga”
Nos llama la atención con agrado el gran uso que los vecinos del lugar dan a la bicicleta.
Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción
Con esta buena impresión nos acercamos a su Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, construida en el siglo XVII, aunque tras la ocupación francesa se reconstruyó en el XIX.
Reanudamos la marcha tomando la carretera N365. Un poco comprometida por la falta de arcén y donde se echan en falta más paréntesis de estos que te sacan del asfalto. Este de hecho nos sirve también para ver una bonita Quinta, aunque dura muy poco y nos regresa de nuevo a la N365, que esta vez presenta un firme adoquinado que no abandonaremos hasta Golegã.
Golegã
Con todo, el nerviosismo que provoca el tráfico se va calmando conforme nos acercamos a la población. Solo hay que mirar a la Laguna de Alverca para ir bajando las pulsaciones.
Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción
Estilo Manuelino y azulejos setecentistas
Las indicaciones nos introducen rápidamente en la Plaza principal, donde se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, construida a inicios del siglo XVI y donde destaca sobre manera su pórtico confeccionado en estilo manuelino, en contraposición con la ornamentación exterior del resto del edificio. Merece la pena detenerse a observar los detalles naturalistas y simbólicos de su composición.
En un nicho descansa una talla de la Virgen.
Nos asomamos al interior, también de estilo manuelino, soportado por pilares formados por cuatro columnas y donde el gran peso de ornamentación se lo lleva la Capilla Mayor, revestida casi en su totalidad por azulejos setecentistas que representan escenas de la vida de Jesucristo.
La primera parte de la etapa bien requiere un merecido almuerzo y los buenos relatos de otros compañeros bicigrinos, como Dominico, que seguro consiguió alcanzar su gesta.
Nosotros a continuar con la nuestra combatiendo las inclemencias del tiempo a nuestra manera. El sol estaba apretando.
Abandonamos Golegã cogiendo la carretera local CM1183dirección a Saô Caetano.
Saô Caetano
El arcén vuelve a ser inexistente pero por fortuna no tuvimos la presencia de vehículos. Esta pequeña talla del Santo procura que no olvidemos en dónde nos encontramos. Saô Caetano es un pequeño núcleo de casas, pero dispone de albergue y a poca distancia de la población se encuentra una majestuosa Quinta cargada de historia.
Quinta da Cardiga
En el siglo XII llegó a pertenecer a la Orden Templaria y en el XVI, a la Orden de Cristo que amplió el complejo para convertirla en una residencia de verano.
El recinto posee un Palacete, una Capilla, un granero y un claustro, todo en una ubicación privilegiada con vistas al Tajo a cuyas aguas va a parar el caudal de este afluente.
Nosotros al contrario, con pesar nos separamos del Tajo para siempre. El río que tantos kilómetros nos ha acompañado desde Lisboa pronto girará al este, a la altura de Vila Nova da Barquinha, lugar al que nos dirigimos.
Atalaia
Muy próxima a ella se presenta Atalaia, población en la que el perfil empieza a exigir un poco más de esfuerzo.
Iglesia de Atalaia
Justo en un alto se enclava la Iglesia de Atalaia, mandada a construir por un Conde en el año 1528. Es de estilo manuelino y barroco, como demuestran detalles de su pórtico, aunque los orígenes de su estructura es gótica.
Llaman la atención tanto la torre central con su campanario como las extensiones laterales arqueadas que servían como de entrada a los espacios contiguos de la iglesia.
El tramo más exigente de la jornada
Unos 300 metros después de este templo comienza lo duro. Unas primeras rampas cercanas al 10% de inclinación nos pillan por sorpresa en este carril de tierra que al principio está carente de sombras.
Después, el camino se introduce en un bosque de eucaliptos que desciende unos momentos hasta salvar la A23 por un paso a nivel superior. No hay que dejarse llevar por el perfil favorable ya que puedes llevarte una sorpresa.
Además lo mejor estaba por llegar…
Una buena cuesta con un porcentaje medio del 12%, empedrada y castigada por el sol. Todo un regalito, vamos.
Lo positivo es que es muy corta, así que el calvario no es muy traumático.
La orografía rompepiernas es lo que tiene, ahora recuperamos piernas en el descenso para después volver a castigarlas en otra fuerte subida.
Grou
Este tramo finaliza en el pequeño núcleo de Grou, donde empezamos a descender y en el que debemos solucionar el problema de escasez de agua.
Asseiceira
Iglesia de Nuestra Señora de la Purificación
Algo más de dos kilómetros después llegamos a Asseiceira donde intentaremos sellar en su Iglesia de Nuestra Señora de la Purificación, construida en el siglo XVI.
Muestrario de credenciales en el Bar Moço
Aquí no tenemos suerte, pero sí en la cafetería Moço, donde además de sellarnos nos muestran su devoción al camino por medio de esta colección de credenciales que no tiene desperdicio. Si tenéis pensado tomar algo en Asseiceira, no os lo perdáis y hacedlo aquí. Además, también tienen su libro de firmas y aquí ponemos la nuestra.
Un tramo incómodo por asfalto
Los siguientes 4 kilómetros son algo más complicados ya que las señales nos llevan por la carretera N110 primero y después por la CM1134.
Finalmente, el alivio llega al introducirnos por una apacible senda paralela la línea de ferrocarril que seguimos durante casi 2 kilómetros.
Alto do Piolinho
Es salir de este trecho e iniciar un corto pero sorpresivo escollo. Y cuando creíamos que los repechos se habían acabado, se planta ante nosotros el Alto do Piolinho. No es que resulte muy duro, pero afrontarlo ya al final de la etapa escuece.
Capilla de San Lourenço
Una vez superado descendemos hasta el barrio de San Lourenço donde hay una capilla construida en el siglo XVI como homenaje a la unión de los ejércitos que en 1385 combatieron en la batalla de Aljubarrota. Los azulejos exteriores representan el suceso.
Tomar
Con mucho cuidado remontamos la N110 hasta llegar por fin a Tomar cuyo Río Nabão ya presenta sus credenciales como arteria importante de esta localidad. Vamos prestos al alojamiento para hacer un poco de turismo.
Castillo Templario y Convento de Cristo
Iniciamos el recorrido dirigiéndonos a la Plaza de la República, donde en lo alto de la colina preside el Castillo Templario, construido en el siglo XII. En su interior se encuentra el Convento de Cristo, fundado en el siglo XII pero que ha sufrido a lo largo de los siglos algunas reconstrucciones y añadidos. Prueba de ellos son los diferentes estilos arquitectónicos que en él se aprecian.
Gualdim Pais
En el centro de la Plaza de la República se levanta la talla de Gualdim Pais fraile templario y caballero de Alfonso I de Portugal, que fue el fundador de la ciudad de Tomar.
Iglesia de San Juan Bautista
Y frente a él, la Iglesia de San Juan Bautista, construida en el siglo XV en estilo gótico tardío. Posteriormente fue reconstruida en el XVI. Su pórtico es de estilo gótico flamígero y la torre de estilo manuelino. Si prestamos atención podremos ver algunos guiños templarios y otros manuelinos, como las esfera armilar.
En su interior también con elementos decorativos manuelinos pueden verse pinturas del famoso autor Gregório Lopes y alguna capilla revestida de azulejos.
Río Nabão
Cogemos la Rúa Serpa Pinto para desembocar en el Río Nabão donde ciertas señales vuelven a darnos pistas de la importancia templaria de la urbe.
Puente Viejo
Su Puente Viejo dicen que puede tener orígenes romanos y es una de las vías de acceso al casco viejo de la ciudad. También está situado en uno de los entornos más cautivadores de la localidad, donde el Río Nabão concentra a todo aquel que desee realizar un agradable paseo.
Dique de los Frailes
El murmullo de los saltos de agua del Dique de los Frailes pone la nota musical al ambiente, además de ser el punto de reunión y entretenimiento de algunos habitantes.
Roda de Mouchã
Otro puente nos sitúa en el Parque de Mouchão, en el que se encuentra uno de los símbolos de Tomar: la noria hidráulica Roda de Mouchão. Construida en madera, es un homenaje al aprovechamiento de las aguas del río Nabão que antaño hacían los ciudadanos de Tomar. Una metáfora del motor económico local. Se dice que si la Rueda del Mouchão no gira, la ciudad de Tomar no se mueve.
Pues nosotros tomamos ejemplo y nos movemos para celebrar el final de esta etapa.
Hasta la próxima.