Vereda de Esquivel
P.N. DE LOS ALCORNOCALES,  SENDERISMO

RÍO HOZGARGANTA – LAGUNA ESCONDIDA

Desde Jimena de la Frontera iniciamos el recorrido por la Vereda de la Encubierta hasta alcanzar el Río Hozgarganta, caudal de gran relevancia en la historia de esta localidad. Después remontaremos la Garganta de Gamero para llegar a las Lomas de Cádiz, donde descubriremos la Laguna Escondida.

Haremos la ruta circular descendiendo por la Garganta de las Viñas, por la que surca el Arroyo del Cañuelo que nos sorprende con sus pozas y el Molino de San Francisco. Este arroyo desemboca de nuevo en el Hozgarganta que nos dirigirá a la entrada sur de Jimena de la Frontera.

❗ ATENCIÓN ❗ Para realizar este sendero es recomendable usar un dispositivo GPS para cargar el track de la ruta. Tras la Casa de Esquivel no hay señalización, hay bifurcaciones y frondosa vegetación donde es fácil perder las referencias del trazado.


 

DESCARGAR EL TRACK DE LA RUTA

Jimena de la Frontera

Hola amig@s!
Nos encontramos en Jimena de la Frontera, pueblo de la provincia de Cádiz enclavado en pleno Parque Natural de los Alcornocales. Desde las calles de la parte alta de la localidad vamos a iniciar una de las rutas más conocidas de la zona, el Sendero del Río Hozgarganta.

 

Vereda de la Encubierta

Tendremos que callejear un poco para localizar la Vereda de la Encubierta, camino nos hará descender hasta las inmediaciones del río. Esta agradable vereda es muy antigua, ya que se utilizaba por los lugareños para acceder a una fuente y al propio río. Su trazado se encajona entre dos cerros, el de El Risco al norte y el San Cristóbal al sur.

De este último se aprecian algunos riscos que con el tiempo la fuerza tectónica y la erosión han desplegado del propio macizo.

Jardín Etnobotánico El Risco

Ahora la senda nos dirige por una calzada de piedra, posiblemente medieval, entre la frondosa vegetación que se enmarca dentro del denominado Jardín Etnobotánico El Risco, donde encontramos especies de plantas y árboles de gran interés por sus diferentes usos.

Nosotros realmente no seguiremos los senderos de este Jardín si no que continuaremos descendiendo para alcanzar la orilla del río. Cuando finalizamos este tramo los paneles informativos nos dan la bienvenida al enclave, bien presidido por las peñas de El Risco donde el Ayuntamiento de Jimena ha aprovechado sus mejores cotas para instalar unos magníficos miradores desde los que dominar esta comarca.

Río Hozgarganta

Avanzamos hacia la derecha, al noroeste, por la calzada de piedra supuestamente romana, hasta alcanzar por fin el Río Hozgarganta.

Hacia el Río Hozgarganta
Hacia el Río Hozgarganta

El caudal, que presenta una estampa inmejorable, se abre paso por las abruptas faldas de las lomas.

Río Hozgarganta
Río Hozgarganta

El accidentado terreno fue adaptado antaño por los vecinos del lugar para facilitar el paso por la roca de arenisca a personas y animales con el fin de transportar con éxito el agua y el trigo. Y es que por aquí todavía quedan restos de aljibes y molinos harineros, los primeros almacenaban agua y los segundos eran necesarios para la creación del pan, alimento de primera necesidad en los siglos XVII y XVIII.

Pese a ciertos metros algo incómodos encontramos agradecidos paréntesis como este, Peña Gorda, una minúscula playa fluvial con una roca emergente que disfruta del baño prácticamente todos los días del año.

Un nuevo paso cincelado en la piedra nos dirige paralelos al río que fluye sosegado para dejar el protagonismo al sonido de la fauna y al de la suave brisa golpeando entre la vegetación.

Molino del Gaitán

Metros después dejamos los restos del Molino del Gaitán a la izquierda para seguir progresando flanqueando otras propiedades privadas.

Tras este corto intervalo frondoso la senda se acerca de nuevo a la orilla, al Vado de la Teja. El paso del caudal se frena con un pequeño azud a base de cantos rodados, los suficientes para poder pasar a la otra orilla con seguridad. También es cierto que esta ruta la hicimos en verano, cuando el caudal es menos abundante.

Vado de la Teja
Vado de la Teja

 

Vado de la Teja
Vado de la Teja

Continuamos por el margen izquierdo del río orientándonos cada vez más hacia el oeste, permitiendo con ello que el enclave de donde venimos se vaya escondiendo entre los desniveles.

Río Hozgarganta
Río Hozgarganta

El el caso de el Risco y el Cerro de San Cristóbal, y el Castillo de Jimena emplazado en este último.

Vistas hacia el Cerro de San Cristóbal
Vistas hacia el Cerro de San Cristóbal

 

Molino de Esquivel

Por aquí todavía nos queda por divisar las ruinas de otro Molino conocido como Esquivel. Lo hacemos a cierta distancia ya que el trazado vuelve a separarnos unos metros de la orilla.

El firme de calzada empedrada regresa, y por ella debemos continuar una vez salvemos este portón. Pero debemos estar atentos ya que el terreno se quiebra al coincidir con el final del trazado de la Garganta de los Hornillos, paso natural de un arroyo que va a parar al Hozgarganta.

 

Vado de Esquivel

Ahora sí buscamos la forma de cruzar a la otra orilla. Y lo hacemos por el Vado de Esquivel, una pasarela hecha a pase de bloques de hormigón en los que no hay que confiarse.

Vado de Esquivel
Vado de Esquivel

 

Vado de Esquivel
Vado de Esquivel

 

Vado de Esquivel
Vado de Esquivel

En épocas de crecidas del río parece que esta pasarela se oculta bajo el agua, así que estad atentos en qué momento del año vais a realizar la ruta.

Una vez llegados a la otra orilla nos introducimos en la propiedad conocida como Casa de Esquivel. Se accede por un angarilla que nosotros encontramos abierta. Si encontráis a los propietarios por ella nos os pondrán problemas de acceso si pedís permiso.

Remontando la Loma del Helechal

Salimos de estos dominios hacia nuestra derecha buscando el curso del río que ya empezamos a verlo desde varios metros de altura. A partir de aquí comenzamos un exigente ascenso por la escarpada pendiente de la cara norte de la Loma del Helechal.

Para realizar este tramo de sendero os recomendamos encarecidamente un dispositivo GPS con el track cargado ya que la espesa vegetación y las distintas bifurcaciones nos van a hacer dudar en más de una ocasión.

Uno de esos momentos lo encontramos cuando la senda viaja paralelamente a un murete de piedra. Trazado y muro se pierden, pero el track resuelve el problema abriendo camino entre la espesura.

Tras este primer apuro damos con un terreno más despejado en el que podemos otear el viaje del Hozgarganta entre las elevaciones del Puerto de las Asomadillas, Loma del Helechal y la Loma del Altabacar.

Puerto de las Adomadillas, Loma del Helechal y Loma del Altabacar
Puerto de las Adomadillas, Loma del Helechal y Loma del Altabacar

Reanudando la marcha nos incorporamos a un intervalo algo más definido en el dibujo del trazado pero exigente a la hora de avanzar. El firme irregular de barro y piedra sumado a ciertas ramas a modo de cortina lo hacen un tanto incómodo, pero a la vez estimulante.

El camino se acerca en ocasiones con vértigo a la pendiente momento en el que podemos encontrar algunos ventanales que nos ofrecen nuevos puntos de vistas, como este, que se dirige al cerro de El Risco y al Camping Los Alcornocales.

Unas vistas que metros posteriores mejoran conforme ascendemos saliendo de la frondosidad.

Vistas de El Risco y el Camping
Vistas de El Risco y el Camping

 

Vistas de El Risco, el Camping y Puerto de las Asomadillas
Vistas de El Risco, el Camping y Puerto de las Asomadillas

Las formaciones de roca arenisca que encontramos nos anuncian que nos surcamos la cresta de la cota conocida como El Torero, un terreno quebradizo ascendente a modo de toboganes en el perfil que terminan por pesar en las piernas.

Atrás seguimos obteniendo vistas a El Risco, a la Cuenca del Río Guadiaro y a las Sierras de Crestellina y Bermeja. Y al frente hemos abandonado ya la depresión del curso del Hozgarganta para acometer la que conforma la Garganta de Gamero.

Fascinante y entretenido tránsito que alterna en un abrir y cerrar de ojos tramos de miradores de fantásticas panorámicas con otros de pasillos encajonados entre la piedra y la vegetación.

Ascenso a las Lomas de Cádiz

Tras cruzar este cauce seco de un arroyo topamos con un murete de piedra levantado a modo de corral para salvaguardar el ganado. A partir de este hito se inicia otro exigente ascenso que nos llevará al monte de las Lomas de Cádiz. Casi un kilómetro con pendientes entre el 17 y 24 por ciento de inclinación que nos harán superar los 300 metros de altura.

Jaras, brezos, lentiscos y majuelos, entre otras especies de matorral se suman junto a los alcornoques a conformar la espesura que se empeña en desdibujar el trazo del sendero. De cuando en cuando se dejan ver ejemplares de quejigos y robles melojos, e incluso algún hongo que aprovecha los rincones más húmedos para hacer vida.

 

La Laguna Escondida

De nuevo el sendero desaparece entre la madreselva pero el track que llevamos nos dice que no debemos andar muy desencaminados de nuestro siguiente objetivo: La Laguna escondida.

Para acceder a ella primero debemos dar con una angarilla que procuramos cerrar a nuestro paso para evitar el traspaso de animales.

Estamos surcando los dominios de las Lomas de Cádiz, a unos 350 metros de altura, la cota más elevada que alcanzaremos en esta ruta.

Muy pronto, siguiendo al oeste, daremos con la Laguna escondida, un bucólico entorno rodeado de alcornoques que hoy al encontrarnos en los meses de verano no está pasando su mejor momento en cuanto a carga de agua embalsamada se refiere.

Laguna Escondida
Laguna Escondida

Hay unas ruinas de una antigua casa que seguramente tuvo que vivir sus momentos de prosperidad en este entorno tan privilegiado, al cobijo de los árboles, la elevación del terreno y los peñascos de gran calibre que frecuentan el terreno.

Laguna Escondida
Laguna Escondida

Rodearemos todo el perímetro de la laguna para descubrirla desde diferentes ángulos. No os extrañéis si por aquí os encontráis animales domésticos como caballos o ganado vacuno, ya que suelen vienen a beber a la laguna.

Para las personas existía una fuente (Fuente de la Laguna) pero hoy la encontramos en desuso y en estado ruinoso.

Dejamos el recinto de la laguna y regresamos sobre nuestros pasos hasta la angarilla para recorrer las Lomas de Cádiz dirección sureste. A partir de aquí comenzamos a hacer la ruta circular, en sentido descendente, por la vertiente que da a la depresión del Arroyo del Cañuelo.

Descenso por la Garganta de las Viñas

Si os fijáis bien, la verde orografía está salpicada de enormes lajas de piedra arenisca que emergen de la espesura, algunas totalmente lisas por una de sus caras. Son muy habituales en estas latitudes.

Descenso por la Garganta de las Viñas
Descenso por la Garganta de las Viñas

La nueva orientación nos ofrece otros horizontes, pero pronto un descenso abrupto y serpenteante nos reclama toda su atención. Cuidado aquí con los tobillos, la piedra suelta es traicionera.

Tras este tramo la senda se abre a un alcornocal despejado de matorral por el que se avanza con facilidad.

El surco seco de un arroyo se interpone en nuestro camino pero no entraña mayores inconvenientes para cruzarlo. Se adivinan los restos de otras viejas construcciones que de buen seguro se emplazaban en estas ubicaciones al tener cercana la presencia de algunos regatos.

Y cercana también, la localidad de Jimena de la Frontera, cuyo Castillo vuelve a asomar entre los perfiles del horizonte.

El Castillo de Jimena se ve en el horizonte
El Castillo de Jimena se ve en el horizonte

Uno de los regatos que antes comentábamos es el de las Viñas, el cual baja a duras penas a la garganta que le da nombre para mezclarse con las aguas del Arroyo del Cañuelo, caudal que nosotros también tendremos que alcanzar. Pero antes de continuar es inevitable volver a embelesarnos con otra panorámica del Cerro de San Cristóbal.

Por el Arroyo del Cañuelo

No tardamos mucho en dar caza al Arroyo del Cañuelo el cual cruzamos con precaución empleando las piedras más accesibles. Como se observa, las adelfas se adueñan de la vegetación de ribera pero también se observan tarajes, fresnos y alisos.

Continuaremos un intervalo por el margen derecho del arroyo hasta que el sendero nos invita de nuevo a la orilla. Se supone que por aquí tendríamos que vadear de nuevo el caudal, pero ante la falta de alguna evidencia que nos empuje a hacerlo, dudamos y buscamos una alternativa para continuar por este mismo margen.

Mientras encontramos o no un paso, no nos pasan desapercibidas las pozas de agua que se forman en este precioso enclave. La verdad es que no lo tenemos nada fácil para avanzar, así que os recomendamos el vadeo del río por donde antes hemos mencionado.

Molino de San Francisco

Tendremos que ascender para salvar la verticalidad de un peñasco y luego volver a descender para volver al arroyo que esta vez, nos recompensa el esfuerzo con el Molino de San Francisco. Este edificio etnológico pudo haberse construido entre los siglos XVII o XVIII con el fin de aprovechar la energía del agua para moler el trigo con su mecanismo y así crear la harina con la que obtener el pan.

Está en un digno estado de conservación y es posible acceder a la parte superior para conocer algo de su mecanismo y un espacio donde se represaba el agua.

Sin tiempo para darnos un apetecible baño le dejamos los honores a este pequeño individuo para que lo disfrute por nosotros.

Pequeño anfibio
Pequeño anfibio

 

Arroyo de El Cañuelo
Arroyo de El Cañuelo

Desde el molino nos incorporamos a una senda casi oculta que navega unos metros por el margen izquierdo, aunque rápidamente nos hace regresar para vadear por última vez el arroyo.

El sendero continúa recorriendo la Garganta de las Viñas paralelos al encajonado Cañuelo, afluente del Río Hozgarganta, al que muy pronto desembocaremos. La diversidad vegetal sumada a esos riscos asomando por ella hacen el trayecto muy entretenido.

Llegamos ahora a una angarilla que nos abre paso a la desembocadura del arroyo, que se despide de nosotros con otro espacio idílico para darse un chapuzón. Muy cerca hay una alcubilla perteneciente a la antigua Fuente El Regüé del siglo XVIII.

Pozas en el arroyo
Pozas en el arroyo

 

El Cao de la Real Fábrica de Artillería

Una vez en el Hozgarganta observamos una especie de muro perfilando su orilla izquierda. Se trata del Cao o canal que permitía dirigir el agua a los hornos de la Real Fábrica de Artillería de Carlos III que aquí se construyó en el siglo XVIII. En la jornada de la tarde de este día realizamos la visita de esta localización, así como del Castillo. A continuación os dejamos un enlace donde podréis conocer esta visita a estos valores del patrimonio monumental de Jimena de la Frontera:

CASTILLO y REAL FÁBRICA DE ARTILLERÍA de JIMENA DE LA FRONTERA

Ahora nuestro deseo es regresar a la localidad para realizar el almuerzo en uno de sus restaurantes más pintorescos y de sabores más seductores, el Hostal el Anón.

Tendremos que regresar por un puente que salva el Hozgarganta. Poca distancia nos resta para que la senda desemboque a la pista asfaltada que nos llevará a este puente.
Será la última vez que crucemos el Hozgarganta, único río de Andalucía que no cuenta con regulación en toda su cuenca. Esta singularidad convierte sus 35 kilómetros de longitud en un valeroso espacio flora y fauna.

Jimena de la Frontera nos recibe con calles empinadas, como la Pasada de Alcalá, que recorremos con las protestas de nuestros estómagos hambrientos. Hay que ganarse el pan con el último esfuerzo, aunque Jimena te recompensa con bonitos rincones para aliviar la exigencia.

Fuente de 1958
Fuente de 1958

 

Hostal el Anón

Sea lo que sea, nuestro objetivo ya está al alcance, el Hostal el Anón, que con su cocina tradicional e internacional culminará esta ruta con un exquisito broche de oro gastronómico.

 

Menú del Hostal El Anón
Menú del Hostal El Anón

Hasta la próxima!

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