
La SAUCEDA – PICO ALJIBE – LAGUNA del MORAL
Afrontamos un nuevo ascenso al Pico Aljibe, pero esta vez desde la cara noroeste de la Sierra del Aljibe, en el embaucador enclave de La Sauceda. La pandemia del coronavirus motivó el cierre temporal de las instalaciones de sus encantadoras cabañas turísticas, pero tras la primera ola la relajación de las medidas nos permitió recorrer este sendero hasta el techo (1091 metros) del Parque Natural de Los Alcornocales.
El camino remonta la escarpada Garganta de Pasadallana entre la umbría de quejigos y alcornoques y los encajonados arroyos que salen a nuestro paso. La orientación favorece la humedad y con ella los musgos y helechos.
El Pico Aljibe nos recibe en un espléndido día despejado en el que es posible divisar el Peñón de Gibraltar.
Después, descenderemos por una pista forestal al norte y tomaremos la Garganta del Moral para llegar a su laguna homónima que parece camuflarse entre la frondosidad. Un remanso de agua que depende de la pluviosidad acumulada.
Finalmente, el sendero se hace circular volviendo al complejo de La Sauceda.
Para poder realizar este sendero es necesario pedir autorización a la Oficina del Parque Natural. Podéis hacerlo al Teléfono 856587508 o por email al correo pn.alcornocales.cmaot@juntadeandalucia.es
DESCARGAR EL TRACK DE LA RUTA
Parque Natura de los Alcornocales
Hola amig@s!
Nos encontramos en el Parque Natural de los Alcornocales, provincia de Málaga, en la entrada a otro mítico sendero de este entorno.
No obstante, antaño, este enclave se cobró numerosas víctimas a causa de la Guerra Civil española. Una placa conmemora a los fallecidos.
Accedemos al enclave de la Sauceda por una cancela que nos aseguramos de cerrar una vez dentro. Un pinzón común nos recibe despejándonos de insectos el camino que lleva hasta una pequeña pasarela de madera que salva un pequeño arroyo.
Después, continuamos hasta la vivienda de la recepción de este complejo, que encontramos cerrada debido a las medidas empleadas para luchar contra la pandemia del coronavirus, donde el sector de la hostelería ha sido uno de los grandes perjudicados. En este sentido, los encantadores refugios turísticos que encontraríamos más adelante, tampoco presentarían ninguna actividad.
Pero antes de llegar a ellos, sorteamos una nueva cancela para continuar este agradable paseo entre encinas, alcornoques y quejigos.


Si estamos atentos, podremos observar por la zona varias piedras de molienda. Pertenecían al antiguo Molino del Mondo, cuyas ruinas hoy apenas son identificables entre la vegetación.
Un molino que aprovechaba la fuerza del caudal del Arroyo de la Garganta de Pasadallana, que ahora estamos remontando, y a la que van confluir otros cursos de agua, como éste que cruzamos por otra pasarela de madera.
Antiguo poblado de La Sauceda
Después, avanzamos hasta lo que pudo ser la Alberca del molino para llegar posteriormente a las inmediaciones del antiguo poblado de la Sauceda. Rápidamente se perciben sus viviendas restauradas y adaptadas para el turismo rural, una actividad que como hemos mencionado antes, no está pasando su mejor momento. No obstante, estamos seguros que este bello enclave tiene todos los ingredientes necesarios para volver a resurgir.
Estas cabañas hechas a base de piedra de mampostería, brezo y madera están esperando y deseando la llegada de sus próximos inquilinos para que puedan disfrutarlas, además otras instalaciones del complejo de La Sauceda.
Esta ruta la realizamos tras la relajación de algunas de las medidas de la primera ola aunque esto todavía no motivó la apertura de algunos negocios turísticos.
Ermita de La Sauceda
Los postes indicativos nos conducen a otra pasarela de madera que salva ahora el arroyo que da nombre a la garganta. Y poco después ascendemos unos metros para acceder a lo que pudo ser el centro neurálgico de este poblado tan disperso, y que está presidido por una antigua ermita de principios del siglo XX.
Y es que este lugar llegó a albergar a más de mil personas en su momento de mayor densidad de población.
Atravesamos esta explanada hasta dar con una angarilla que nos dará acceso a una pista de tierra rumbo al Aljibe.
Ascenso por la Garganta de Pasadallana
Sus primeros 400 metros son de cómodo tránsito, por un camino de cierta anchura que remonta la Garganta de Pasadallana y que pasito a pasito nos irá aproximando a su arroyo.
Gusta ver esos pequeños saltos de agua y escuchar el sonido de su corriente entre las piedras. Y es aquí, estando a su vera cuando el firme y el perfil empiezan a requerir un poco más de esfuerzo.
La Sauceda: Cobijo de bandoleros y refugiados
La belleza del entorno al cobijo de alcornoques, quejigos y helechos es indiscutible. No nos extraña que este lugar lleno de rincones escondidos fuese antaño refugio por un lado de los bandoleros y por otro lado de los republicanos que huían de la represión franquista en la Guerra Civil.
Cuesta creer que este lugar que rebosa vida fuese escenario de muerte en 1936, cuando el ejército de Franco y la aviación nazi borraron del mapa a los habitantes de La Sauceda.
Afortunadamente hoy día, de momento, podemos regresar para contemplar un escenario bien distinto.
El trazado se acerca ahora con vértigo al cauce del arroyo salvando el escarpado terreno mediante un firme escalonado por la piedra, donde el esfuerzo se recompensa con el disfrute de la naturaleza.
Los grandes bolos y bloques de piedra arenisca también son protagonistas indiscutibles de estas latitudes, los cuales a veces nos hacen ralentizar la marcha, pero a su vez permiten una singular composición de la orografía que se adereza con esas capas de musgo y liquen adheridas a la superficie.
También es estimulante comprobar cómo el cauce del arroyo juguetea con nosotros interponiéndose a nuestro paso en varias ocasiones con el fin de poner a prueba nuestra destreza en saber cómo sortearlo.
Realmente, teniendo un poco de cuidado estos pequeños cruces no tienen dificultad alguna.
Conexión con pista forestal
Tras estos entrelazados encuentros con el arroyo el camino conecta con una pista forestal que también suele estar frecuentada por ciclistas. Circulamos por aquí unos 400 metros al norte, dejando al este las cumbres de las Sierras de Grazalema y de Ronda. Y al oeste, oculto entre la frondosidad, Puerto Oscuro y el Pico Aljibe a los que tendremos que llegar tomando un nuevo sendero.
Por el Canuto de los Sauces
Atentos a este tramo porque es el más exigente de toda la ruta. Hay que tomárselo con calma porque en caso contrario podéis acabar fundidos. Será un intervalo de unos 1400 metros de longitud en la que superaremos pendientes que oscilan entre el 10 y el 25 por ciento de inclinación.
Por suerte no es un tramo largo y el entorno que nos rodea no pierde ni un ápice de encantamiento. Ciertos bloques de arenisca nos siguen sorprendiendo…y también otros elementos que pese a su aciago final ahora forman parte del atrezo del camino.
En algunos tramos, el sendero se encajona y endurece su firme por un terreno quebradizo de piedra, con el obstáculo de algunas ramas y algo de fango que entorpecen el avance. Un terreno bello, pero agreste a la vez que aquí se lo conoce con el nombre de Canuto de los Sauces.
Hay pequeños descansos en la exigencia del trazado, pero no hay que confiarse, porque de nuevo vuelve a la carga. Pero dureza y belleza viven aquí en armonía regalándonos ahora un paraje tapizado de verde humedad.
Y conforme avanzamos, vamos ganando altura saliendo de la espesura pero no por ello del riguroso paso que nos exige su firme. Estamos encarando la vertiente este de Puerto Oscuro, cuya loma ya se empieza a dejar ver, con el permiso de los alcornoques, que todavía se resisten a dejar de abrazarnos con sus ramas.
Nos tardaremos mucho en salir de este tramo para incorporarnos ahora a una pista más ancha, que irá remontando la loma de Puerto Oscuro hasta situarnos en su cresta.
Pico Aljibe
Desde aquí se empiezan a descubrir vistas impresionantes al este de 180º , comenzando por la comarca del Campo de Gibraltar y continuando por la Serranía de Ronda, la Campiña de Jerez y la Sierra de Grazalema.
Un espectáculo panorámico que nos acompañará hasta llegar al techo de Los Alcornocales, el Pico Aljibe. Al hito le antecede otro conocido como la Pilita de la Reina, un mogote de piedra que contiene una especie de tumba excavada en la arenisca donde se dice que la Reina Isabel la Católica se dio un baño.
Tras esta roca hay un paso inaccesible para el ganado pero que para nosotros no entraña dificultad alguna, atendiendo a la agilidad que nos caracteriza. Después, ya tendremos a la vista el peñón del Pico Aljibe, y su vértice geodésico que hoy parece estar más concurrido que la otra ocasión en la que subimos desde el Aula de la Naturaleza el Picacho.
Al sur, el Pico del Montero, de 916 metros de altura donde se emplaza una Estación de Vigilancia Aérea. Y al estar el día tan despejado podemos apreciar incluso el Peñón de Gibraltar.
Al suroeste la gran masa de agua del Embalse del Barbate, abastecido principalmente por las aguas de su río homónimo. Fue construido en 1992 y tiene una capacidad de 228 hm3. Al oeste asoma entre las crestas El Picacho y al fondo la Campiña de Jerez, Sierra de las Cabras y la cuenca del Río Majaceite.

Echamos también un vistazo al flanco de la Sierra del Aljibe por el que hoy transcurre esta ruta que inmediatamente reanudaremos, en cuanto terminemos de celebrar el haber llegado hasta aquí.
Deshacemos los pasos por el Canuto de los Sauces
Nuestro siguiente objetivo es llegar a la Laguna del Moral. Para ello tendremos que deshacer el camino recorrido hasta prácticamente el inicio del Canuto de los Sauces. Subirlo requirió su esfuerzo pero bajarlo también tiene su dificultad ya que hay que cuidar las rodillas y evitar los tropiezos con las piedras.
Tras este intervalo encontramos la baliza de señalización que nos desvía por el nuevo ramal por el que tendremos que continuar hasta la Laguna del Moral. Por aquí circularemos en sentido descendente durante algo más de 500 metros, siguiendo al norte la vertiente este de Puerto Oscuro, que tendremos oportunidad de otear mejor en cuanto el trazado nos saca de la espesura.
Este ramal conecta con la pista forestal que también hace las veces de carril cicloturista. Nos hace ascender algunos metros en el perfil durante 1 kilómetro, con alguna pendiente al 10 por ciento de inclinación, pero tras lo subido anteriormente esto nos parece una balsa de agua. Una balsa no exenta de elementos que acaparan nuestra atención.
En cuanto coronamos este repecho las vistas vuelven a abrirse hacia el noroeste de Los Alcornocales, Grazalema y Serranía de Ronda. Unas vistas que seguiremos disfrutando entre los ventanales que nos descubre la vegetación a medida que afrontamos un nuevo descenso.
Desde aquí podemos apreciar el inicio y meta de esta ruta, de la que ya nos queda menos. Y también las pocas praderas que piden permiso a los alcornoques para poder alimentar al sector ganadero.
Garganta del Moral
El descenso continúa su curso por esta pista forestal pero puede acortarse camino por un sendero que acomete la Garganta del Moral. Y eso es precisamente lo que haremos.
Una vez que nos incorporamos a este tramo encontraremos rápidamente el arroyo que da nombre a esta garganta, el cual sortearemos por las piedras para situarnos en su orilla derecha.
Hacemos un alto en el camino para disfrutar de otro bonito entorno perfilado por la depresión del dibujo de un cauce de agua, encajonado entre vegetación y piedra.
Para continuar por la garganta, lo ideal es seguir descendiendo paralelos al arroyo. Y eso hacemos, pero en cierto momento nos desviamos unos metros para buscar otra alternativa. Sin embargo, ante al comprobar la inaccesibilidad del terreno regresamos rápidamente al cauce para finalizar este tramo.
En los últimos metros la vegetación nos camufla el sendero, pero el salir de la espesura nos depara el regreso a la pista forestal, que abandonaremos a la mayor brevedad por un nuevo desvío. En esta ocasión nos incorporamos al camino que nos conducirá definitivamente a la Laguna del Moral.
Laguna del Moral
El complejo se encuentra cercado, así que en cuanto damos con su perímetro nuestras miradas se dirigen inevitablemente a su interior para intentar descifrar la densidad de la laguna.
Justo a la entrada del recinto hay un panel informativo que nos describe cómo plantas y algas colorean de un verde intenso esta masa de agua que se esconde bajo inmensos quejigos. Una de las arboledas más presumidas del Parque Natural de los Alcornocales ya que encuentra en el agua inalterada el espejo perfecto en el que poder mirarse sin descanso, salvo cuando la laguna corre el riesgo de secarse en los meses más calurosos.
Y es que este recinto se nutre solo de las precipitaciones locales, no llegando a ella ningún otro curso de agua. En este singular ecosistema que cambia con las estaciones conviven anfibios, reptiles e insectos junto a especies de aves y mamíferos que se acercan a beber.
El nombre de la laguna lo toma de un cercano núcleo de casas denominado El Moral, del que todavía pueden observarse algunos restos en pie.
Regreso a La Sauceda
Dejamos este complejo natural para reanudar la marcha por este sendero que irá paralelo a al cercado de una propiedad privada. Por aquí transitaremos 2 kilómetros haciendo la ruta circular hasta conectar de nuevo con el poblado de La Sauceda.
La espesura de la vegetación y buenos ejemplares de quejigos y alcornoques apenas nos dejan otear el horizonte, pero avanzando algo más esta constante cambia.
Al sur el Peñón del Buitre, todavía en la Sierra del Aljibe que se hunde en ese flanco hacia la Garganta de Pasadallana. Al noroeste la Sierra de la Gallina y algunos horizontes de Grazalema. Pronto nos incorporaremos de nuevo a la pista forestal que seguirá progresando hacia la Garganta de Pasadallana. Por la zona se dejan ver los restos de las viviendas destruidas durante la Guerra Civil.
Y para terminar este tramo de pista, los alcornoques nos abren paso a una nueva galería en la que vuelven a imponer su dominio.
Por aquí llegamos a la angarilla que accede a La Sauceda, que ahora nos mira con la luz del mediodía. Buen momento para despedirnos de su Ermita, sus cabañas de mampostería, del arroyo que da nombre a la garganta, de sus pasarelas de madera,… En definitiva, de un espectacular enclave que continúa su propia evolución natural. La Sauceda tiene vida propia, embelleciéndose día a día a la espera de una pronta recuperación del sector turístico que vuelva a incentivar este lugar para todo aquel que quiera disfrutar de la naturaleza de una manera respetuosa.

Hasta la próxima.
