2 MOLINA de SEGURA – BULLAS
MOLINA de SEGURA – BULLAS (53 Kms)
Dejamos atrás el Río Segura para incorporarnos a un camino natural que sigue el trazado de la antigua línea ferroviaria que unía Murcia con Caravaca de La Cruz.
Nos referimos a la Vía Verde del Noroeste, con muchas de sus estaciones todavía en pie, algunas adaptadas como albergues, y espectaculares infraestructuras como viaductos y túneles recuperados para hacer las delicias de un agradable paseo entre las huertas de las vegas del Río Mula y los sensacionales badlands.
La localidad de Mula y el Santuario del Niño Jesús de Balate contribuirán con sus ingredientes monumentales a cerrar una jornada redonda.
Molina de Segura
Hola amig@s!
Comenzamos la segunda etapa de nuestro Camino a Caravaca de la Cruz justo por donde lo dejamos la jornada anterior, en Molina de Segura. Paralelos a la Nacional 344 buscamos las señales de la travesía que nos incorporará a un cómodo carril de tierra muy dado a los paseos matinales de los vecinos.
Vía Verde del Noroeste
Puente de Hierro
Seguimos surcando la Huerta de Murcia, dentro de los dominios de un Río Segura que pronto vamos a dejar atrás, en cuanto crucemos un antiguo puente de hierro, el único de metal que encontraremos en el periplo.
Un puente restaurado que pertenece a las infraestructuras de la añeja línea de ferrocarril que hoy transitamos y que se ha acondicionado a camino natural. Es la conocida Vía Verde del Noroeste.
Estación de Alguazas
Esta vía se entrecruza con otra que todavía sigue funcionando y que comprende el tramo de ferrocarril que une la localidad de Cieza con la de Murcia. Por aquí llegamos hasta Alguazas que conserva la antigua estación reconvertida hoy en Albergue de peregrinos y cafetería.
Fue nuestra primera opción de alojamiento para la primera etapa, pero estaba completo y tuvimos que adaptarnos para pernoctar en Molina de Segura.
Para salvar la línea de ferrocarril e incorporarnos de nuevo a la Vía Verde, primero lo hacemos por un paso a nivel superior para luego callejear por la urbe hasta sortear la Carretera Alcantarilla por otro puente.
Justo aquí nos incorporamos a la cuenca de un afluente del Segura, el Río Mula, y cuyo caudal cabalga a pocos metros a nuestra izquierda. Un entorno que también alberga el paisaje familiar salpicado de huertas y cultivos de cítricos y frutales. Estos últimos engalanarán de color el recorrido en más de una ocasión gracias a su floración.
Torre del Obispo
Nos alejamos de la localidad de Alguazas, una urbe que en la Edad Media estaba algo más desplazada hacia la confluencia de los Ríos Mula y Segura, pero unas riadas acaecidas en el año 1528 provocaron el traslado de la población a su emplazamiento actual.
Vestigio de aquella época es la Torre del Obispo, que se erigió aproximadamente en el siglo XIV para vigilar estas crecidas del río, entre otros menesteres. La torre se restauró a finales del siglo XIX.
Las imágenes que os mostramos a continuación son cortesía de José A. Ruiz y MeteOrihuela .
El perfil comienza a dar muestras de una leve exigencia, prueba de ello es el cambio de rasante que se observa bajo la carretera Murcia-531, con la Sierra de Ricote cerrando el horizonte.
El entramado de riego de la huerta
Superado este repecho se amplía ante nosotros un paisaje moldeado por la mano del hombre que se cuartea y escalona a partir de la sucesión de parcelas y cortijos dedicados al cultivo de regadío.
Para nutrir estos áridos campos se aprovecha el discurrir de los caudales de distintas ramblas, cañadas y barrancos, el entramado de la red de acequias y por supuesto al sistema de depuración de aguas que se almacena en una serie de balsas que se aprovechan como depósitos de riego.
La presencia del río Mula que conforma el cercano Embalse de los Rodeos también ayuda en el propósito agrícola, aunque una de las principales funciones de la presa es la de prevenir las violentas crecidas del río por lluvias torrenciales.
Badlands
Conviene prestar atención a los paneles informativos de la ruta, ya que nos ofrecen detalles de la historia de la zona y de los elementos de su valor paisajístico, como el que alcanzamos ahora: los badlands.
Un entorno semiárido conformado por barrancos dispuestos entre crestas que se agrietan y esculpen fruto de la erosión provocada por la lluvia que, aunque acontece en días escasos, lo hace de manera torrencial.
Casi podríamos decir que nos encontramos en un paisaje lunar dadas las características y morfología de la orografía y desde luego no nos deja indiferentes. Es fascinante comprobar cómo a pesar de que estas tierras son malas para el cultivo, el sector agrícola ha sabido abrirse camino en ellas para su aprovechamiento.
Además, esta circunstancia añade más tonalidades a la paleta de color donde los amarillos y ocres son los dominantes
Es un entorno singular que difiere mucho al de la etapa anterior, cuando recorríamos la fértil y extensa Huerta de Murcia paralelos al Río Segura, y donde se sucedían las poblaciones con más intermitencia.
Aquí ante estos páramos desnudos es inevitable sobrecogerse ante su peculiaridad que disfrutamos dejándonos llevar por la estupenda Vía Verde perfectamente acondicionada con balaustrada en los tramos en los que la orografía alcanza un cierto desnivel con el antiguo trazado del ferrocarril.
Estación de los Rodeos
Un ferrocarril que vuelve a dejar sus huellas en sus Estaciones, como esta que se emplaza en el lugar de Los Rodeos. Estos edificios al igual que la vía de tren se construyeron en el primer tercio del siglo XX inaugurándose toda la infraestructura en el año 1933.
Algunas estaciones como ésta se encuentran abandonadas, otras en cambio se han rehabilitado para convertirlas en albergues.
Barranco Marín
El trazado surca las inmediaciones de Los Rodeos para dirigirnos a uno de sus pintorescos barrancos, el Barranco Marín, afluente del Río Mula que a parar a uno de sus meandros conocidos también como “rodeos”.
Más que agua, la corriente de este caudal está formada por un río de saladares y tarayales que discurre por una cárcava perteneciente al Lugar de Importancia Comunitaria que comprende el hábitat natural de los ríos Mula y Pliego. Son espacios protegidos dada la importancia de sus ecosistemas y la biodiversidad de su fauna y flora silvestre.
La presencia ahora de cercados, naves y casetas nos dan muestras de actividad civilizada. Y es que nos encontramos muy cerca de la localidad del Campos del Río, a la que se llega por la carretera MU-531 que tendremos que cruzar con precaución.
Nosotros continuaremos hacia la urbe retomando la fantástica Vía Verde del Noroeste, que navega paralela al asfalto, y que en sus casi 80 kilómetros de recorrido está consiguiendo sorprendernos en estos primeros compases.
Campos del Río
Las casas de Campos del Río ya se aproximan. Se dice que esta localidad tiene orígenes musulmanes aunque su primera mención data en unos escritos del siglo XIII en los que este lugar se cedía como aldea a los territorios de Mula.
La economía de Campos ha estado siempre muy ligada al trabajo de la huerta, la cual se ha transformado hoy día con la industria de la conserva.
Todo el silencio y soledad reinante de estos páramos se rompe de raíz con la vida y alegría que transmiten los vecinos de la villa, que nos reciben celebrando un desfile de carnaval organizado por su Colegio Público San Juan Bautista junto a la guardería Virgen del Rosario.
Estación de Campos del Río
Niños, padres y profesorado nos contagian esta ilusión acompañándonos hasta la siguiente Estación, la de Campos del Río que también se ha reacondicionado en Albergue para todo aquel que quiera finalizar etapa en esta localidad.
El sonido de la fiesta va perdiendo su voz conforme abandonamos la localidad. Las señales nos incorporan a un carril bici en descenso que descansa en un inesperado pero corto repecho que nos devuelve a la vía verde.
Al poco se suaviza el perfil en las cercanías de unas fincas residenciales para luego volver a afrontar una suave pendiente que abrirá paso a otro de las grandes hitos de este antiguo trazado ferroviario: los viaductos.
Viaducto de la Cañada de los Ojos
Este en concreto se le conoce con el nombre de Viaducto de la Cañada de los Ojos y salva la depresión formada por los barrancos de la Rambla de Gracia.
Está formado por 5 ojos o arcos, tiene unas medidas de 115 metros de largo por otros 26 de alto. Mampostería, sillares y cemento levantan el armazón de esta estructura en la que resulta inevitable detenerse para admirar su verticalidad y el paso de su caudal.
Viaducto de la Rambla de la Belén
El firme ahora se torna a asfalto, testigo del trasiego de la actividad agrícola. Cítricos y olivares comparten aquí el espacio mientras nos dirigen al siguiente viaducto, el de la Rambla de la Belén. Construido de forma similar al anterior este se compone solo de dos arcos y atravesarlo supone una distancia de 95 metros, volando a una altura de 27.
La Rambla que atraviesa es la del Arco y nos deja también a las puertas de la siguiente localidad: Albudeite.
Estación de Albudeite
Otra urbe muy probablemente fundada por los musulmanes y cuyo nombre significa “la del agua escasa”. Aquí podremos encontrar otra Estación reconvertida en Albergue de peregrinos.
Albudeite tuvo un castillo medieval del que apenas hoy quedan restos en forma de muros reutilizados.
A la salida de la urbe, el trazado se encajona entre las viejas trincheras ferroviarias para después abrirse y descubrirnos las vegas del Río Mula y su huerta distribuida de un lado a otro de su cauce con tierras de labor de secano y otras destinadas al regadío.
Viaducto del Barranco del Moro de Carrizal
Por suerte hay suficientes alicientes en este recorrido para distraer la atención del hambre, como los impresionantes viaductos, éste, llamado Viaducto del Barranco del Moro de Carrizal.
La obra mide unos 134 metros de longitud por otros 31 de alto y salva la rambla homónima que debe parte su nombre al cauce dorado repleto de carrizales.
Tras otra trinchera excavada para superar las crestas de calcita y arcilla el paisaje se resetea con nuevos cultivos y parajes silvestres donde tímidamente aparece algún pinar y eucalipto disperso.
Estación de Baños de Mula
No llegaremos a la villa de Baños de Mula pero sí lo haremos a su vieja Estación de tren, hoy abandonada.
Viaducto de la Rambla de Perea
Seguimos progresando durante otros 400 metros para alcanzar el siguiente Viaducto, el de la Rambla de Perea.
Con unos 168 metros de longitud por otros 38 de altura, sus 6 arcos salvan el cauce de su barranco homónimo. Un arroyo de unos 13 kilómetros que ha sido testigo tanto del devenir histórico de su geodiversidad como el de la vida de los antepasados de la región que explotaron sus recursos y encontraron refugio en él.
Al sur, algunas viviendas de Baños de Mula, donde existen surgencias de aguas termales terapéuticas que pueden aprovecharse gracias a las distintas casas-balneario de la localidad.
La rambla toma el nombre de un religioso del siglo XVI que eligió este lugar para vivir como ermitaño y dar por finalizada su obra espiritual.
Entre trincheras y castillos
Recorremos una nueva trinchera como el que desenvuelve un regalo y ahora la sorpresa que nos depara al oeste son las primeras vistas al Castillo de los Vélez, situado en lo alto de una peña en la localidad de Mula.
Castillo de Alcalá o de La Puebla de Mula
Y también, al sur, el Castillo de Alcalá o de La Puebla de Mulasituado en lo alto de un promontorio, una construcción musulmana fundada en el siglo VIII de la que hoy solo quedan restos de muralla y de una torre.
Las imágenes que os mostramos a continuación son cortesía de José A. Ruiz y MeteOrihuela
También muy próximo a este castillo se ubica el Cerro de la Almagra donde han hallado restos de asentamientos tardorromanos.
Por su parte, los badlands empiezan a perder aquí su protagonismo bien por la presencia de una mayor red de infraestructuras propias a las cercanías de urbes de mayor envergadura, bien por tratarse ahora de tierras más fértiles producto de un valle que ahora también se beneficia del paso del Río Pliego, afluente del Mula.
Casa de la Sultana
Cruzaremos ahora un viaducto más sobre el Río Mula desde el que se pueden adivinar dos edificios emblemáticos con siglos de diferencia entre sus fechas de construcción. Por un lado la Casa de la Sultana, que aunque recoge bellos estilos arquitectónicos nazaríes, su levantamiento data del siglo XIX, siendo una muestra representativa del crecimiento económico de aquella época.
Casa de La Sultana y Castillo de los Vélez
Castillo de los Vélez
Y por otro lado el anteriormente mencionado Castillo de los Vélez, construido en el año 1524 por Don Pedro Fajardo, Marqués de los Vélez. Se edificó sobre los cimientos de una fortaleza musulmana del siglo X y en sus muros austeros en decoración solo resaltan los escudos de la familia y las coronaciones de muros en almenas.
Real Monasterio de la Encarnación
No vamos a tener tiempo para visitarlo, pero sí para aproximarnos un poco más a él ya que decidimos subir a la localidad para realizar otras visitas. Como la del Real Monasterio de la Encarnación que nos recibe con una entrada barroca presidida por Fray Pedro Botía, fundador en el siglo XVII de este convento de Hermanas Clarisas. El edificio se levantó sobre la vieja ermita del siglo XVI Nuestra Señora de los Olmos, de la que solo se conserva la Torre-Campanario.
La puerta principal de la Iglesia es de estilo barroco y la corona una hornacina con la imagen de la Virgen de la Encarnación. El Monasterio lamentablemente estaba cerrado, por lo que no pudimos ser partícipes de su claustro pero su Iglesia tenía habilitada su entrada en ese momento solo para rendir culto al Señor de la Escalera, un pintura del siglo XVIII realizada en tela.
Por su parte, el Monasterio también alberga la reliquia de la Santa Espina, una astilla que perteneció a la corona que portó Jesús en su Calvario.
Iglesia de Santo Domingo de Guzmán
La Iglesia de Santo Domingo de Guzmán será el otro templo a visitar. Su puerta principal está diseñada a modo de arco del triunfo, sobre ella tres hornacinas ocupadas por San Pedro, Santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís.
Los contrafuertes del exterior destacan en este edificio construido entre los siglos XVI y XVIII bajo estándares renacentistas y barrocos. La bóveda de cañón de la estructura de una sola nave se sustenta con una serie de pilastras que exponen relieves del Calvario de Jesucristo.
El Altar Mayor presidido por Santo Domingo de Guzmán exhibe obras del siglo XVII del pintor valenciano Mateo Gilarte.
A los pies del templo, bajo el coro, se encuentra la Capilla más destacada, dedicada a Nuestra Señora del Rosario hoy oculta tras estas telas que resaltan a modo de escenario la figura de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Tras este paréntesis por Mula volvemos al trazado del camino que ahora zigzaguea al norte entre fincas residenciales y huertas alternando pistas de tierra y asfalto que cruzarán la carretera RM-516 en varias ocasiones.
También nos complace saber que no somos los únicos ciclistas que están realizando esta travesía. Será un avistamiento fugaz ya que cada cual sigue su ritmo, aunque volveremos a encontrarnos al final de la etapa.
La orientación norte nos deja vistas al Cerro Marinas y a las estribaciones de la Sierra de Ricote aunque muy pronto viraremos definitivamente al oeste para seguir su rumbo.
Acequias y carreteras salvan con pasos superiores el desnivel de esta zanja creada para la antigua vía. Muchas de estas acequias van a parar a las balsas de agua para el riego de unos campos que no defraudan por su variedad y contrastes. Aquí la dureza del clima y aridez de la orografía se embalsama con la gracilidad y delicadeza de la floración de algunas especies.
Estación de El Niño
Un nuevo cruce por la RM-516 se interpone en nuestro camino. Las señales no nos lo dejan muy claro por dónde debemos atravesarla pero sí podemos adivinar la Estación de El Niño, lugar por el que tenemos que continuar.
Santuario del Niño Jesús de Balate
A partir de aquí entramos en los dominios de la Pedanía del Niño de Mula, nombre cuyas raíces nacen de la leyenda que cuenta la aparición del Niño Jesús al joven pastor Pedro Botía, cuando éste estaba rogando para que remitieran las duras epidemias que le habían dejado huérfano y que estaban asolando la comarca en el siglo XVII. Tras aquel suceso cesaron las enfermedades y años después Pedro Botía cambió su nombre al de Fray Pedro de Jesús. Después en 1694 consiguió levantar este Santuario en el mismo lugar en el que se le apareció el Niño Jesús.
Ladrillo, sillares y mampostería conforma la estructura actual de este templo de planta de cruz latina que ha sufrido transformaciones a lo largo del tiempo. Un azulejo recuerda el traslado del Niño a la Catedral de Murcia con motivo del Jubileo acontecido en el año 2000.
Los dorados y azules dominan el interior de este complejo barroco. El coro, situado entre las dos torres se construyó en el año 1852. La capilla más destacada es la de La Aparición, construida en 1967 la cual exhibe un relieve del suceso.
Hay tallas de bella factura como ésta correspondiente a la Virgen de Fátima. Pero la pieza más importante se encuentra en el Altar Mayor, dentro de un camarín salvaguardado por una blanca paloma símbolo de pureza, amor y paz. Se trata del Niño Jesús de Balate, el que sale al encuentro del pastor. Es una obra creada en el año 1940 por el escultor José Ponsoda Bravo.
Esta es la imagen que los dovotos muleños trasladan a la localidad de Mula en la romería celebrada cada 8 de septiembre.
Nosotros tenemos que continuar celebrando otro tipo de traslado, el que nos permiten las bicicletas por este interesante trazado murciano que ahora nos estimula con nuevos alicientes.
Terreno montañoso entre túneles y pinares
La orografía se muestra más montañosa, hecho que aprovechan túneles de entre 60 y 200 metros de longitud para atravesarla. Además, se suman al trazado una serie de pinares que camuflan en cierto modo la desolador aspecto que a veces da la aridez del terreno.
Y cuando no son los pinos ya se encargan de aderezar el terreno los almendros, albaricoqueros y otras especies de árboles frutales.
A pesar de lo accidentado de ciertos pasos, se adivinan algunas acequias salvando con éxito el terreno para llevar el agua. Además por aquí también se han creado con acierto balsas de agua (Balsa del Camarote) que permiten almacenarla y distribuirla.
Estación y Viaducto de la Luz
Un nuevo túnel desemboca a la Estación de la Luz, complejo que también se ha reconvertido en Albergue.
Y pocos metros después la vía verde del noroeste nos transporta al Viaducto de La Luz, desde el cual volvemos a saludar al Río Mula.
Fantásticas vistas de las tierra de labor de secano rodeando la vega de un cauce que se ve también nutrido por la Rambla de Codoñas. Al sur, el abrigo de los cortados del Cerro de la Muela de Don Evaristo.
A continuación, de izquierda a derecha somos partícipes de la riqueza de estos patrones agrícolas que tapizan y ordenan la campiña. Es un agradable paseo en el que es fácil caer en el ensimismamiento.
Desde aquí solo nos restan 3 kilómetros hasta Bullas, localidad de nuestra meta de hoy y punto más alto de la ruta situado en una cota de 630 metros.
Dejamos atrás los últimos cortijos, afrontamos otro tramo atrincherado y flanqueamos una zona de naves industriales para incorporarnos a la carretera vecinal que nos conducirá finalmente a la localidad.
Aquí nos quedaremos en la Pensión Restaurante Flipper, lugar en el que coincidiremos de nuevo con la pareja ciclista y con la que aprovecharemos para compartir con ellos impresiones sobre esta apasionante etapa.
Hasta la próxima!