11 · VILLAFRANCA del BIERZO – SAMOS
VILLAFRANCA del BIERZO – SAMOS (62,4 Kms)
Remontamos el Valle del Río Valcarce entre poblaciones muy ligadas al Camino de Santiago que escriben diariamente su historia con el fluir de los peregrinos. Llegados a Las Herrerías iniciamos el ascenso a O Cebreiro por una pista asfaltada paralela al trazado oficial que nos hará sudar más de una gota.
Ya en la cima descubrimos el Milagro de la Iglesia de Santa María la Real para luego afrontar un descenso pasado por agua a Triacastela.
Samos nos espera en el final de etapa, con la recompensa de la visita al Monasterio de San Julián.
¡Hola amig@s!
Ya os adelantamos que hoy tendremos lluvia, y niebla, pero aparecerán conforme avance la jornada.
En principio, salimos de Villafranca del Bierzo por su Calle Alameda Baja hasta dar con la Colegiata de Santa María del Cluniaco, levantada en sus orígenes en el siglo XII bajo al orden benedictina y entre sus principales funciones se encontraba la de acoger a los peregrinos.
A partir del siglo XVI se realizaron obras que le confieren su aspecto actual, siendo los estilos gótico, renacentista y barroco los que dominan el edificio. De su torre destacamos el templete que remata el último cuerpo de planta octogonal, y los óculos del resto de secciones.
Para salir de la localidad tendremos que salvar el Río Burbia por su Viaducto Fuente Quintano, una estructura de base medieval que despide a los peregrinos con una escultura de piedra homenajeándolos.
A partir de aquí nos restan unos 20 kilómetros por delante en cómodo ascenso hasta Las Herrerías, lugar de inicio de la subida a O Cebreiro, y no hace falta recorrer muchos metros para empezar a sentir ese hermanamiento peregrino.
Desde Villafranca nos hemos incorporado a la N-VI, arteria principal de este tramo que también frecuenta la Autovía A-6, bien presente con sus imponentes viaductos.
El Camino no se olvida de los históricos pueblos aledaños a esta vía, por eso las señales nos incorporan a las pistas vecinales que llegan a ellos, como a Pereje, donde la espadaña de su Iglesia de Santa María Magdalena nos recibe a la entrada. Pereje ya existía en el siglo XII y fue lugar de un Hospital de Peregrinos en la edad media, ideal para aquellos que no podían continuar en épocas de grandes nevadas.
Regresamos a la Nacional VI para recorrer algo más de 2,5 Km y volver a incorporarnos a otra pista vecinal rumbo a Trabadelo.
Poco a poco vamos dando caza a la fila de peregrinos de a pie que madrugaron para salir de Villafranca del Bierzo. Tras los primeros 10 km de etapa muchos aprovechan los servicios de la localidad para tomar aire y avituallarse. Son estampas peregrinas que agradecemos ver por la espectacular comunidad que se ha creado entorno a esta peregrinación, pero que nada tienen que ver con las vividas en el Camino Olvidado, tan encantadoramente solitario.
Trabadelo tiene orígenes romanos, cuando estos extraían oro de sus tierras, aunque el crecimiento importante se dio en la Edad Media, con el auge del Camino de Santiago, que permitió su repoblación.
Tenemos que decir que en este suave ascenso estamos remontando el Valle de Valcarce paralelos al dibujo de su río homónimo, donde la rica vegetación de ribera la dominan chopos, fresnos y alisos.
Algunos pueblos del valle toman el nombre del río como parte de su denominación, como La Portela de Valcarce. Aquí hay una talla de piedra del Apóstol Santiago colocada en 2003 y que se ha convertido en uno de los iconos más fotografiados de la localidad.
Metros después, encontramos la Iglesia de San Juan Bautista, construida entre los siglos XVII y XVIII en estilo barroco.
De nuevo en la Nacional VI, las señales nos sacan rápidamente de ella por la carretera N-006A para introducirnos en Ambasmestas. Aquí descansa el caudal del Río Balboa uniéndose al de Valcárcel, quizá por eso el nombre de la localidad, ya que Ambasmestas significa en castellano “mezcla de aguas”.
Muy pegada a esta urbe se encuentra Vega de Valcarce, otra antigua población fruto de la repoblación del Reino de León aunque anteriormente ya existían por la zona castros romanos y astures. Hoy llama la atención su viaducto de 340 metros de longitud que cruza el cielo sobre nuestras cabezas.
El encajonado valle se abre por momentos descubriendo las cadenas montañosas de O Courel al oeste y la de Los Ancares al este.
La verdad que en bicicleta estos 20 primeros kilómetros hasta Las Herrerías son bastante cómodos ya que transcurren por asfalto. Para los peregrinos a pie puede que no tanto ya que tendrán que frecuentar algunos tramos por el arcén, aunque eso no les quita el ánimo.
La siguiente localidad a nuestras ruedas es Ruitelán, de la que se dice pudo ser antaño un asentamiento romano.
Y finalmente, llegamos a Las Herrerías desde donde encararemos la subida a O Cebreiro por una pista diferente a la que utilizamos hace 7 años. En 2012, lo hicimos por la Nacional VI, y esta vez lo haremos por la carretera vecinal CV-125/1. Así que toda esta parte hasta O Cebreiro es nueva para nosotros.
Comenzamos de forma suave, flanqueando la orilla del Río das Lamas nombre que toma aquí el Valcarce hasta su nacimiento cerca de Pedrafita do Cebreiro, ya en Galicia. Un kilómetro después, superados los últimos núcleos de viviendas comienza el plato fuerte de la subida.
Para que peregrinos y bicigrinos no se obstaculicen, las señales nos separan en dos vías. La que toman los peregrinos lleva a la pequeña localidad de La Faba por una pista de tierra. Los ciclistas pueden acceder a ella si lo desean kilómetro y medio después por asfalto, pero hay que desviarse.
Como vamos bien provistos de avituallamiento nosotros continuamos adelante.
Estamos acometiendo la subida por el Monte do Chao da Serra en la Reserva Regional de los Ancares Leoneses, y superando desniveles que oscilan entre el 10 y el 13 por ciento de inclinación.
La Laguna es el siguiente núcleo de casas a alcanzar, situado a 1150 metros de altitud y ya desde esta posición se adivinan sus primeras viviendas, aunque todavía parecen inalcanzables.
Pero bueno, entre paroncito y paroncito poco a poco las vamos teniendo casi a la misma altura de nuestra mirada. Saber que solo nos restan 3 kilómetros para coronar nos da un chute de adrenalina que nos conduce rápidamente a esta localidad y a atravesarla sin más dilación.
Pero claro, estamos entrando ya en Galicia, ganando cierta altura, lo que convertiría en un crimen nuestro paso por este paraje si no nos detenemos y lo disfrutamos unos instantes. Desde aquí hay buenas vistas de la Sierra do Courel con su pico A Cotela do Faro sobresaliendo en el horizonte. En el Camino, unos peregrinos esperan a otros para culminar juntos esta hazaña y otros, en cambio, prefieren convertirlo en su desafío personal.
Dos formas de entender el camino igual de válidas que conlleva siempre un enriquecimiento a muchos niveles.
Y por fin coronamos la subida a O Cebreiro, a 1300 metros de altitud. Antes de bajar a su pueblo homónimo damos un vistazo a las panorámicas que hay a las Sierras do Rañadoiro, Piornal o Longa.
La señales nos llevan a un Cruceiro con motivos Jacobeos, como son la imagen de Santiago Peregrinos y las vieiras del capitel donde se postra la Virgen con el Niño y el Cristo Cricificado. Después, una singular peregrina nos da la bienvenida a la entrada a la localidad. Está hecha de bronce y disfruta todos los días muchos peregrinos y de estas espectaculares vistas.
[c aption id=»attachment_13012″ align=»aligncenter» width=»789″] La Peregrina de O Cebreiro[/caption]O Cebreiro destaca por un lado gracias a sus pallozas, viviendas ovaladas de piedra con techo de paja. Por otro lado, a su Iglesia de Santa María la Real, fundada en el siglo IX junto a un Hospital de Peregrinos. Es de estilo prerrománico y tiene singularidad de ser el templo más antiguo mejor conservado en su integridad, aunque ha sufrido restauraciones en el siglo XX.
Su interior presenta tres naves con cabeceras rectas. En la Central hay una copia de un Cristo Crucificado del siglo XVI. La septentrional es la Capilla de San Benito, donde hay un sepulcro de un famoso párroco de O Cebreiro, gran impulsor del Camino. Y la Meridional es la Capilla del Milagro, la más importante por albergar un relicario de plata donado por los Reyes Católicos y que guarda el Cáliz y la Patena con la que se obró el citado milagro.
Las tumbas de los protagonistas de esta historia se encuentran a la derecha del relicario y a pocos metros hay una imagen de Santa María la Real do Cebreiro, del siglo XII.
En O Cebreiro realizamos el almuerzo para continuar después la marcha, pero la meteorología nos hizo dudar con un buen chaparrón.
Al final decidimos continuar, descartando por supuesto el trazado oficial y coger la carretera LU-633 para afrontar el siguiente tramo que nos llevaría primero al Alto de San Roque, a 1270 metros de altitud, donde la imagen de Santiago Peregrino hoy cuadraba a la perfección con la climatología. En segundo lugar, al Alto del Poio, con la cota de 1335 metros de altitud donde echamos el resto muy motivados por ser la última gran subida del día.
Y en tercer lugar un largo descenso de algo más de 14 kilómetros hasta Triacastela donde habría que extremar las precauciones con el asfalto húmedo.
Desde Triacastela hay dos variantes a elegir: por San Xil o por Samos. Nosotros elegimos la segunda que, aunque resulta más larga en kilómetros, para los ciclistas es más accesible. Aprovechamos una pequeña tregua del clima para llegar a Samos.
A inicios de este tramo hay un Monumento al Peregrino creado en 1965. La mole de roca rinde homenaje a las piedras calizas que cogían los peregrinos para llevarlas a una calera que obtenía cal para la construcción de la Catedral de Santiago.
Nuestro periplo continuará por la carretera LU-633 flanqueando poblaciones como San Cristóbal do Real o Renche, que se enmarcan en un precioso valle formado por el el paso del Río Oribio, caudal que ya en las proximidades de Samos se le llama como Río Sarria.
El motivo principal de hospedarnos en Samos era poder visitar su Monasterio Benedictino de San Julián. Fue fundado en el siglo VI y tras varios siglos de vicisitudes pasó en el décimo a estar bajo la Regla de San Benito. En siglos posteriores sufrió varios incendios y la Desamortización de Mendizábal, pero la vuelta de los monjes benedictinos y las reconstrucciones le confieren la vida y el aspecto actual.
Una imagen de San Benito nos observa desde la hornacina de la fachada barroca de su Iglesia Monacal. La escalinata entrelazada que da a la puerta de acceso nos recuerda a la que hay en la Plaza del Obradoiro.
Esta iglesia se levantó en el siglo XVIII , es de planta de cruz latina y en su interior, nos llaman la atención las bóvedas de casetones. La cúpula del crucero dispones de ocho óculos que le confieren gran limunisidad. En las pechinas de esta estructura descansan imágenes policromadas de importantes doctores marianos benedictinos.
El retablo mayor es de estilo neoclásico y alberga una talla de San Julián.
El Monasterio posee dos claustros, el primero de ellos es el Claustro Grande construido entre 1685 y 1689.
Es uno de los más grandes de España y también se le conoce como el Claustro del Padre Feijoo al albergar en el centro del recinto, una talla de este monje benedictino que tomó los hábitos en el año 1690. El estilo del claustro cabalga entre el renacimiento y el clasicismo en sus pasillos se pueden encontrar algunos ejemplos de escudos reales.
En su planta superior hay fantásticas pinturas murales que relatan la vida y milagros de San Benito. Estas representaciones la realizaron 4 pintores a partir de 1957, tras un incendio que destruyó los cuadros que colgaban de estas paredes.
El Claustro Pequeño fue levantado entre 1539 y 1582 en estilo gótico. Una curiosa fuente barroca preside la parte central, Las Nereidas, construida en el siglo XVIII y es considerada una de las 5 fuentes más hermosas de Galicia.
Solo nos resta ver la antigua Botica y la Sacristía, precedida ésta por una fuente barroca que usaba el sacerdote para lavarse las manos antes de la eucaristía. Este recinto octogonal es del siglo XVIII y dispone de una gran cúpula que se apoya en arcos de medio punto.
Hoy ha sido un día productivo, la meteorología no ha impedido que podamos descubrir aspectos de este camino que la vez anterior desconocíamos, y eso siempre es bienvenido.
Mañana más.
¡Hasta la próxima!