DÓLMENES de EL POZUELO
En esta jornada nos acercamos al municipio de Zalamea La Real, Huelva, para conocer el Yacimiento Megalítico de los Dólmenes de El Pozuelo.
Estos monumentos funerarios están datados entre los 3.000 y 2.500 a.C. aproximadamente, en la era del Calcolítico o Edad del Cobre, de la misma fecha que las pirámides de Egipto 😱
Plantearemos una ruta circular de unos 10 kms en la que conoceremos algunos de los dólmenes más accesibles de los encontrados e intentaremos acercaros a ellos para que conozcáis parte de sus elementos y su historia.
Para vuestro conocimiento también podréis acercaros (nosotros no subimos) a la Mina del Chinflón, considerada como la primera mina metalúrgica de la provincia de Huelva y una de las más antiguas de Europa con más de 5.000 años de antigüedad.
El Pozuelo
Hola amig@s!
Nos encontramos a las afueras de la aldea de El Pozuelo, en la provincia de Huelva, iniciando una ruta en la que losas de piedra como esta van a tener un protagonismo importante.
Hablando con un poco más de propiedad, hoy visitaremos el Conjunto Megalítico de Dólmenes que aquí descubrió en la década de los 40 del pasado siglo el ingeniero industrial y arqueólogo Carlos Cerdán.
Dolmen Número 9
Las excavaciones en la zona sacaron a la luz un total de 18 monumentos de los cuales visitaremos algunos de los más accesibles para el público, aunque no todos bien conservados, como el número 9, el primero que nos viene a mano en el sentido de nuestra marcha.
En el complejo se adivina el corredor o galería que formaban las planchas de piedra de escasa altura que todavía se mantienen en pie y que llevaban a la cámara funeraria prácticamente desaparecida.
Porque amigos, estas estructuras megalíticas se construyeron en la época del calcolítico para realizar rituales sepulcrales en las que enterrar a los seres queridos.
Dolmen Número 7
No os vengáis abajo por el estado de este primer dolmen ya que el siguiente, el número 7, va a ser mucho más revelador. De entrada, se aprecia mejor el túmulo, que es ese montón de tierra y piedra que rodea el yacimiento, de unos 14 metros de diámetro y que forma una especie de colina artificial.
En el centro, el dolmen, este de forma cruciforme. La entrada del corredor está orientada al este y por medio de sus de 6 metros de longitud se puede acceder a las tres cámaras de las que se compone el conjunto.
Aquí las lajas de piedra vertical son de mayores dimensiones que en el dolmen anterior. Dispuestas de esta forma formando parte del monumento funerario reciben el nombre de ortostatos.
Por su parte, dos de las cámaras disponen de otras planchas de pizarra haciendo las veces de cubierta, la sur también sujeta con un pilar central debido a sus dimensiones.
Cabe decir que los restos arqueológicos de los dólmenes 7 y 9 se enmarcan dentro de la Unidad C o también conocida como El Riscal. Estas denominaciones ayudan a agrupar los yacimientos megalíticos identificando con ello las diferentes zonas.
Valle de la Rivera de los Pinos
Con todo, la ruta de hoy, además de proporcionarnos acceso a este patrimonio monumental también nos permite disfrutar de un entorno natural bastante agradable, rodeados de jaras, pinos, alcornoques y encinas.
En este sentido, buena parte del recorrido irá transitando por el valle de la Rivera de los Pinos, cauce que alcanzamos una vez que finalizamos el descenso que nos dirige al sur.
El arroyo, al igual que los dólmenes, parece haberse detenido en el tiempo exhibiendo aguas casi inertes a la corriente.
A continuación, las señales nos dirigen al este a la zona de la Veguilla donde se emplazan los conjuntos megalíticos número 5 y 8. Sin embargo, antes de llegar a ellos nos llaman la atención unas estructuras sobresaliendo de la maleza.
Representación de Poblado de la Edad del Cobre
Acercándonos un poco más descubrimos que forman parte de la recreación contemporánea de un poblado del Calcolítico o de la Edad del Cobre.
Estas viviendas constaban de recintos de planta circular con zócalo de piedra sobre el que se colocaban unos troncos dispuestos en pirámide. Estos últimos harían las veces del armazón de la cubierta o tejado hecho a base de fajos de pequeñas ramas y barro.
La conservación de este espacio es mejorable aunque nos podemos hacer una idea de cómo sería la vida de esta comunidad en una época en la que ya se empezaban a extraer y a utilizar los metales. No obstante, la caza, la agricultura y la ganadería ya formaban parte de sus actividades principales.
Reanudamos la marcha a oriente realizando un pequeño ascenso por esta orografía de perfiles suaves en la que seguramente se asentaron estas poblaciones megalíticas que a su vez se dividían en una serie de clanes familiares.
Dolmen Número 5
Y es muy probable que cada clan tuviese su propio dolmen en el que realizar la inhumación de sus difuntos. El número 5, el siguiente al que nos acercamos, y cuyo túmulo circular aparece demarcado por un anillo peristáltico, esto es una especie de cercado de piedras.
La planta de este yacimiento es más irregular ya que su corredor principal conecta por lado con una cámara al norte y al sur con otro pequeño pasillo que accede a otras tres cámaras.
En estas últimas hay una antecámara en la que se pueden observar piedras talladas a modo de columnas, de forma elíptica.
Los ritos, ceremonias y creencias envuelven a los dólmenes
De nuevo, la entrada al recinto se hace por el este, lo que hace pensar que la orientación tenía mucho que ver con las creencias religiosas en las que la salida y puesta del sol tenían un papel fundamental.
Dentro de las tumbas de los dólmenes, además de los huesos de los difuntos se han encontrado ajuares a modo de ofrendas, colocadas junto a los cuerpos bajo la creencia de que las llevaran consigo en el más allá.
Por su parte, en los exteriores se hallaron ídolos y algunas cerámicas que podrían haberse utilizado para algún tipo de ceremonia funeraria.
Con todo, además del carácter religioso de los dólmenes, también se baraja la posibilidad de que estos elementos se utilizaran para marcar el territorio por parte de las tribus o clanes.
Nos despedimos de este lugar para ir en busca del dolmen nº 8 pero, a decir verdad, la senda que tomamos para intentar llegar a él está un poco desdibujada y la espesura de la vegetación tampoco nos lo pone fácil.
Hacia la zona de Los Llanetes
Así que decidimos volver al dolmen nº 5 y continuar el sendero hacia el este, a la zona de Los Llanetes, unidad que recoge los dólmenes 1, 2, 3 y 4. Dejaremos el número 8 para el regreso por la otra cara del valle.
Un ortostato señalizado nos indica que vamos por el camino correcto. Además de estas planchas de piedra también hay balizas de madera que nos ayudan a no perdernos.
Por aquí la vegetación predominante está compuesta por eucaliptos y jaras, estas últimas empezando a mostrar sus primeras flores a finales de un mes de marzo.
Aunque no afrontamos grandes elevaciones, hay pequeños repechos que sí requieren su esfuerzo lo que concede cierta ironía al nombre de esta zona, Los Llanetes.
Pantano El Vela
En cualquier caso estas suaves ondulaciones del perfil vienen bien para dar un poco de brío al físico, que nunca viene mal, y muy pronto nos acercan al hito natural del Pantano El Vela.
Esta masa de agua se ubica en el paraje conocido como Charco del Lobo, y recoge los aportes de la Rivera de los Pinos por un lado, y del Barranco de la Minilla por el otro.
Sus aguas mansas bien sirven de espejo para este entorno donde puede presumir de su masa forestal al cobijo de un precioso cielo azul.
A continuación, rodeamos el pantano dirección noroeste para ir en busca de los 4 dólmenes que se agrupan en esta zona.
Tras recorrer 1 kilómetro la ruta nos abre vistas hacia ellos, sobre los cerros que se levantan al oeste del Barranco de Agua Fría. A primera vista, los dólmenes 1 y 2 aparecen distanciados entre sí, no así el 3 y el 4, donde apenas les separan varios metros.
El conjunto megalítico se encuentra a su vez en el centro de un grupo cabezos de mayor altitud, como si se hubiera escogido intencionadamente el lugar para obtener la protección de la orografía.
Sin embargo, luego los yacimientos aparecen totalmente expuestos quizá buscando la protección del sol durante el día, y la luz de las estrellas durante la noche.
Dolmen Número 1
El dolmen número 1 es el que está ubicado a mayor altitud de los cuatro, y su imagen cautivadora abraza la memoria del tiempo dando eco a aquellos ritos sagrados cuyas piedras fueron testigos.
Ascendemos al yacimiento para posarnos en su túmulo y desvelar dos cámaras paralelas dispuestas en paralelo con orientación sureste. Lo más probable es que antes estuvieran conectadas por un corredor hoy desaparecido.
A este dolmen también se le conoce con el nombre de Caseta del Moro y nos sorprende la gran losa que hace de cubierta en la cámara norte, con 3,5 metros de largo por otro 1,25 m de ancho.
No deja de sorprendernos el trabajo colectivo que tuvo que realizar esta civilización para traer cerro arriba estos pesados bloques de piedra.
Al parecer ha sido en este dolmen donde se han encontrado más restos de ajuares.
Como podéis observar, desde aquí se domina buena parte de esta depresión, vistas no muy diferentes a las que también tienen acceso los yacimientos vecinos.
Dolmen Número 2
Turno ahora al dolmen número 2, situado a unos 100 metros al norte colina abajo. En su túmulo de unos 14 metros de diámetro todavía se adivina el surco de su corredor orientado al este en el que prácticamente han desaparecido todos sus ortostatos.
El conjunto se compone de dos cámaras, ambas con una pequeña cubierta aunque la que está orientada al sur no sabemos si hay que tomarla en serio o ha sido fruto la manipulación de algún visitante.
Dolmen Número 3
A continuación, para dirigirnos a los dólmenes 3 y 4 tendremos que realizar un pequeño descenso para después realizar otro tramo ascendente con el que alcanzar el cerro en el que se ubican.
El túmulo del número 3 tiene algo más de 16 metros de diámetro y la entrada de su corredor está orientada al sureste. Posee dos cámaras, siendo la sur la que conserva una cubierta en su acceso.
Dolmen Número 4
Aquí lo que nos sorprenden son las dimensiones de algunos ortostatos que no nos cansamos de filmar y de fotografiar, aunque los que componen el dolmen número 4 tampoco se quedan atrás.
Este último yacimiento es un poco diferente, al menos lo que se conserva, donde se aprecia un pequeño corredor, una antecámara y una cámara de grandes dimensiones, de casi tres metros de anchura, que todavía mantiene en pie varios pilares centrales que se encargaban de sustentar las cubiertas.
Por cierto, el ortostato más grande del complejo es que el separa la antecámara de la cámara.
Nos resta el domen 6 y 8 pero en el momento de hacer las cuentas nos olvidamos del primero de ellos. Eso de no ver estos yacimientos siguiendo un orden parece que terminó por despistarnos.
Mina del Chinflón
En cualquier caso, seguimos avanzando ahora hacia la casa que da nombre a esta unidad que como vemos está abandonada.
No sabemos qué función cumpliría en este lugar, ni tampoco la vivienda más rústica que aparece contigua a ella, pero es posible que algo tuvieran que ver con la Mina del Chinflón, para dar cobijo a los trabajadores que la explotaban.
Esta mina que se encuentra en lo alto del cerro cercano tiene más de 5000 años de antigüedad empezando su actividad en la Edad del Cobre. Se dice que es la mina metalúrgica subterránea más antigua de Europa.
Nosotros no llegamos a subir a verla, pero para otra próxima visita será interesante hacerlo ya que también hay restos de un poblado relacionado con los constructores de los dólmenes que por aquí hemos disfrutado.
Por la orilla de la Rivera de los Pinos
Los siguientes pasos del recorrido nos introducen en una estrecha y frondosa senda que en principio viaja paralela al Arroyo la Nea, un caudal tributario del Arroyo de los Pinos.
Casi sin darnos cuenta nos colocamos en la orilla de este último y debido a las exigencias del trazado tendremos que vadearlo en más de una ocasión.
Dolmen Número 8
No obstante, esto hace más estimulante el sendero a la hora de encontrar el dolmen número 8, pues parece ubicarse en un sitio recóndito. Por un momento llegamos a pensar que el yacimiento era este conjunto de piedras anegadas por el arroyo, pero no, aunque no estábamos muy lejos.
Ascendiendo unos metros al norte hallamos el monumento megalítico cercado por una valla metálica.
Lamentablemente, desde esta distancia apenas podemos apreciar el corredor y la cámara que lo componen. Además, el abundante matorral se encuentra y su deteriorado aspecto no ayudan a diferenciar estos elementos.
Continuando la marcha seguimos dando fe de la excelente materia prima que poseía este entorno para la construcción de dólmenes.
Y al poco realizamos los últimos metros de esta ruta tan instructiva del término municipal de Zalamea la Real, Huelva, que nos ha permitido conocer algunas de las arquitecturas prehistóricas más antiguas de la fachada atlántica Europea.
Hasta la próxima!