4 · ZAMBUJEIRA do MAR – PRAIA de ODECEIXE
ZAMBUJEIRA do MAR – PRAIA do ODECEIXE (18,5 km)
La humilde Capela de Nossa Senhora do Mar se asoma a la orilla de Zambujeira para dar inicio a otra fascinante etapa por el Trilho dos Pescadores.
En los primeros kilómetros notamos la presencia de numerosos senderistas que disfrutan jalonando los perfiles de las Praias de Zambujeira do Mar y de Alteirinhos.
Luego encaramos un pequeño ascenso para rodear la duna de Cabeça Gorda para desembocar posteriormente en los espectaculares acantilados de Praia da Alvorião y Praia do Carvalhal.
Desde el último arenal afrontamos un corto pero fuerte ascenso hacia una especie de reserva de animales donde nos sorprende un avestruz. También nos deja perplejos la siguiente playa, la de dos Machados, con forma de luna menguante casi perfecta.
Flanqueamos estos acantilados y los que les siguen hasta la Praia da Amália, donde las señales nos dirigen al interior para salvar unas propiedades privadas.
Por este tramo atravesaremos un terreno parcelario agrícola hasta que el camino nos devuelve al litoral por la zona del saliente de Carreira Brava. Posteriormente caminaremos pegados a los bordes por una costa salpicada de afloramientos rocosos, alguno de ellos bien aprovechados por las cigüeñas.
El pequeño poblado pesquero de A Azenha do Mar nos valdrá para realizar el almuerzo y continuar con una pausada sobremesa descendiendo a su puerto y su pintoresca playa.
Justo después, una fuerte subida nos devuelve a lo alto de la franja acantilada donde nos espera otro intervalo de sobrecogedoras formaciones rocosas hasta que llegamos a la deslumbrante Praia do Odeceixe.
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Zambujeira do Mar
¡Buenos días amig@s!
Bienvienid@s a esta 4ª etapa del Trilho de los Pescadores que no podemos iniciar sin darnos un reconfortante desayuno.
Nos encontramos en Zambujeira do Mar, una tranquila localidad costera cuya vida ha ido girando en torno al mar.
Capilla de Nossa Senhora do Mar
Su Capilla de Nossa Senhora do Mar, que encontramos en un estupendo mirador con vistas al Atlántico, se construyó en 1966 y es un claro homenaje a la historia de Zambujeira dedicada a la pesca tradicional. Un buen lugar de culto en el que rendir plegarias por aquellos marineros que arriesgaban y hoy aún arriesgan sus vidas en el oficio.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, sus magníficas playas y clima tomaron valor, lo que hizo que el auge del turismo significase otra importante fuente económica de ingresos para la localidad.
En el mes de agosto esta bonita villa alentejana ve alterado su ritmo sosegado con la celebración del Festival Sudoeste, donde varios grupos musicales vienen a darlo todo durante 5 días.
Praia de Zambujeira do Mar
La salida de la localidad se hace descendiendo por la desembocadura del río Barranco do Zambujeira, cuyo cauce cruzamos por un puente con balaustrada de madera. Al otro lado de la depresión varios senderistas afrontan las pendientes que muy pronto tendremos que transitar.
Conforme ganamos altura se adquiere una mejor perspectiva del río desembocando en este arenal semiurbano de Zambujeira do Mar.
Praia dos Alteirinhos
Continuamos el ascenso jalonados de jaras, tojos y acacias a medida que vamos superando el saliente que separa la Praia da Zambujeira do Mar de la siguiente, la de dos Alteirinhos, a la que no tardamos en asomarnos.
En el extremo meridional de este espacio destaca una península rocosa que se llega a rodear por completo de agua con la marea alta.
El camino flanquea la playa en principio por una cómoda pista de tierra compacta para luego incorporarse a un descenso de madera escalonado. Este pasaje balaustrado llegaría directamente a la arena de este flanco de Alteirinhos donde podríamos disfrutar de una orilla con un rompiente seccionado por filones de roca.
Pero el camino abandona unos metros antes esta pasarela para continuar perfilando el acantilado, vadeando un pequeño arroyo que termina en cascada en la propia playa.
Debemos tomar precauciones porque una senda estrecha a escasos centímetros de la caída nos dirige por este tramo que asciende la accidentada orografía. Con la ganancia de altura Praia dos Alteirinhos luce espectacular.
Praia da Costas do Lajão
Una vez en un firme algo más seguro, vemos que al otro lado de la roca peninsular se ubica la pequeña playa nudista Costas do Lajão.
Ascenso al monte Cabeça Gorda
El Trilho dos Pescadores parece querer preservar la intimidad de estos bañistas así que nos aparta de la terraza costera e inicia un tramo hacia el interior para acometer el ascenso de la loma dunar de Cabeça Gorda.
Haciendo una pausa para mirar a nuestra espalda comprobamos que el tren senderista de hoy está bastante animado.
Una vez coronado este monte nos adentramos en un trecho abrigado por acacias y pinares que nos irá dirigiendo de nuevo hacia el Atlántico.
De cuando en cuando la techumbre vegetal se toma un respiro para brindarnos un bocadito del horizonte que nos espera a continuación.
Tras unos 900 metros recorridos atravesando esta frondosa galería nos sale al encuentro una pasarela de madera. Cuando en el camino os topéis con estas infraestructuras es señal de que algo bueno se acerca.
Además, en este caso también sirven para dirigir con seguridad los pasos de los senderistas por esta zona donde la caída al vacío apenas es perceptible por la vegetación.
Praia da Alvorião
En este sentido razón no les falta ya que los acantilados que hay en estas coordenadas geográficas son estremecedores. Los primeros de ellos corresponden a la Praia da Alvorião, un arenal salvaje, casi inaccesible embutido en la ensenada que se cierra al norte por el saliente de Lombo do Asno.
Con marea baja quizá se pueda llegar más fácilmente a la cala que aparece en el margen izquierdo, otro espacio recóndito para los más aventureros.
Praia do Carvalhal
Y avanzando unos pocos metros más hacia el sur, asoma la orilla de la Praia do Carvalhal, una depresión a la que va a desembocar un río con el mismo nombre.
Aunque todavía es temprano y no estamos en época estival hay quien no puede resistirse a probar las aguas del tendido oleaje, que por cierto, también es muy frecuentado por los surfistas.
Carvalhal suele estar concurrida en época estival pues hay una carretera que permite llegar a los pies de la playa, donde se ubica un aparcamiento.
A continuación, la señales nos llevan a descender siguiendo el margen del precipicio para, poco después iniciar la subida por la otra vertiente de la depresión.
La corriente humana sigue fluyendo, aunque el siguiente ascenso hará resoplar a más de uno, así que no nos resultará extraño encontrarnos a grupos tomando aire una vez que coronamos, sobre todo aprovechando la sombra de esta masa arbórea.
¿Una reserva anima o un criadero de avestruces?
En este tramo las acacias longifolias nos arrinconan a un cercado que parece ser una especie de reserva animal o criadero, en este caso de avestruces. Puede que los senderistas que correteamos por aquí sirvamos de pasatiempo perfecto a este ejemplar mientras realiza labores de incubación.
Praia dos Machados
Una vez rodeado este complejo las vistas se abren a la espléndida Praia dos Machados que describe una preciosa orilla en forma de Luna menguante. La cercana y más accesible playa de Carvalhal hace que Machados esté completamente vacía durante todo el año, incluso en temporada alta.
¿Por dónde se llega a bajar? No lo tenemos muy claro, pero es que hay veces que para poder ir al paraíso hay que currárselo un poco.
Flanquearemos todo el perfil de Praia dos Machados atravesando más galerías de acacias que se toman sus respiros en varios balcones naturales que nosotros aprovecharemos para ir gozando de este lugar desde diferentes perspectivas.
En este saliente, por cierto, la playa se divide en dos cuando la marea está alta.
Cuando ya no hay vegetación que lo impida, los miradores se encuentran prácticamente a cada metro del recorrido. Así que es necesario saber invertir bien el tiempo en tomar imágenes ya que el lugar te atrapa y todavía quedan muchos kilómetros por delante.
Un litoral accidentado
Rodear Praia dos Machados hasta su extremo meridional suponen poco más de 800 metros de trayecto y la plácida sensación que recibimos al observar su tendida orilla se trunca la divisar el siguiente tramo de litoral.
Aquí la dureza del esquisto toma el poder combatiendo la erosión dibujando un paisaje salpicado de afloramientos rocosos. En muchas ocasiones son los espacios preferidos por las cigüeñas para nidificar.
La senda por aquí es algo más accidentada; los perfiles se aprietan provocando desniveles un poco más escarpados en los que tenemos que agudizar los sentidos.
Son metros en los que hay que aumentar el esfuerzo pero que también nos estimulan. Superamos un pequeño valle entre dos riscos y regresamos a la terraza acantilada.
Esta posición nos acerca más a una curiosa superficie que desentona del resto de sus compañeras. Un fragmento de piedra lisa con una especie de patrón adoquinado, como si del suelo de una antigua construcción, hoy derruida, se tratase.
Y cómo no, al ser una de las formaciones que más nos llaman la atención, las cigüeñas plantan su nido sobre ella para presumir. Todavía podremos acercarnos más a este hito, en cuanto atravesemos otro frondoso pasillo arbóreo.
Ahí tenemos a nuestra amiga, en el ático de un piso que goza de las mejores calidades.
Praia da Amália
Por nuestra parte, el continuo ático que recorremos tampoco tiene desperdicio. Tras un nuevo pasadizo vegetal y un puente de madera, nos toca disfrutar de otra maravillosa ensenada: la Praia da Amália.
Parece ser que el nombre de este precioso lugar se debe a la fadista Amália Rodrigues, autora que solía pasar aquí buenas temporadas.
El acceso al arenal se hace por unas escaleras ubicadas en la vertiente sur de este espacio luego de recorrer un pintoresco sendero entre juncos.
El camino continúa un tramo por el interior
A continuación, el Trihlo dos Pescadores tiene que sortear unas propiedades privadas. Para ello nos dirigirá tierra adentro durante aproximadamente un kilómetro. En el momento en el que el suelo se muestra menos árido al alejarnos de la costa comenzamos a ver su aprovechamiento para labores agrícolas.
Una larga recta entre arados e invernaderos nos lleva a incorporarnos a la carretera CM1185 donde viramos al sur. En sentido opuesto circula un simpático peregrino, Roberto, que con envidiable alegría nos cuenta la experiencia que estaba viviendo. De esas personas que te dan un chute de energía extra.
Después de caminar 800 metros por la carretera las señales nos introducen en una pista de tierra que vira al oeste. Por aquí también encontraremos extensiones de cultivos dominadas sobre todo por lechugas y coles.
Unas parcelas que son jalonadas por la planta arbórea del mioporos y que nos escolta igualmente un buen tramo.
Saliente Castelo Velho
Luego, el firme dunar empieza a ganar batalla y con ello los pinos y la vegetación costera. El Atlántico regresa a nuestras retinas, a la altura del saliente Castelo Velho.
A escasos metros reanudando la marcha, la naturaleza nos regala la presencia de la Zygaena Rhadamanthus, una pintoresca mariposa endémica de este litoral que destaca por sus manchas rojas sobre alas de gris azulado.
Saliente Carreira Brava
Después el camino progresa por las inmediaciones del saliente Carreira Brava en el que advertimos a un pescador preparándose para la faena.
Miedo nos dan los sitios escogidos por estos admirables señores para desempeñar la tarea de pesca, sobre todo aquellos en los que se exponen con temeridad.
Desde el propio saliente de Carreira Brava echamos la vista atrás para contemplar algunas de las reconocibles convexidades que hemos ido flanqueando en el día de hoy. Al oeste, este perfil se adentra en el agua finalizando en un auténtico trinchador con dos puntas alargadas.
Y avanzando hacia el sur, el paisaje vuelve a ofrecerse rociado de rocas asomando por la superficie turquesa. Un bello entorno irresistible para el asentamiento de nuevas comunidades de cigüeñas.
Aquí resulta fascinante ir identificando estas aves sobre las figuras rocosas que forman parte de la dilatada historia geológica de este litoral. Algunas de estas formaciones son rocambolescas, otras desafían a la gravedad.
Si ya lo venimos diciendo, las cigüeñas saben bien los sitios en los que alojarse.
Azneha do Mar
El siguiente entrante que nos presenta el camino es el que da a la pequeña aldea de Azenha do Mar que como vemos dispone de un modesto puerto. Se dice que los orígenes de este asentamiento se dieron en la década de los 60 del pasado siglo, cuando un señor tuvo la genial idea de luchar por una vida digna recolectando algas.
Además de esta actividad, que era estacional, los ingresos económicos de las familias también se complementaban con la pesca. Unos oficios tradicionales que se han mantenido hasta el día de hoy.
Puerto de Azenha do Mar
El sencillo complejo pesquero cumple con creces las necesidades de sus habitantes.
En la actualidad, el turismo creciente también ha dado un impulso a la localidad con la aparición de varios negocios hosteleros.
Praia de Azenha do Mar
Al otro lado del puerto hay una pintoresca cala de cantos rodados en la que resalta sobremanera el arco natural que resiste a los embates del oleaje.
Por su parte, escudriñando la vertiente meridional de esta depresión, es fácil identificar el sendero por el que debemos continuar el camino. Pues allá vamos.
Dirigiéndonos hacia allí nos sale al paso este pequeño arroyo que salvamos por un puente de madera. Al parecer, antiguamente existía por aquí un antiguo molino que aprovechaba la caída del agua de este cauce para moler cereal. De ahí viene el nombre de este lugar puesto que Azenha significa molino de agua.
Este ascenso nos lo tomaremos con calma ya que lo encaramos una vez realizado el almuerzo. Además el atractivo entorno también pide que te detengas y que lo disfrutes mientras vas ganando altura.
Una vez coronada la cima la estampa que obtenemos tampoco tiene desperdicio. Azenha do Mar y su fantástico marco natural siguen escribiendo su propia historia anclada al Atlántico.
Un camino teñido por el color de la flora
El viaje continúa y la primavera viste de frescura con su flora la aridez del camino. Tojo, orobanches, uñas de gato, clavellones de arena o velos de magadalena exhiben sus mejores galas tiñendo de color nuestros pasos.
A 400 metros después de perder de vista a Azenha do Mar se abre otra ensenada en la que despunta un llamativo arco natural. Su peculiaridad la encontramos en la forma gótica horadada en un bloque cuadriculado, como si hubiera sido labrado por la mano del hombre.
Arco natural gótico
Progresamos unos metros más para otear el entrante desde su extremo opuesto y a continuación, rebasamos la plataforma del arco natural.
Coídos desde los que parten «submarinos»
Luego el trazado se asoma al vacío de forma temerosa brindándonos unos metros que aceleran las pulsaciones. En este intervalo se dejan ver un par de coídos de interés y unas protuberancias rocosas que nos recuerdan a un submarino.
Ante lo quebradizo del terreno en esta cornisa, las señales nos introducen un poco hacia el interior para ir rodeando un prado. Un trayecto breve puesto que el camino no tardará en devolvernos a la terraza costera.
Desde el otro lado del entrante, todavía podemos hacer uso de la imaginación para recomponer las piezas de lo que antes nos parecía un submarino.
Y arrimándonos más al extremo de este saliente advertimos a una cigüeña buscando con interés un buen espacio para nidificar. Ya sabéis que quieren hacerse con los mejores áticos y este no iba a ser menos pues posee vistas al sur a las orillas de Odeceixe y de Adegas y además, pueden entretenerse siendo testigos del éxito de los pescadores en sus capturas.
Praia do Odeceixe
Praia do Odeceixe es nuestro objetivo de hoy y no tardará mucho en exhibirse ante nosotros en su máximo esplendor.
Tan espectacular es este arenal que la Ribeira de Seixe que aquí desemboca serpentea con respeto por el interior para evitar dividir la playa en dos. La salida al océano la hace por el extremo norte.
Es una playa accesible y pensada para todos, desde los que buscan tranquilidad hasta los que desean emociones más fuertes desafiando las olas mediante la práctica del surf.
El alojamiento de hoy lo tenemos aquí en la playa pero el Trilho dos Pescadores nos propone rodear toda la Ribeira de Seixe para poder alcanzarla. Esto nos supondría unos 6 kilómetros más de ruta que, sinceramente, valorando la hora de la tarde que es tenemos que descartar por completo.
Cruzando la Ribeira de Seixe
Así que decidimos acortar cruzando el río aprovechando que el caudal no viene muy cargado de agua. La Ribeira de Seixe, su valioso patrimonio natural y el propio pueblo de Odeceixe que se ubica en el interior tendrán que esperar para otra visita.
Ahora disfrutamos de un merecido premio relajándonos en la arena de esta playa que en el año 2012 fue elegida como una de las 7 maravillas de Portugal. Pocas maravillas son para todo lo que nos estamos encontrando en tan solo 4 etapas por este litoral, que por cierto, a partir de aquí abandona el Alentejo para iniciar el tránsito por la región del Algarve.
Ansiosos estamos por descubrir todo lo que tenga que ofrecernos.
¡Hasta la próxima!
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