2 · BARCELINHOS – LABRUJA
No podemos comenzar las pedaladas sin realizar una parada en Barcelos para contemplar algunos de sus hitos monumentales y descubrir la leyenda de su Gallo.
Después no sumergiremos en el precioso paisaje rural portugués con pequeñas poblaciones que se suceden con intermitencia, cada cual con su iglesia o capilla de interés.
Si en la etapa anterior los maizales gobernaban la campiña, en estos kilómetros serán los viñedos los que bañen los valles hasta dirigirnos a Ponte de Lima, una de las localidades más antiguas de Portugal.
Cruzaremos por su impresionante Puente Medieval para empezar a subir por las estribaciones de la sierra de Labruja, donde disfrutaremos de bonitos rincones.
En Labruja nos alojamos en la fabulosa 🏨👉QUINTA LABRUJA, un lugar donde nos es difícil sentirse bien arropados.
Barcelinhos
Hola amig@s!
Hoy vamos a empezar de una manera más pausada el inicio de esta etapa puesto que nos encontramos en Barcelinhos, una parroquia ubicada a escasos metros de la monumental Barcelos cuyos hitos arquitectónicos nos esperan al otro lado del puente.
Puente de Barcelos
Un puente que mandó a construir el Conde de Barcelos, Pedro Afonso, en el año 1325 aunque posteriormente sufrió reconstrucciones entre los siglos XVII y XIX.
Un llamativo gallo nos anticipa el paso por este viaducto que cruza el río Cávado, un caudal que se muestra generoso facilitando el baño a los seres humanos con una apetecible playa fluvial.
Pelourino de Iglesia de Santa María Mayor
Ya en la otra orilla topamos por un lado con el Pelourinho de Barcelos, un elemento construido entre finales del siglo XV y principios del XVI, en estilo gótico tardío. Destaca sobremanera el remate hexagonal decorado y con forma de linterna o jaula.
Por otro lado, junto a él, se emplaza la Iglesia de Santa María Mayor bien vigilada por otro atractivo gallo que contrasta con las líneas robustas del templo. La iglesia es del siglo XIV aunque parece ser que su estilo gótico se implantó en una estructura románica anterior.
Nos detendremos solo en su fachada principal, con un bonito rosetón y una portada principal con cuatro arquivoltas que descansan en capiteles que representan motivos vegetales, aves y coronas.
La arquería se adorna con el símbolo de la flor de lis heráldica, flores, decoración geométrica y el escudo de armas del tercer Conde de Barcelos, Don Pedro, quien mandó a construir la Iglesia.
Palacio de los Condes de Barcelos
Precisamente, próximo al templo se encuentran los restos del Palacio que esta estirpe de Condes mandó a construir como residencia alrededor del siglo XV. En este caso fue el 8º Conde, Don Afonso, quién empezó a habitarlo.
Y así un conde tras otro hasta que en el siglo XVII empezó a deteriorarse y el en XVIII, con el terremoto de Lisboa su estructura quedó inhabitable.
Lo que antaño fue un edificio gótico con aspecto de palacio-fortaleza que realzaba la riqueza y poder de estos nobles, hoy se aprovecha como museo con ruinosas pero no menos atractivas estancias que exponen piezas medievales tales como blasones, sarcófagos, fuentes, escudos heráldicos o cruceros entre otros elementos.
Crucero del Señor del Gallo
Pero la pieza más valiosa de este lugar el Crucero del Señor del Gallo, románico, del siglo XIV. Este hito de granito nos cuenta con sus relieves cómo un peregrino es llevado a la horca por un robo que no cometió.
Para probar su inocencia, el sentenciado propuso que el pollo que se estaba comiendo el juez en ese momento se levantaría y se pondría a cantar, hecho que aconteció justo cuando comenzó el ahorcamiento.
Al parecer el peregrino salvó su cuello gracias a un milagroso nudo mal hecho y desde entonces, los gallos adquieren gran importancia en Barcelos y en toda Portugal.
Callejeando por Barcelos
Desde la privilegiada situación del Palacio de los Condes echamos un último vistazo al río Cávado, compartido por Barcelos y Barcelinhos y al que también mira la estatua homenaje del reconocido misionero y Obispo de Oporto, António Barroso.
Nosotros empezaremos a mirar ahora hacia el interior, rodeando el complejo del Ayuntamiento por su cara oeste, que alberga una hornacina con una moderna Cruz sobre la Muerte y Resurrección de Cristo.
Después llegamos a “Largo de Apoio”, quizá la primera plaza de Barcelos adaptada a las líneas urbanísticas en la época medieval. En su eje central hay una fuente renacentista del año 1621.
Torre da Porta Nova
Después rodamos por las calles Rua de San Francisco y Dom António Barroso para llegar a Largo de Porta Nova, donde para empezar nos sorprende una Torre Medieval (Torre da Porta Nova) del siglo XV, la única de que se mantiene en pie de las tres que se emplazaban en la muralla.
Antaño se usó como prisión aunque hoy alberga un centro de artesanía.
Jardim das Barrocas
Frente a la torre, el Jardim das Barrocas, construido en el siglo XVIII.
Se trata de un pequeño espacio ajardinado de estilo rococó tratado con mimo, con flores y arbustos engalanando al símbolo de la localidad y a las portadas, obeliscos y fuentes que lo conforman. Un trabajo que siempre ha merecido el reconocimiento de sus jardineros y que originalmente se creó para formar parte del complejo contiguo de la Iglesia del Buen Jesús.
Iglesia del Buen Jesús
Este templo es del siglo XVIII y de estilo barroco, al igual que el Chafariz de San Juan Evangelista que lo antecede. No podremos entrar en este edificio redondeado, pero se dice que se levantó en el mismo lugar en el que apareció milagrosamente una Cruz, en el año 1504.
La Avenida de la Libertad nos sirve para iniciar la salida de Barcelos y continuar por distintas carreteras atravesando los núcleos urbanos de Arcozelo y Vila Boa.
Iglesia de San Juan Bautista
En este último superamos un corto repecho hasta llegar a la Iglesia de San Juan Bautista, un edificio de líneas barrocas restaurado a finales del siglo XX.
A continuación, progresaremos por las parroquias de Estrada y Costa Má donde cada viajero utiliza su código para saludar: por un lado el Buen Camino de un peregrino y, por otro lado, el claxon del veloz maquinista del tren que pasa por la línea de ferrocarril Barcelos-Oporto.
Capillas de San Sebastián y de La Santa Cruz (Lijó)
Esta línea la salvaremos por un paso a nivel superior para luego introducirnos en la parroquia de Lijó. Aquí, adoquines y maizales nos conducirán a dos capillas de interés.
La primera de ellas es la de San Sebastián, del siglo XVII, de factura sencilla compuesta de una nave con cubierta a dos aguas. Su patrón se manifiesta tanto en el dintel de la puerta de entrada como en el retablo neoclásico del interior del templo.
La segunda Capilla es la de La Santa Cruz, más robusta que la anterior con sus muros de piedra de mampostería. Tiene la particularidad de tener su cabecera orientada al sur, en lugar de al este como en la mayoría de templos cristianos.
Reanudamos la marcha por la Rua dos Caminheiros de Santiago, todavía en la parroquia de Lijó y con algo de exigencia hasta dar con un tramo de pista de tierra entre eucaliptos.
Fuerte pendiente en San Pedro Fins de Tamel
Después descenderemos otros tantos de metros por la campiña hasta que el perfil se vuelve a poner serio en la parroquia de San Pedro Fins de Tamel.
La presencia de peregrinos revitaliza todavía más nuestras energías en esta nueva subida que implica acumular unos 150 m de ascenso en poco más de 2,5 km.
Estos perfiles empinados al final suponen pequeños retos que nos reconfortan cuando conseguimos superarlos.
Capilla de Nuestra Señora del Rosario (Portela)
Este tramo finalizará en el lugar de Portela, que nos recibe con el Crucero da Senhora da Portela y la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, ambos hitos del siglo XVII. Parece ser que el templo fue la antigua Iglesia de San Pedro Fins de Tamel.
Por su parte, la base del Crucero contiene simbología referente al Calvario de Jesús.
Continuamos ahora unos metros por la N204 hasta incorporarnos a una calle vecinal que nos dirige por la parroquia de Aborim, donde comenzamos a descender las estribaciones del Monte de San Gonzalo.
Iglesia de Nuestra Señora de Fátima (Aborim)
En uno de los cerros se levanta la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima, construida a finales de los años 70 del pasado siglo. Se emplaza en un perímetro desde el que otear el valle que se derrama hacia el Río Neiva, que pronto alcanzaremos.
Algo más abajo encontramos una explanada donde se alza un Crucero, este también de factura más moderna. Y casi tan derecho como él, crece muy próximo un enorme eucalipto al que le falta muy poco para alcanzar las nubes.
El camino prosigue saludando de nuevo a la línea de ferrocarril Barcelos-Oporto aunque esta ocasión habrá que estar atentos para atravesarla.
Por el Valle del Neiva
Después, el panorama que se nos presenta es un tramo de bonita campiña, de tierras fértiles repartidas entre distintas parroquias por las que estamos deseando rodar.
Aquí maizales y viñedos se echan un pulso mientras nos abren paso por el Valle del Neiva entre agradables pistas rurales en las que no dudamos realizar pausas para disfrutar de sus alicientes.
No tardaremos mucho en rodar de nuevo por asfalto para pasar de la freguesia de Aborim a la de Aguiar, y desde aquí tomar una pista adoquinada entre pinos y eucaliptos que vuelve a conectarnos con las tierras de labor, muy cerca ya del Río Neiva.
Ponte das Tábuas
Este caudal nos sorprende mientras transitamos una calzada de piedra que forma parte de un hito de gran interés monumental: el Ponte das Tábuas.
El Río Neiva se muestra inerte en este espacio apaciguado por una pequeña represa. El sosiego que emana de este entorno natural invita a hablar con los peregrinos y bicigrinos con los que coincidimos aquí, como este simpático alemán que ya nos sacó provecho para hacerse una foto.
Y nosotros sacamos provecho de él para hablar de este puente del que se tiene constancia en documentos del año 1135. No obstante, la estructura actual que se apoya en dos arcos ligeramente apuntados es del siglo XVI.
Un puente de gran importancia ya que facilitaba el paso por el río a miles y miles de peregrinos que iban de Oporto a Ponte de Lima, y todavía sigue en activo cumpliendo sus funciones.
Tras el Ponte das Tábuas entramos en la parroquia de Balugães, y callejeamos por su localidad homónima que nos presenta un urbanismo compuesto por buenas fincas residenciales, cada una con su parcela dedicada al cultivo deseado.
Iglesia de San Martinho de Balugãess
Atravesamos este núcleo urbano en sentido ascendente hasta llegar a su Iglesia de San Martinho de Balugães, lugar en el que podremos avituallarnos de agua.
El templo, restaurado en el año 2009 fue consagrado en el siglo XI por el Obispo Don Pedro. En su estilo románico inicial el campanario que estaba exento del edificio, por lo que posteriormente se le añadió una pequeña espadaña.
Su portada se protege con acierto mediante un pórtico lo que ha permitido la conservar la decoración de la arcada e impostas, compuesta por flores, ajedrezado y figuras geométricas enlazadas. La Iglesia dio cobijo antaño a los peregrinos que iban hacia Santiago, una talla del Apóstol colocada en el retablo neoclásico así lo manifiesta.
El templo ha sufrido reformas a lo largo de los siglos y hasta 1927 fue la iglesia principal de la parroquia, pero debido a su reducido tamaño este reconocimiento pasó a la Iglesia de Nuestra Senhora de Aparecida.
El lugar en el que se ubica invita al regocijo, con vistas al valle por el que discurre el Río Nevoinho, afluente del Neiva.
Por el Valle del Nevoinho
Abandonamos Balugães por una pista emboscada por la que también pasamos del Distrito de Braga al de Viana do Castelo.
Nos restan unos 16 kms hasta Ponte de Lima de los cuales, los 6 primeros son de tendencia ascendente. Las señales Xacobeas nos irán dirigiendo por pistas paralelas al curso del Río Nevoinho, remontando sus fértiles vegas con cultivos ya familiares que no dejan de repetirse.
Y de vez en cuando, entre la arboleda intermitente de pinos y eucaliptos se cuela algún atrevido castaño.
Tras dejar atrás la parroquia de Poiares entramos en la de Vitorino dos Piães donde los viñedos parecen ganar terreno en un perfil que se accidenta un poco más. De hecho hay pequeños repechos que nos pillan por sorpresa, como el que hay a la altura del alojamiento Estábulo de Valinhas.
El valle parece tener frontera con el Monte do Fernando haciendo de barrera natural, pero nada más lejos de la realidad, ya que solo hará que el Río Nevoinho cambie de dirección al este y con él la sucesión de núcleos de casas y parcelas que lo jalonan.
Nosotros continuaremos dirigiéndonos al norte, hacia la localidad de Vitorino dos Piães con la Iglesia parroquial ya al alcance de nuestra vista.
Iglesia de Santo André (Vitorino dos Piães)
Del patrimonio esta urbe destacamos este crucero y la Iglesia de Santo André a la que precede. Del templo se sabe muy poco aunque en el año 1220 el lugar ya contaba con una iglesia.
Tras la iglesia nos resta un último y exigente tramo de subida, más la incertidumbre de encontrar un lugar donde almorzar. Y aunque hay un pequeño descanso en descenso la cosa vuelve a endurecerse por una senda que por unos momentos se estrecha y por otros se bachea con piedras.
Afortunadamente es un corto trecho y pronto comenzaremos a disfrutar de la tendencia descendente hacia la depresión que conforma el paso del Río Lima. Aquí alternamos pistas de tierra y adoquinadas con otras de asfalto por un entorno en el que el viñedo ya es el gran protagonista del cultivo de la zona.
Capilla de San Sebastián (Facha)
En la parroquia de Facha encontramos la pequeña Capilla de San Sebastián cuya portada gótica da pistas de la antigüedad del templo.
Próximo al templo hay un bonito nicho del año 1840 con azulejos más recientes donde aparece el Apóstol Santiago como peregrino. Sin duda una buena referencia para saber que seguimos el camino correcto.
Seguimos navegando entre la marea de viñedos, aunque la calzada de piedra a veces nos hace sentir en aguas revueltas. Pero bueno, el bonito entorno compensa y además, la calma chicha del asfalto viene en ocasiones al rescate para relajar las nalgas.
De la parroquia de Facha pasamos a la de Seara donde nos recibe un agradable peregrino de granito. Algo más adelante hay otro peregrino, pero en esta ocasión es el propio Santiago Apósotol.
Puente y Capilla de N. S. de las Nieves
Por aquí habrá que cuidarse unos metros del tráfico de la N203 para poder incorporarnos a otra pista vecinal que nos aleja de las zonas más concurridas. Esta carretera, además, se llama Rúa do Caminho do Santiago por lo que es difícil dejar de sentirse inmerso en la peregrinación.
Ya en la parroquia de Correlhã damos con un afluente del Lima, el Río Trovela que cruzaremos por el Ponte da Senhora das Neves, de orígenes medievales. El puente se levanta sobre un arco de medio punto ligeramente apuntado y se integra en un sugestivo entorno con un parque en el que echar un buen rato.
Al otro lado del puente se encuentra la Capilla de Nuestra Señora de las Nieves, de fábrica de piedra de mampostería, expone en su entrada un púlpito perteneciente a una antigua iglesia. En el interior, un pequeño retablo neoclásico alberga la imagen de la virgen a la que se dedica el templo.
Desde aquí, tan solo nos restan 2 kilómetros de agradables y fértiles vegas hasta llegar a Ponte de Lima. Los muros de piedra y las parras dibujan los últimos tramos hasta llegar al bosque de ribera que jalona la orilla izquierda del Río Lima, al que nos asomamos sin más dilación.
Río Lima
El caudal nos recibe con su azud o barrera de contención hecha a base de piedra con la que mantener el nivel de agua del río. Mirando un poco más al norte, el contraste de dos puentes separados por siglos de construcción, uno medieval y otro moderno.
Puente e Iglesia de N.S. de Guía
Este último se construyó en 1973 y lleva el mismo nombre que la Iglesia que encontramos a continuación, Nuestra Señora de Guía, datada en el año 1630.
Ponte de Lima
Torre da Cadeia Velha
Finalmente, una bonita avenida de plátanos de sombra nos introducirá en la localidad de Ponte de Lima que nos recibe con su Torre da Cadeia Velha, un edificio construido en el siglo XIV bajo el reinado de Don Pedro I. En el siglo XVI se adaptó para convertirla en prisión, función que cumplió hasta el año 1860.
Esta torre junto con la de São Paulo son testimonios de la antigua muralla que rodeaba Ponte de Lima.
Torre de São Paulo
La Torre de São Paulo también es del siglo XIV y conserva igualmente sus almenas. En el muro oeste expone un mosaico de azulejos del autor Jorge Colaço, el mismo que revistió la Estación de Tren São Bento de Oporto.
Aquí por fin encontramos un hueco entre la multitud de turistas para darnos un merecido almuerzo.
Y como no tenemos mucho tiempo para callejear damos un vistazo rápido a la urbe desde la orilla del río, donde vemos parte de la Iglesia Mayor, del siglo XV, algo de las murallas y una de las torres. Todo ello integrado en unos edificios de arquitectura rústica para no romper demasiado ese halo medieval.
Puente Romano y Medieval
Desde el río tampoco se pierde la perspectiva histórica, más que nada por su bien conservado puente, que en realidad son dos uno romano y otro medieval.
El primero de ellos está en la orilla opuesta, en el lecho seco del río y pudo ser construido en el siglo I después de Cristo por órdenes del emperador Augusto para formar parte de la Vía romana XIX.
Con el tiempo el curso del río cambió, lo que hizo necesaria la construcción del puente medieval. Probablemente se edificó en el siglo XIV y consta de 15 arcos apuntados.
La leyenda del río
El lugar tampoco se libra de leyendas como la que relata el temor de las huestes romanas a la hora de cruzar este río.
Cuando llegaron aquí creían que este curso de agua, al ser tan bello, era un río mitológico que te hacía perder la memoria si lo cruzabas. Al ver la situación. el comandante de las tropas Decius Junus Brutus cruzó con su caballo a la otra orilla y una vez allí empezó a llamar a cada soldado por su nombre para demostrar que no había perdido la memoria.
Nosotros también cruzaremos montados a lomos de nuestro medio de transporte y más que perder la memoria, nos aseguraremos que este bello entorno quede grabado en ella. Y si no, al menos quedarán retratadas bajo la atenta mirada de los objetivos de nuestras cámaras.
Iglesia de Santo António da Torre Velha
En la otra orilla nos espera la Iglesia de Santo António da Torre Velha, un edificio construido en el siglo XVIII en estilo barroco tardío. En el siglo XIX se reformó, reconstruyendo la torre con un peculiar remate bulboso y esas gárgolas saliendo en exceso de cada esquina.
Frente al templo encontramos un templete también dedicado a San Antonio y una figura homenajeando al Apóstol Santiago que nos desea Buen Camino.
Al oeste de la iglesia, el Parque del Museo del Juguete, que nosotros terminaremos de flanquear circulando por el tramo romano del puente.
Con esto finalizamos la visita a Ponte de Lima y callejeamos unos metros para salir de urbe y alejarnos del río.
Remontando el Río Labruja
Pero nos acercaremos a otro que vamos a remontar en esta parte final de la etapa, nos referimos al Río Labruja que pasa muy cerca de aquí. Quizá por eso han colocado esta pasarela de piedra en este camino para cuando el caudal lo anegue.
El paraje es precioso, de estar jalonados por muros y viñedos pasamos a tierras de pastos. Aunque pocos metros después se interrumpe por la peligrosa N202.
Iglesia de Santa Marinha (Arcozelo)
Continuaremos por pista de tierra pasando bajo el viaducto de la Autopista A27 hasta llegar a la parroquia de Arcozelo donde se alza la Iglesia de Santa Marinha. Es de origen románico aunque las modificaciones realizadas entre los siglos XVI y XVIII le han dotado de un aspecto bien distinto.
Seguimos rodando por este núcleo de casas o más bien de parcelas residenciales cuyas tierras de labor aprovechan las aguas del Labruja. Un río que cruzaremos en un par de ocasiones y que da nombre a la sierra que empezamos a digerir.
La exigencia de la orografía más la ayuda de la mano del hombre hace que el curso del agua tenga que dar algún que otro salto, creando con ello bonitos rincones en los que detenerse.
El camino avanza y el accidentado terreno hace que poco a poco vayan disminuyendo los cultivos y los núcleos de casas dando espacio a zonas más verticales y boscosas. Pero esto no nos achanta, mientras haya fuerzas nos atrevemos con todo.
Bueno, con todo no, tampoco vamos a reventarnos. En las inmediaciones del viaducto de la A3 preparaos para unos repechos de tierra, piedra y grava que si os pillan por sorpresa como a nosotros tendréis que superarlos a pie.
Después nos dejamos caer por un bosque de pinares hasta que el perfil vuelve a empinarse en la parroquia de Cepões, algo más generosa si hablamos en términos de bonitos parajes rurales.
Y si hablamos de parajes naturales tampoco se queda atrás. El Río Labruja vuelve a abrirse paso entre los obstáculos naturales y aquellos hechos por la mano del hombre y además nos regala una coqueta y recóndita playa fluvial.
Parece de esos sitios que solo conocen unos pocos privilegiados.
Capilla de Nuestra Señora de las Nieves
Para continuar nos incorporamos a la carretera M522 la cual nos lleva metros más adelante a la Capilla de Nuestra Señora de las Nieves. Tanto el Crucero que la antecede como el pequeño edificio son del siglo XVI aunque la capilla fue reconstruida en 1970.
Las imágenes del interior, como la de la patrona del templo, también parecen ser de la misma época medieval.
Pues sí, un último tirón de poco más de 1 kilómetro y por fin llegaremos a nuestro destino final, a la Quinta Labruja, un lugar magnífico donde reponer fuerzas para afrontar el duro inicio de etapa del día siguiente.
¡A descansar!
¡Hasta la próxima!