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PUENTE ALMUHEY – BOÑAR (50,3 Kms)
Iniciamos la jornada remontando el Valle del río Tuéjar buscando la falda norte del Macizo de Peñacorada, que nos reserva una exigente pero bonita subida con buenas vistas a los sistemas montañosos aledaños.
La Montaña Oriental Leonesa continúa posteriormente por un terreno de monte bajo atravesando las vegas del Esla y Valdellorma . Después, el terrno lo dominan las tierras fértiles del río Porma, donde también encontramos nuestro lugar de descanso: Boñar.
Puente Almuhey
¡Hola amig@s!
Iniciamos la etapa saliendo de Puente Almuhey calentando rápidamente motores con sus hitos arquitectónicos. Su Puente Medieval, una obra reformada en el siglo XVIII a partir de otra ya existente del siglo XIII y que salva las aguas del Río Cea.
A su vera, se alza la Ermita de Nuestra Señora de las Angustias, construida a principios del siglo XIII en estilo románico, como bien atestiguan los arcos de medio punto de su entrada norte. Está construida a base de sillería y mampostería y posee una sencilla espadaña.

Salimos de Puente Almuhey por la vía CV-131/14 para luego tomar el Camino Soto, una pista de tierra que inicia nuestro periplo por el Valle del Río Tuéjar.

Este firme descansará en Taranilla, primera localidad a nuestro paso. El lugar nos sorprende a su salida con el amenazante Macizo de Peñacorada, de más de 1800 metros de altura.
Nosotros recorreremos las estribaciones de su espectacular ladera norte. Para ello seguiremos el dibujo del Río Tuéjar por un entorno con un pasado minero dedicado al carbón. Este sector impulsó económicamente la comarca desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX, fecha en la que se abandonaron las infraestructuras.
El camino que avanza por la campiña se topa de repente con una elevación que debemos superar a pulso mientras la rica fauna del lugar nos observa. Quizá esté algo incómoda por nuestra presencia, ya que parece romper la paz de este espléndido ecosistema dominado por una laguna bañada por las aguas del Arroyo Vallejo del Soto.
Esta masa de agua es fruto de los hundimientos originados por la pasada explotación minera.


Reanudamos la marcha siguiendo el curso del río hasta las inmediaciones de la localidad de San Martín de Valdetuéjar, cuyo templo románico situado a las afueras se alza en la cima una loma.

La Iglesia de San Martín de Tours se construyó en el siglo XII aunque tiene algunas reformas posteriores, como la torre campanario, del siglo XVIII. Destacan en su exterior unas antiguas inscripciones sobre la entrada oeste que hablan sobre la integridad del templo y de los ángeles que velan por él.
También se adivinan tallas singulares como un cuerpo sentado o algunas sirenas. Esta última figura porta un cartel con la fecha 1782.
La leyenda cuenta que las sirenas de este templo eran peregrinas que embaucaron a los monjes de la Abadía San Martín. El pecado hizo que el abad las convirtiera en sirenas y que los monjes las tallaran en la iglesia.
Sería todo un detalle poder acceder al interior y subir a su torre para obtener mejores panorámicas de esta agradable área ribereña del Tuéjar. Se dice que el nombre del río se debe al árbol del tejo, que antaño abundaba en sus orillas.
Nosotros navegamos ahora paralelos a ellas rumbo a la siguiente localidad, Renedo de Valdetuéjar. Tendremos que trepar otro pequeño desnivel para incorporarnos al camino que nos introducirá en la urbe.
La Iglesia de San Adrián nos recibe a la entrada de la urbe.

Es un templo construido en el siglo XVI que alberga en su interior retablos pertenecientes al antiguo Palacio de los Marqueses de Prado, del siglo XVII. Hoy solo conserva parte de su muralla. La fachada de su portada se trasladó a León para convertirse en entrada de la Obra Hospitalaria Nuestra Señora de la Regla.
Renedo todavía mantiene algunos detalles de la arquitectura de aquella época.
La carretera CV-131/14 será el firme que ciclaremos los siguientes 3 kilómetros hasta la población de El Otero de Valdetuéjar. Hasta el momento, el perfil va remontando el valle de forma suave que agradecemos con un pedaleo cómodo y con la presencia de más compañeros ciclistas.
Circulamos por la arteria principal de la villa hasta su Iglesia de San Cipriano. El templo está bastante reformado como así se constata en su entrada porticada, de factura más moderna.
Salimos de El Otero recorriendo unos 500 metros hasta el siguiente cruce. Este tramo por la carretera LE-4714 se empina un poco para empezar a enfilar las faldas de la vertiente norte del Macizo de Peñacorada.
Un buen emplazamiento para alojar el complejo del Santuario de la Virgen de la Velilla, que no fue elegido al azar, ya que aquí, un miembro del linaje de los Prado encontró una talla de la Virgen entre unos escombros.

Su mujer estaba enferma y al ver la mejora de ésta tras sus ruegos a la Virgen, el noble decidió levantar el Santuario. Fue en el siglo XVII, en estilo renacentista, aunque las obras y reformas se alargaron en el tiempo.
No pasa desapercibida en el tramo sur la imagen de Santiago Matamoros de la cabecera, ni tampoco su entrada porticada abierta. Alzando la vista es fácil percatarse de la singularidad de su torre, compuesta de 8 lados. También posee un acceso porticado y varias hornacinas con imágenes, una de ellas representando a San Miguel.

A partir de aquí se inicia lo más duro de la etapa, y la pareja con la que antes coincidimos nos indican el camino a seguir. Vamos a acumular unos 200 metros de desnivel positivo en apenas 2,5 kilómetros, digiriendo algunas pendientes de inclinación que oscilan entre el 11 y el 19 por ciento.
Nada, hay que tomárselo con paciencia y si es necesario hacer pausas para tomar aire y recrearse con las panorámicas que la altura va ofreciendo, como ésta, con vistas a la localidad de La Mata de Monteagudo.

El Macizo de Peñacorada asoma entre los cerros, y aunque no llegaremos a su cumbre caliza, su proximidad sí deja ver algunas manifestaciones rocosas de este material geológico.


La altitud abre el campo panorámico a nuestra espalda a las cumbres lejanas del Parque Natural de Fuentes Carrionas, a los Montes de Riaño, Picos de Mampodre, Altos del Duerna y a los Picos de Europa.
En lugar conocido como El Campurrial alcanzamos la cota máxima de altitud, 1324 metros. Aquí realizamos un descenso de unos 500 metros desde el que obtenemos buenas vistas al Valle del Arroyo de Fuentes, donde destacan los tejados de Fuentes de Peñacorada y el horizonte dominado por las cumbres de la Sierra Soberón.

Volvemos a ascender un tramo de 800 metros entre hayas y robles hasta alcanzar un nuevo descenso por cómoda pista que nos dirigirá por la falda del macizo hasta llegar al Valle del Arroyo de Santa Marina.

En este valle el tránsito se complica. El camino se estrecha en una pequeña senda, con tramos donde la maleza de los flancos entorpece el paso y, además hay que estar atentos a las piedras traicioneras y a la inclinación de la ladera. El gran aliciente de estas dificultades es que nos regala un entorno precioso.
Para salvar el Valle del Arroyo de Santa Marina, tendremos que realizar un ascenso que comienza cuando alcanzamos esta pista forestal de pinares. Son casi 900 metros con segmentos exigentes, pero que el culminarlos significará introducirnos en una agradecida bajada.
Por este descenso entre pinares tenemos algún que otro despiste con las señales aunque el track que seguimos hace su trabajo y pronto endereza nuestro rumbo.
El camino forestal saldrá pronto a campo abierto.

Tenemos que decir que aquí improvisamos un poco para descender a Cistierna, pero bueno, lo importante es que llegamos enteros, con ganas de estampar el sello del Ayuntamiento en nuestra credencial y como no, de realizar un merecido almuerzo.

Abandonamos Cistierna buscando el curso del Río Esla al que pronto sorprendemos pasando bajo el viaducto de la carretera CL-626. Durante un kilómetro 800 metros iremos paralelos a él por un camino que entra en los dominios del concejo de Sorriba del Esla, pueblo que desde antiguo presumió por dar cobijo varias familias nobiliarias.
El camino de tierra pasa al asfalto que nos acerca de nuevo a la orilla desde donde empezamos a divisar el Puente de Mercadillo.

Este puente pudo tener orígenes romanos llegando a formar parte de la calzada del Esla, y existen documentos del siglo XII y XIII donde ya se menciona su existencia. Los deterioros acaecidos durante el tiempo han hecho que sufra distintas reformas en siglos posteriores.
Antaño, cada 24 de noviembre, junto a este puente, se levantaban mercados aprovechando la celebración de la Feria de Santa Catalina, muy venerada por estas lindes.
A continuación, la ruta se bifurca: ¿ruta Vadiniense o Camino de la Montaña?
Nosotros continuamos recorriendo el Camino de la Montaña. Hay buenas pistas ciclables como ésta, a la que llaman Camino Valle, que remonta la depresión que surca el Arroyo de Mercadillo a nuestra izquierda.
Aunque no podemos apreciarlas, a nuestra derecha se elevan las vías de ferrocarril La Robla – Bilbao que también viajan en paralelo a nosotros. La arboleda compuesta principalmente por robles camufla bien la infraestructura.
Por este ramal tendremos que transitar unos 4,5 kilómetros y aunque en apariencia no está concurrido, a veces la naturaleza busca su espacio. La presencia cercana del arroyo y el riego de pequeñas huertas humedecen la tierra. Este hecho lo aprovechan las mariposas para refrescarse antes de que el calor vuelva a estropear la fiesta.
No hay que dejar pasar el tren… bueno nosotros sí, no hay más remedio, y debemos continuar.


El Camino Valle finaliza cuando pasamos por debajo de la línea de ferrocarril y desembocamos en la localidad de Yugueros.
En un promontorio de la urbe se ubica la Iglesia de El Salvador. El edificio se construyó posiblemente en el siglo XVI, al menos hay una inscripción en la obra que cita la fecha 1567.
Tiene una torre de planta rectangular y una entrada porticada ahora cercada con hierro como medida adicional para proteger el patrimonio que alberga en su interior, como su valioso retablo renacentista.

Abandonamos Yugueros tomando la vía LE-4606 que afronta un pequeño ascenso. Después, el trazado descansa en una cómoda bajada hasta la población La Ercina, que atravesaremos sin detenernos.
Tomamos un carril de tierra donde nos esperan aproximadamente 6 kilómetros por monte bajo, de los cuales los 5 primeros son de tendencia ascendente que se alternan con buenos tramos donde se agradece llanear.
La vegetación silvestre y los robles dominan el atrezzo natural del paraje que poco a poco, con la ganancia de altura nos va abriendo una ventana con vistas a la comarca de la Montaña Central Leonesa, donde son perfectamente identificables los picos Cueto, Polvoredo y la Peña Valdorria.

El final del ascenso finaliza en el lugar conocido como Los Cerriscos. La subida ha sido relativamente cómoda, no así el descenso que viene a continuación.
La primera parte de la bajada descansa en la urbe de La Acisa de las Arrimadas, que nos recibe con la pequeña Ermita de San Antonio; una sencilla construcción rústica testigo de la celebración anual de las fiestas al patrón.
Combatir el calor se hace indispensable antes de abandonar La Acisa por la carretera CL-4606. Las temperaturas han subido en esta jornada y la orientación oeste nos pone de cara al sol.
La siguiente parada la contemplamos en la Iglesia de Santa Marina, templo que comparte La Acisa de las Arrimadas junto con su vecino Barrillos de las Arrimadas. Dada su ubicación y detalles de construcción, como la saetera de la torre, el edificio pudo ser erigido con carácter defensivo bajo las disposiciones de la orden templaria.
Se levantó en el siglo XII con factura románica aunque se le hicieron reformas y añadidos posteriores, como el campanario renacentista probablemente del siglo XVI o el pórtico, del siglo XVII.
Barrillos de las Arrimadas se encuentra a poca distancia y entre su urbanística quiere dejar claro que la villa es lugar de paso hacia Santiago.
De su patrimonio destacamos también el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, edificio construido en el siglo XIX. En sus cuyos aledaños se celebran cada 22 de agosto, las fiestas en honor a la patrona.

Cruzamos ahora la vía León 4606 (LE-4606) para incorporarnos a una pista de tierra y grava que acomete las estribaciones de la Sierra de la Devesa, con el Arroyo del Reguerón y el Río de la Losilla como principales caudales.
Iglesia de San Pedro
Casi 2 kilómetros después entramos en La Devesa de Boñar que atravesamos por su arteria principal. Aquí encontramos la Iglesia de San Pedro. Este templo es de nueva construcción y sustituye a otro más antiguo que había en el mismo emplazamiento.

Reanudamos la marcha tomando una calle asfaltada que al poco cambia su firme a pista de tierra mientras acometemos un agradable descenso por el Valle de Boñar.
Poco después nos introducimos es una bonita vega colmada de parcelas agrarias. Hay indicios de restos de crustáceos que demuestran que hace muchísimos años el Mar Cantábrico llegaba hasta aquí. Hoy día estas tierras son bañadas por el río Porma y los cauces que va a parar a su caudal, todos ellos culpables del sistema de riego y canalizaciones que observamos al pedalear.

Uno de los afluentes del Porma es el Río Colle, que dejaremos atrás una vez que atravesemos la localidad de La Losilla. Después nos situaremos en el margen derecho de la línea de ferrocarril directos a nuestro destino de hoy: Boñar.
Pasamos bajo la carretera CL-626 para incorporarnos metros más tarde a la LE-331 que nos introduce en la localidad.
Eso es cierto, tras 6 etapas en las piernas las sensaciones físicas son cada vez mejores. Ahora a descansar.
Hasta la próxima!

