11 · SALEMA – PRAIA da LUZ
Partimos desde los barrios altos de Salema para descender a su playa homónima y ser testigos de las huellas ligadas a la pesca de esta localidad.
A continuación, nos introducimos en el casco antiguo de la urbe para ascender por la Rúa dos Pescadores e incorporarnos luego a un camino de tierra.
Por aquí llegaremos a lo alto de la Ponta de São Lourenço desde donde obtenemos buenas vistas a la Praia da Salema, al oeste, y al este al siguiente arenal que atravesaremos: la Praia da Boca do Río.
Salvamos esta última depresión recordando sus orígenes romanos y nos alzamos al acantilado oriental para llegar al Forte de São Luis de Almádena, construido en el siglo XVII para luchar contra la piratería para defender las almadrabas.
Tras la visita a estas ruinas flanqueamos el lugar turístico de Barrancão para luego rodear la fabulosa Praia das Cabanas Velhas cuyo extremo este se corta en la Ponta da Almádena.
Rebasamos este saliente por el interior en un nuevo ascenso hasta dar con el siguiente escenario de litoral en el que disfrutamos desde arriba de las Praias dos Rebolos y de Burgau.
Burgau también supone el lugar en el que realizaremos el almuerzo pues se trata de una bonita localidad de orígenes pesqueros que poco a poco ha ido sucumbiendo a las redes del turismo.
Para finalizar, recorremos los últimos 5 kilómetros de la etapa junto a Mauro, un senderista italiano con el que compartimos asombro ante lo que nos resta hasta llegar a Praia da Luz.
Salema
¡Hola amig@s!
Nos encontramos en Salema, en la freguesia de Budens perteneciente al concelho de Vila do Bispo dentro del distrito de Faro.
Hemos pasado la noche en un alojamiento situado en los barrios altos de la urbe lo que nos permite otear el océano y parte de la orilla de su playa entre los tejados.
Praia da Salema
Cuesta abajo se avanza con mayor rapidez, así que no tardaremos mucho en alcanzar el paseo marítimo, una infraestructura que rodea la tranquila y familiar Praia da Salema.
Sobre la arena se dejan ver algunas embarcaciones de pesca que nos recuerdan cómo la localidad ha estado ligada a este sector económico desde sus orígenes hace ya unos siglos.
El auge del turismo en las últimas décadas ha aportado otro motor de riqueza para Salema experimentando con ello un notable crecimiento.
Al este divisamos los salientes de São Lorenço y de Almádena antes de introducirnos en las calles más auténticas de Salema.
Capilla de la Virgen de Fátima
Subimos por el bonito balcón al mar que conforma la Rúa da Bela Vista para luego adentrarnos por la arteria Rúa dos Pescadores.
Una vez plantados en esta última calle no pasa desapercibida la devoción que los habitantes de Salema tienen por la Virgen de Fátima, al igual que ocurre en muchos otros lugares de Portugal.
A continuación, la Rúa dos Pescadores asciende por el este el valle por el que se vierten las viviendas de la urbe y tras unos 500 metros la abandonaremos virando al sur por una pista de tierra.
Ponta de São Lourenço
Este camino terminará de remontar el cerro que se eleva sobre el saliente de la Ponta de São Lourenço. Nos dirigiremos hacia este extremo para contemplar unas vistas magníficas a Salema y a su playa que como observamos ya empieza a animarse de surfistas.
Praia da Boca do Río
Al otro lado del saliente unas perezosas brumas matinales comienzan a despertar desvelando el siguiente espacio arenoso: la Praia da Boca do Río.
Hacia allí nos dirigimos aunque antes de alcanzarla el camino se asomará con vértigo a la caída para descubrirnos la pequeña
El siguiente tramo también es un poco temerario pero se puede salvar por una bifurcación interior si no nos sentimos seguros. Con todo hay que ir con precaución pues vamos en descenso y a veces los pies van más rápidos que la mente.
Al norte, vemos verdes pastizales salpicados de ganado abarcando las vegas de la Ribeira de Vale Barão, río que conforma está depresión y que desemboca en la playa.
El pasado romano de Boca do Río
Boca do Río adquirió relevancia en época romana ya que muy cerca de aquí hay restos de esta civilización relacionados con la pesca, como son los edificios de fábrica de salazón y de conserva.
Como en otras tantas localizaciones pesqueras de la antigua Roma aquí también se producía el garum, esa famosa salsa a base de pescado fermentado y diversas especias con las que condimentaban los alimentos.
Se dice que el garum daba muy mal olor y por eso estas fábricas se situaban alejadas del casco urbano.
Nuestro olfato hoy ya nada percibe de aquel, entre comillas, perfume culinario y a decir verdad prefiere el olor a mar que ahora respiramos con intensidad debido al esfuerzo de ascender por la otra vertiente de Boca do Río.
Como se observa desde aquí, en la orilla hay otras ruinas más recientes, estas pertenecientes a unos antiguos almacenes de la Compañía de Pescadores del Algarve.
Finalizamos la parte más dura de la subida para dominar con mejor perspectiva esta cara oeste del litoral que para nosotros ya nos resulta familiar.
Forte de São Luis de Almádena
Al este en cambio, nos queda todavía un fascinante recorrido por descubrir. Para empezar, entre estos altos acantilados que se topan al fondo con el saliente de la Ponta de Almádena, se alzan a más de 60 metros de altitud las ruinas del Forte de São Luis de Almádena.
Para llegar a él todavía tenemos que salvar un pequeño repecho en el que procuramos mantenernos en el camino. Un cartel de advertencia informa del peligro de acercarse demasiado al borde acantilado.
Con todo, a mayor altitud, mejores panorámicas. Desde luego, el que decidió plantar aquí esta fortaleza tuvo buen ojo.
De nuevo, la historia de estas costas se topa con la piratería empeñada en perjudicar la existencia de las almadrabas de la zona, lo que provocó que en el año 1631 se solicitase la construcción de la fortaleza para su defensa y protección.
La entrada al recinto se hacía por el norte por medio de un puente levadizo hoy desaparecido. Dando un paseo por el complejo todavía quedan restos de algunas dependencias como la armería, los cuarteles y una capilla que mantiene parte de su estructura abovedada.
Durante el siglo XIX la fortaleza fue de utilidad en la Guerra Civil y posteriormente se usó para labores de vigilancia, sobre todo para evitar el contrabando de tabaco. Sin embargo, a partir de la década de los 60 de este siglo el lugar fue abandonado.
Barranção
Reanudamos el viaje avanzado por la pista de tierra dejando a nuestra izquerda el lugar turístico de Barranção, que exhibe formidables viviendas residenciales derramadas por la cara meridional del Cerro Forte, de 86 metros de altura.
Más pegada a la línea costera se encuentra esta otra residencia, que tampoco se queda atrás en lujo, aunque se interpone en nuestro camino de tal forma que debemos rodearla por un perfil exigente en fuerte bajada y posterior subida.
Praia da Almádena
Finalizado este ascenso las vistas nos acercan más al saliente de Ponta de Almádena y esta orilla, que irrumpe nada más asomarnos al acantilado, pertenece a su playa homónima.
Praia de Cabanas Velhas
Un espacio que pierde su arena con marea alta, algo que no ocurre en la Praia de Cabanas Velhas, el siguiente espacio de baño que saltará a la vista conforme vayamos avanzando.
Tampoco es que deje mucho margen para plantar la sombrilla, pero al menos puedes darte un paseo para recorrer sus casi 500 metros de longitud. Por su parte, la Ponta de Almádena abriga a la playa de los vientos de levante.
Para llegar a este lugar debemos seguir perdiendo altura mientras caminamos pegados a este comprometido mirador al océano.
Al poco, la orografía nos descubre una lengua de arena hacia el interior que se ha aprovechado para instalar un magnífico restaurante y un espacio de alquiler de sombrillas para los turistas.
A continuación, remontamos la otra vertiente de este valle para rodear Cabanas Velhas desde las alturas. Después nos iremos aproximando a su extremo oriental, donde los aficionados al nudismo tienen la oportunidad de estar más aislados.
La orilla se topa finalmente con la Ponta de Almádena sobre la que se dejan ver restos de antiguas edificaciones de pescadores, algunas de ellas usadas como lienzos para los artistas del grafiti.
Dirección a Burgau
Rebasaremos el saliente geográfico por el interior ascendiendo hasta rozar los 70 metros de altura sobre el nivel del mar.
Después se abre el próximo escenario de litoral por el que transitaremos, con las viviendas de Burgau, como localidad más cercana, asomando por la orografía.
El descenso volverá a acercarnos paulatinamente a la terraza acantilada.
Praia dos Rebolos
Entre el dibujo de sus rompientes se aprecia hay un pequeño respiro cubierto de cantos rodados que bien hacen honor al nombre de este espacio conocido como Praia dos Rebolos.
La altura de los muros que la rodean y el incómodo acceso la convierten en una playa aislada y tranquila.
Mientras caminamos acercándonos a ella nos iremos deleitando con la disparidad de azules y turquesas que desprenden sus aguas. Este hecho sumado al sonido de las olas abriéndose camino entre los guijarros dotan a Praia dos Rebolos de cierto poder hechizante.
No son pocos los que se dejan cautivar por las vistas a esta orilla. El descenso continúa y Rebolos enamora la mires por donde la mires.
Burgau
Una vez dejado atrás este espacio tenemos hacer frente a un par de cortos repechos que nos van a dejar a las puertas de la localidad de Burgau.
Desde las alturas podemos dar un vistazo general a la disposición de su entramado de viviendas y al espacio que ocupa su fabulosa playa homónima.
La bajada a la localidad es algo escarpada y serpenteante y, si nos ponemos exigentes, puede que un poco punzante. Pero pronto nos encantará incorporarnos a las calles de esta población portuguesa que nos recibe con azulejos sobre un urbanismo aterrazado, adaptado a la pendiente de la orografía.
Se dice que Burgau es el gran desconocido del Algarve y llegan incluso a verle ciertas similitudes con Santorini. Puede que recorriendo sus arterias se llegue a percibir cierto aire de la arquitectura tradicional de los pueblos de la famosa isla griega.
Como ocurre en Salema, los orígenes de Burgau también se atribuyen a la pesca aunque el turismo cada vez más va reclamando su espacio.
En este sentido, además del aliciente de su espléndida playa existen varios establecimientos hosteleros en los que degustar la gastronomía local.
Por tanto, nosotros aprovecharemos la ocasión para volver a reunirnos con Paulo y Alexandra y algunos miembros de su familia. ¡Que aproveche!
Últimos 5 kilómetros con la buena compañía de Mauro
Los cinco kilómetros que nos restan para concluir esta etapa los haremos junto a Mauro, un senderista de nacionalidad italiana con el que ya habíamos coincidido en algunos tramos de la jornada anterior.
Ponta do Mexilhão
Con él seremos partícipes de este intervalo de litoral acotado al norte por complejos turísticos y fincas privadas y al sur por tramos con inquietantes bordes voladizos y terrazas con vistas a los nuevos entrantes y salientes que nos salen al paso. Este que acabamos de rebasar es la Ponta do Mexilhão.
Le siguen resaltes menores pero que no dejan indiferentes a los visitantes que por aquí deambulan.
Ponta da Cama da Vaca
El último acantilado de altura de la etapa lo alcanzaremos una vez encaremos este pequeño repecho que asciende a otra convexidad de la orografía conocida como Ponta da Cama da Vaca.
Nos dejaremos sobrecoger por la caída tanto por su extremo occidental como por el oriental, al que llegaremos luego de alejarnos unos metros del precipicio para avanzar por el interior del saliente.
Al otro lado, el entrante es más tendido y parece estar compuesto por una playa de guijarros.
Superado este tramo podemos concentrarnos algo mejor en el paisaje del horizonte donde se divisa la pintoresca Rocha Negra despuntando entre las paredes de arenisca. Esa franja acantilada la recorreremos en la última etapa de esta aventura.
El objetivo ahora es finalizar sobre la que estamos que como podréis observar va perdiendo altura. Las viviendas de Praia da Luz ya aparecen en nuestro radar.
Ponta da Gaivota
A continuación, atravesamos un espacio tupido de juncos y cañas para colocarnos a la vera del saliente Ponta da Gaivota donde observamos un pescador inmerso en sus labores.
El sol va alargando nuestras sombras cada vez más en su descenso al tiempo que va tiñendo de calidez las tonalidades de esta rocosa orilla. El mar en calma y el temple de los pescadores esperando fortuna no hace más que provocarnos una grata sensación de paz.
A lo lejos, cerrando el horizonte oriental, podemos divisar la Ponta da Piedade y su faro, otros hitos de interés que conoceremos en la jornada siguiente.
Praia da Luz
Menudo final de etapa amigos, con los regalos de la buena compañía, el sosegado y cautivador entorno y la hermosa caída de la tarde que no hace más que vaticinar una última etapa espectacular.
Con las calles de Praia da Luz ya bajo nuestros pies nos despedimos hasta la próxima.
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