9 · VILA do BISPO – SAGRES
Vila do Bispo enriquece nuestra estancia en la localidad con la visita a su bonita Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción.
La luz del amanecer proyecta nuestras sombras en el camino mientras nos dirigimos al oeste en busca del litoral. Un marco geográfico que señala la franja costera más elevada del Algarve (156 m) por medio de la Torre da Aspa, un hito que antaño hacía las veces de bastión de vigilancia.
Nos iremos asomando a varios acantilados para ser testigos de la sobrecogedora altitud y deleitarnos con el aspecto de los salientes y de la solitaria Praia do Telheiro.
Después, el afloramiento rocoso de Pedra da Gaivotas nos anuncia la proximidad del Cabo de San Vicente, aunque el Faro que aquí se emplaza ya veníamos divisándolo a kilómetros de distancia. Esta torre de luz tiene orígenes mucho más antiguos, al igual que el conjunto fortaleza y convento al que pertenece.
Dejamos atrás el extremo sudoeste de Portugal para dirigirnos al este y disfrutar del siguiente tramo de litoral, donde destacan el Forte de Santo Antonio de Belixe, caprichosas formaciones rocosas y la famosa Praia do Beliche, otro de los innumerables paraísos surferos del país luso.
Sagres nos recibe con una climatología adversa lo que nos impide dedicarle un merecido tiempo a esta histórica villa.
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Vila do Bispo
¡Hola amig@s!
Estamos en Vila do Bispo, localidad perteneciente al distrito de Faro, en la región del Algarve.
Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción
No podemos iniciar la etapa 9 del Trilho dos Pescadores sin visitar su Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, un bonito templo barroco construido en el siglo XVIII aunque sus orígenes son anteriores.
Lo que más sorprende es su interior, con los muros de su única nave revestidos de azulejos que exhiben jarrones y motivos florales junto a personajes mitológicos como sirenas o dragones marinos.
La techumbre, en cambio, está recubierta de madera pintada con decoración vegetal protagonizada por hojas de acanto y querubines que enmarcan distinta simbología de la fe cristiana. En el centro aparece un blasón desgastado que parece ser el escudo de armas de Portugal.
Por su parte, la bóveda de cañón del presbiterio también goza de la decoración de acanto pero en esta ocasión alberga en su parte central una imagen de la patrona del templo.
La Virgen sostiene al Niño con la mano derecha y con la izquierda la manzana de la salvación.
Esta misma imagen la veremos ahora en una escultura del siglo XVI en el retablo barroco del altar, donde resalta la decoración dorada y las pilastras y arcos de estilo salomónico.
Dorados también son los retablos barrocos que encontramos en las capillas laterales. El septentrional está embutido en la llamada Capilla del Carmen y aloja el cuerpo del Sagrario entre sus elementos ornamentales.
El meridional está dedicado a San José, con la imagen del personaje también rodeada de profusos motivos vegetales y columnas salomónicas.
A los pies de la iglesia encontramos otra capilla en el muro norte, ésta dedicada al Senhor dos Passos.
Por último, entre la variada imaginería del templo, destacamos a San Vicente, patrón de Lisboa que luce en una vitrina.
Esta segunda parte del Trilho dos Pescadores la realizamos en un mes de diciembre, así que en vísperas de la Navidad no es de extrañar que engalanen el exterior del templo con la iluminación correspondiente.
Por el Caminho Agrícola da Ataboeira
Con todo, es hora de iniciar esta 9 etapa, a las frescas de la mañana, cogiendo desprevenidos a algunos habitantes de la localidad.
Subiendo por la calle Sito do Barrudo viramos al oeste tomando el Caminho Agrícola da Ataboeira. Por aquí, es fácil entretenerse con los detalles de algunas de las fincas residenciales.
Después, comenzamos a ganar altura adentrándonos poco a poco en la campiña a medida que el sol empieza a levantar las brumas que vamos dejando atrás en Vila do Bispo.
La orografía conformada por grandes extensiones de prados que se suceden por suaves perfiles apenas presenta masas de arboledas, y las que hay, parece que están a merced del castigo de los vientos.
La ganadería como actividad económica complementaria
Vila do Bispo tiene una economía que se basa principalmente en el turismo, la agricultura y la pesca aunque la ganadería también puede considerarse una actividad complementaria que le genera riqueza.
En este sentido, caminando por estas latitudes podemos ver cómo se crían principalmente ovejas y cabras, que se adaptan bien al clima y al terreno de la zona. Famosa es la producción de queso de oveja de la región, apreciado por su sabor y calidad.
Esta ganadería, además, contribuye a la conservación del paisaje y la biodiversidad puesto que los animales se alimentan en los amplios pastizales naturales de los alrededores.
Con las horas tempranas de la mañana hemos pillado algo dormidos a los rebaños pero bueno, cada cual a su ritmo.
Por su parte, si echamos la vista al norte y escudriñamos el horizonte, podemos apreciar la línea de litoral del Pontal da Carrapateira y la correspondiente al Ribat de Atalaia. No en vano, nos encontramos en uno de los puntos más elevados de los acantilados del Algarve, situación idónea para dominar un amplio territorio.
Torre de Aspa
De hecho, muy cerca de aquí, a 156 metros sobre el nivel del mar, se levantó en el siglo XVI una antigua torre de vigilancia conocida como Torre de Aspa.
El bastión que hoy adivinamos desde la distancia viene a ocupar el lugar de la antigua torre y, además, hace de hito geodésico.
A partir de aquí, nuestro camino empieza a dirigirse hacia el sur por una cómoda y amplia pista de tierra que navega por un paisaje solitario, algo inhóspito debido a los vientos y a la aridez del terreno.
Aún así, no son pocos los que se acercan aquí en busca de paz ante la inmensidad del Atlántico. Un océano al que no vamos a tardar mucho en recuperar las vistas a su orilla, en un saliente donde suelen nidificar las cigüeñas pero claro, a inicios de diciembre todavía es pronto para pensar formar una familia.
Praia das Eiras
Si avanzamos unos metros más hacia el sur podremos ver el otro flanco de este resalte en el que se forma también el entrante conocido como Praia das Eiras.
Aunque se le otorgue la categoría de playa no parece un lugar accesible para el baño. Los altos acantilados sobrecogen al más osado y puede que lo más inteligente sea disfrutar de este tramo desde las alturas.
Después, el perfil acantilado continúa, y con él las distintas fracturas de la tierra y dispares afloramientos rocosos, alguno de ellos tomando ventaja a la hora de aventurarse al mar.
El Cabo de San Vicente nos aguarda en el punto más suroccidental de Portugal y mientras llega el momento de nuestro paso por sus dominios, lo más entretenido es continuar asomándonos a los balcones compuestos de roca metamórfica, caliza y arcilla roja.
Esto también nos va brindando la oportunidad de ir quitando pliegues de corteza terrestre hasta ir descubriendo por la que asoma el faro del cabo.
Praia do Telheiro
A continuación, tras recorrer un pequeño tramo entre tarajes, uñas de gato y brezos alcanzamos una zona más hospitalaria para el baño. Se trata de la Praia do Telheiro. Puede que sea el arenal más aislado que se puede encontrar en las proximidades de Sagres.
Su acceso un poco rebuscando y la falta de servicios la convierten en un auténtico rincón salvaje. Los que vienen aquí lo hacen a conciencia buscando alejarse del turismo masificado o simplemente practicar algo de surf.
A Praia do Telheiro vienen a desembocar dos pequeñas surgencias acuíferas, normalmente secas, pero que para el viandante suponen dos depresiones de terreno que hay que salvar por tramos algo más incómodos.
Superada la primera de ellas comenzamos a percibir que la playa ya empieza a animarse, bueno, al menos todo lo que se puede en un mes de diciembre. Los apasionados del surf al menos no defraudan.
Seguidamente, viramos realizando el tránsito por el segundo hundimiento de terreno entre la espesura vegetal y la roca para luego recuperar paulatinamente estampas a la orilla.
Lo que no esperábamos es ver por aquí aficionados al motocross; la norma de camino exclusivamente pedestre se la saltaron a la torera aunque podemos entender que la espectacularidad de este entorno es más que apetecible para aventurarse.
Llegados al otro extremo de Praia do Telheiro podemos divisar sus acantilados septentrionales, rojizos, ricos en óxido de hierro. Hacia el otro lado de esta posición, la verticalidad impone su ley y la arena es sustituida por un auténtico despeñadero.
Reanudando la marcha nos percatamos que esta época del año es la menos florida, sin embargo, hay especies como el azafrán de otoño que dejan su impronta cromática en el camino.
Ensenada de Armaçao Nova
Los senderos de arena salpicados de un empedrado de roca caliza nos dirigen ahora a la Ensenada de Armaçao Nova. Oteando el escenario podemos divisar por un lado, a unos intrépidos pescadores sobre una de las plataformas de rompientes, y por otro lado, la Pedra das Gaivotas un islote con 56 metros de altura situado ya muy cerca del Cabo de San Vicente.
Si avanzamos algo más rodeando el entrante por el firme rugoso podremos ver mejor la Ponta dos Arquizes, saliente que abriga a la ensenada por el norte.
Y poco después comenzamos a enderezar el rumbo para llegar al extremo sudoeste de Portugal que nos aguarda con su faro y su fortaleza.
Salimos por tanto de la pista de tierra y nos incorporamos a la carretera N268, esa que permite todos los años la llegada de numerosos turistas a este hito geográfico.
Cabo de San Vicente
El complejo arquitectónico que se alza en el cabo está formado por una fortaleza y un faro cuyos orígenes se remontan al siglo XVI. Este bastión defensivo sufrió los embates del pirata británico Francis Drake lo que llevó a su reconstrucción en el siglo XVII por parte del rey Felipe II de Portugal.
Por su parte, el terremoto de 1755 también hizo estragos en la estructura provocando con ello nuevas reformas posteriores.
El faro que hoy vemos fue mandado a construir por la reina María II de Portugal y entró en funcionamiento en 1846, aunque no fue hasta 100 años más tarde cuando se conectó a la red eléctrica.
En el transcurso de ese tiempo el faro sufrió restauraciones y mejoras hasta darle el aspecto actual, elevando su altura a las 24 metros y ampliando su alcance hasta las 32 millas náuticas.
Por su parte, las aguas del Cabo de San Vicente han sido escenario de varias batallas navales entre la flota británica y la española durante el siglo XVIII, con suerte dispar entre ambos contendientes.
Con todo, desde tierra también hay que lamentar pérdidas humanas, ya que no son pocos los que se han despeñado por estos acantilados. No deja de llamarnos la atención una placa conmemorativa a un joven turista alemán que murió aquí en el año 2001. Un triste recuerdo que también sirve de advertencia sobre la peligrosidad de este paraje.
Por nuestra parte, vamos a intentar llevarnos de aquí recuerdos agradables.
Forte de Santo Antonio de Belixe
No muy lejos de aquí, continuando nuestro camino ya hacia el este, advertimos los muros del Forte de Santo Antonio de Belixe, un complejo que sirvió de refuerzo protector de la almadraba que aquí se efectuaba. Además, formaba parte del cordón defensivo existente entre los fuertes de Cabo de San Vicente y el de Sagres.
Esta última localidad ya empezamos a divisarla sobre la plataforma acantilada.
El Forte de Santo Antonio de Belixe sufrió una suerte parecida a la del Cabo de San Vicente al ser destruido por Francis Drake y padecer posteriormente el castigo del terremoto de 1755.
En la segunda mitad del siglo XX se trabajó para reutilizar la estructura como alojamiento turístico, pero debido a la erosión del terreno se tuvo que cancelar el proyecto.
Almuerzo en São Vicente Spot
Muy cerca de aquí, en el otro margen de la carretera N268 hay un establecimiento hostelero ideal para realizar el almuerzo. El hambre nos devora, y hacemos hueco para un plato fuerte ya que este local tiene un espacio dedicado a la taxidermia de animales.
Sabemos que para muchos no es plato de buen gusto ver disecados a estos ejemplares de la naturaleza, pero quizá sea la única forma de poder tenerlos tan cerca. El realismo de algunos es impactante pero sinceramente, los preferimos vivitos y coleando aunque a la mayor parte bien lejos.
Para terminar la sobremesa, el local nos despide con un bonito azulejo sobre el entorno del Cabo de San Vicente.
Reanudando la marcha, el camino se mantiene paralelo a la N268; unas veces tanto que cumple la función de arcén de tierra. A estas alturas de la etapa se empieza a adivinar el saliente de Ponta García, un accidente geográfico que abriga por el este uno de los paraísos surfistas de Portugal.
Praia do Beliche
No vamos a tardar mucho en descubrirlo. Se trata de la Praia do Beliche.
Nos hacemos un hueco entre la multitud de caravanas para dar un vistazo general a este espléndido arenal y a la actividad de los deportistas que aquí se concentran.
Para acceder a la playa se ha habilitado una rampa de piedra escalonada que salva con comodidad los escarpes de la orografía; una especie de pasarela al edén de los buscadores de olas.
Praia do Beliche también destaca por los altos acantilados que la flanquean y que la erosión ha ido esculpiendo originando curiosas formaciones y grutas misteriosas. Nosotros las dejaremos para otra ocasión, las horas de luz aprietan y debemos continuar, aunque sin dejar de mirar a este paraje, pues subiremos al saliente de Ponta García para obtener unas vistas espectaculares a la playa.
Nuestro alojamiento en SAGRES: 🛌 MARETA BEACH BOUTIQUE
Ensenada dos Currais
A continuación, perdemos de vista Beliche para avanzar a la Ensenada dos Currais, un espacio interesante por disponer de un arco natural y una furna de gran tamaño.
Rodearemos este entrante pegados al borde manteniendo siempre la precaución a la hora de seguir descubriendo otros de sus rincones ocultos. Desde aquí obtenemos una magnífica vista al saliente de Pontal Gordo, un accidente geográfico que el camino se saltó cuando íbamos pegados a la N268.
Ahora, el trazado se estrecha por momentos al pasar junto a unas instalaciones militares y nos coloca posteriormente a la altura de la Ponta dos Currais, el otro extremo desde donde podemos dar un vistazo a la ensenada.
En los siguientes metros la erosión se ceba con los estratos sedimentarios de arcillas y calizas creando desprendimientos a modo de simas dando un aspecto laberíntico a suelos y paredes.
Algunos escenarios no dejan de asombrarnos y hay actores que reclaman su papel protagonista.
Sagres
El paseo asomados a la línea costera va a dar su fin una vez que llegamos a la Ponta da Alheta, lugar desde el que podemos dar un vistazo general a la Praia do Tonel, a Sagres y a su fortaleza mandada a construir en el siglo XV por el infante Don Henrique el Navegante.
Esta lengua de tierra finaliza en la Ponta de Sagres donde se alza el faro moderno inaugurado en 1960.
Nos vamos a quedar con las ganas de visitar todos estos hitos de Sagres puesto que la llegada a la villa la hacemos pasada por agua. Así que dejamos deberes para el futuro. Ahora a por la siguiente y fascinante jornada.
¡Hasta la próxima!
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